La tensión es bella
Barcelona. 21/03/2021. Palau de la Música. Obras de Rodrigo y Beethoven. Orquesta Sinfónica Camera Musicae. Pablo Sáinz Villegas, guitarra. Guillermo García Calvo, dirección musical.
Bien conocida es la frase del modisto español Adolfo Domínguez, su afirmación de que 'la arruga es bella'. Pues bien, en torno a la música clásica todavía pervive una percepción general según la cual ésta debiera tender siempre a sonar sublime, elevada, contemplativa y por ello, estéticamente, redonda, pulida, de una belleza fácil y reconocible. El tópico. Pero lo cierto es que la belleza está en muchas partes, incluso en la tensión, siempre que ésta sea bien resuelta. El estereotipo rara vez satisface. Por ello mismo la música de Beethoven es, a buen seguro, el mejor ejemplo de esta 'arruga' tan sugerente. Y es que su música está llena de ángulos, de aristas y contrastes, al tiempo que se ve salpicada por oasis, como remansos de paz, instantes donde la luz penetra de una forma inaudita.
La Octava sinfonía del genio de Bonn es una partitura fascinante, tanto en sus regresiones (ese minueto de resonancias 'haydinianas') como en su potencial, cuajada de pasajes que buscan la complicidad y el humor de los intérpretes, con esas sorprendentes pausas y ese dinamismo tan extraordinario. Guillermo García Calvo supo entender muy bien la vocación de esta partitura, proponiendo una lectura de extraordinaria tensión interna. Su química y entendimiento con los músicos de la Orquesta Sinfónica Camera Musicae dio lugar a una interpretación realmente brillante, fulgurante. Hay un modo carismático de hacer música que va más allá de la mera ejecución técnica. Y eso fue lo que escuchamos en esta Octava, llena de virtuosas miniaturas y llevada a término con un fraseo emocionante. Qué bella es la tensión cuando tiene sentido.
El concierto se había abierto con el célebre Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, partitura a la que se rendía homenaje precisamente en ocasión del 80 aniversario de su estreno, que tuvo lugar en noviembre de 1940 en el mismo Palau de la Música que acogía este concierto, entonces con Regino Sáinz de la Maza como solista. En esta ocasión fue Pablo Sáinz Villegas el encargado de ejecutar la parte solista, en perfecta sintonía con la batuta de García Calvo y en absoluta complicidad con los atriles de la OCM. Qué maravilla cuando los músicos se escuchan unos a otros y pretenden hacer algo juntos, más allá de un mero acompañamiento en segundo plano. Sáinz Villegas brinda un sonido de gran presencia, de sorprendente proyección y de una nitidez apabullante. Sus dedos juegan al virtuosismo con una naturalidad que asombra. Hoy en día cuesta imaginar a un mejor intérprete para esta partitura de Rodrigo.
Fotos: © Orquesta Sinfónica Camera Musicae