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IN MOZART VERITAS

Barcelona. 23/04/21. Palau de la Música Catalana. Ciclo Palau 100. Mozart: Sinfonía Nº40 y Nº41 “Júpiter” . MusicAeterna. Teodor Currentzis, director musical.

Con una Barcelona festiva y llena de libros y rosas por la Diada de Sant Jordi, llegó al Palau de la Música uno de los debuts más esperados del año en la emblemática sala modernista. Teodor Currentzis y su formación musical MusicaAeterna, interpretaron, en dos sesiones la misma tarde, a las 18:00 y a las 20:30, por motivos de aforo y las consiguientes medidas protocolarias de cultura segura, las dos últimas sinfonías de Mozart.

El mismo programa se pudo ver en el Auditorio Nacional de Madrid dos días antes, reseña escrita por Gonzalo Lahoz. La expectación creada por el carismático director se pudo apreciar por una parroquia más variopinta de lo normal, con numerosos rusos en la sala, en el segundo pase del concierto que es el reseñado en esta crítica. Un público que pareció no estar muy habituado a los conciertos, pues una parte de la audencia rompió a aplaudir en más de una ocasión entre los movimientos…

Como es habitual en el director greco-ruso, la mayoría de los músicos de la formación tocaron de pie y no sentados como es costumbre, y esto no es una elección al azar. La energía y disposición gestual-corporal de los instrumentistas cambia de manera visible aportando un extra de energía y dinamismo, rasgos claves en las lecturas de Currentzis. Desde el inicio de la Sinfonía nº40 Kv550, en su segunda versión (con los dos clarinetes en la formación orquesta), la mimesis entre los gestos, en muchas ocasiones poco ortodoxos del maestro y los músicos demostró la familiaridad y sintonía del director y su formación. Una formación de sonido compacto, flexible, con un ímpetu sonoro afilado, pero maleable, pues el detallismo de las secciones mostró una orquesta en plena forma con un grado de madurez sonora envidiable.

La vitalidad irresistible del Alegro molto, donde el cromatismo se vio remarcado con dramatismo y contrastes en las tensiones, subrayó la lectura teatral de una batuta con una fibra claramente operística. No en vano, Teodor ha aportado a la ingente discografía mozartiana una Trilogía dapontiana, grabada entre 2014-16, que ha sido toda una revolución por su lectura curiosa, vívida e intrépida, aportando una nueva visión de la música de Mozart que ha creado tanto fans como detractores.

Las lecturas de Currentzis nunca dejan indiferente y las razones saltan a la vista en sus conciertos en vivo. Su gesticulación nerviosa, sinuosa, como una serpiente, que se va deslizando entre los músicos, con guiños, caras, miradas y recreaciones teatrales más propias muchas veces de un mimo. Hubo un momento en que recreó cual Marcel Marceau, el coger una flor con mirada de sorpresa y poético asombro. Dicho esto, lo importante fue el resultado y este fue asombroso. El Andante de la Sinfonía 40 fue un alucinado baile de los instrumentos que creó un mundo parnasiano lleno de ensoñación. Las cuerdas cantaron y explicaron el ritmo de siciliana entre el poderoso sonido de viento y maderas. En el Menuetto, un aire Mendelssohniano afloró con una flauta dulcísima, acariciada por los oboes, fagotes y clarinetes, todos y cada uno de ellos con un sonido pleno y sedoso en contraste con el ritmo casi marcial del movimiento. De nuevo contrastes y lirismo. Pero fue con el último movimiento, un Allegro assai de ímpetu irresistible, donde la lectura abordó una fuerza telúrica y poderosa impactante. Acordes como cascadas, modulaciones servidas con eléctrica energía, en definitiva un alarde de tensión y belleza interpretativa.

La alegría y luminosidad de Le nozze di Figaro y la trascendencia mágica de Die Zauberflöte afloraron en la apasionante lectura de la Sinfonía número 41 Kv 551, apodada a posteriori y sin conocimiento del compositor ya fallecido, “Jupiter”. Precisión y belleza sonora en las trompas naturales, teatralidad y dramatismo en el timbal, con un aire barroco arcaizante, propio de lecturas de tipo historicista, trompetas impecables e implacables, y de nuevo, pura excelencia en unas cuerdas donde tensión y suavidad en los acordes aportaron un tutti sonoro de primera magnitud.

El Allegro vivace fue incisivo, majestuoso y dinámico, con un notable y atractivo carácter buffo, además de un uso de los silencios efectivo y efectista. El Andante cantabile recreó una atmósfera mozartiana perturbadora, de adictiva y honda belleza, mientras que en el Menuetto el juego de colores y diálogo entre las maderas y las cuerdas se dilató como una sonrisa pícara entre dos amantes que se acaban de despertar de una noche de amor. El arquitectónico Finale, lleno de dionisíaco ímpetu, coronó la irresistible coda final fugada con una fuerza tal que hizo saltar una unánime ovación de un público enfervorizado.

Teodor Currentzis llega al público y lo hace participe de sus lecturas, atrevidas, fogosas, hondas y siempre rebosantes de vitalidad. Un director con carisma y cosas que decir.

Foto: Antoni Bofill.