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Resucitando a Rossini 

Barcelona. 14/4/2021.Teatre de Sarrià. Rossini: L’occasione fa il ladro. Natalia Pérez, soprano (Berenice); Jan Antem, barítono (Don Parmenione);  Alberto Ballesta, tenor (Conte Alberto); Lucía Iglesias, mezzosoprano (Ernestina); Pau Armengol –días 14 y 16-,/Alejandro Baliñas –día 15- bajos bufos (Martino, criado)/Elías Ongay , tenor (Don Eusebio). Pianoforte: Viviana Salisi. Orquestra Barcelona Concertante. Anna Ponces, dirección de escena. Assunto Nese, dirección musical.

Gradualmente, la actividad en el Teatre de Sarrià, llevada  a cabo por las huestes que dirige el conocido tenor Raúl Giménez, establecido desde hace algunos años en Barcelona, han ido introduciendo un considerable número de óperas que habían sido célebres en otros tiempos y que los teatros de ópera 'oficiales' habían abandonado por completo. Por iniciativa suya, han reaparecido autores como Manuel García, Pauline Viardot (la menor de sus hijas), Domenico Cimarosa, Valentino Fioravanti y ahora de modo espectacular, el gran y medio abandonado Gioacchino Rossini, que ha  sido objeto de la creación, en el Teatro Romea de esta ciudad, del Barcelona Rossini Opera Festival, y de quien se programan esta temporada L’occasione fa il ladro, que aquí comentamos, y La scala di seta, el próximo mes de junio.

Recordemos, de paso, que durante muchos años de Rossini se representaba sólo Il barbiere di Siviglia y alguna vez La Cenerentola. Que el año de su centenario (1968) en el Gran Teatre del Liceu no se programó ni una sola nota de su producción, y que algunos 'expertos' de la crítica ya hacía años que afirmaban que el resto de sus creaciones tenía que enterrarse para siempre, pues con el Barbiere bastaba y sobraba su presencia en la vida operística de nuestra urbe, tan wagneriana ella.

Este año, el florecimiento rossiniano ha devuelto a la escena una de sus seis farsas juveniles en un solo acto con las que el compositor inició su carrera en Venecia, en los primeros años del siglo XIX. De las seis, la que a raíz de su estreno menos se divulgó fue la cuarta, la que hoy nos ocupa: “L’occasione”, estrenada en 1812, y no circuló apenas;  sólo fue, curiosamente, Barcelona la única ciudad que la recibió diez años más tarde de su estreno, en el Teatre de la Santa Creu perteneciente al Hospital de la ciudad.

Después se cantó en Lisboa (1826), en San Petersburgo (1830) y años más tarde en Londres, adaptada a teatro de marionetas. Finalmente las ediciones discográficas de fines del siglo XX la devolvieron a la circulación y hoy resurge gracias a la Òpera de Cambra de Barcelona cuyo director musical Assunto Nese la ha dirigido orquestalmente con cuidada elegancia, en vez de recurrir al socorrido sistema de ofrecer la ópera en versión de piano, como suele hacerse demasiadas veces.

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Las funciones que ha acogido el Teatre de Sarrià han contado con un excelente equipo de cantantes muy jóvenes, pero excelentemente adiestrados por Raúl Giménez, de modo que han ofrecido versiones vocales magníficas de todos los personajes de esta enrevesada farsa, que de acuerdo con el estilo bufo de la época, está llena de situaciones ambiguas, suplantaciones de personas y malentendidos que finalmente se resuelven felizmente.  En versión modernizada,  pero sin exagerar, a cargo de Anna Ponces, con un eficaz vestuario y situada en una playa cercana a Nápoles, la función se desarrolló sin pausas y animadamente.

El abusón Don Parmenione, (muy bien interpretado por la robusta voz del joven barítono Jan Antem) que está cenando con su criado Martino, se queda por error con la maleta de un tal Conde Alberto (el tenor Alberto Ballesta, de vibrante vocalidad) que iba a Nápoles a casarse con la bella Berenice, pero al inspeccionar Parmenione el contenido de la valija queda prendado del retrato de la muchacha y decide suplantar al noble y casarse con ella, haciendo caso omiso de la opinión del criado. Pero Berenice (la brillante soprano ligera Natalia Pérez, con el aria más exigente de la partitura), por su parte, no queriendo casarse con un desconocido aunque sea conde, se viste de criada y hace que la sirvienta Ernestina (Lucía Iglesias, mezzosoprano), se vista de Berenice. Parmenione se prenda de la sirvienta y finalmente hace las paces con el conde, que se casará con Berenice, mientras se descubre que en realidad la sirvienta era una muchacha rica que había dejado su familia por un enfado  y Parmenione la rescata con su oportuna intervención.

Por supuesto que los argumentos bufos de la época dejan mucho que desear, pero si el equipo juvenil que les da vida canta con la elegancia con que se movió por la escena el competente equipo de la función, poniendo a contribución sus voces bien educadas para el belcantismo rossiniano, con las abundantes escenas que Rossini, siguiendo a Cimarosa, repartió entre las varias voces, el resultado provocó  el entusiasmo del público, que los tres días aplaudió todas las arias, dúos y concertantes y llenó las tres funciones que se dieron de esta curiosa obra.