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Carmen, la de Georgia

Sevilla, 30/05/2021. Teatro de la Maestranza. Bizet. Carmen. Ketevan Kemoklizde (Carmen), Sébastien Guèze (Don José), María José Moreno (Micaela), Simón Orfila (Escamillo). Coro de AA del Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección de escena: Calixto Bieito. Dirección Musical: Anu Tali.

El Teatro de la Maestranza de Sevilla celebra durante este mes de mayo los 30 años de su inauguración. Fue el 2 de mayo de 1991 cuando diez de los mejores cantantes de toda la historia operística española y mundial pusieron sus voces para esa primera gala. Victoria de los Ángeles, Teresa Berganza, Montserrat Caballé, Pilar Lorengar, Jaime Aragall, José Carreras, Plácido Domingo, Alfredo Kraus, Pedro Lavirgen y Juan Pons. Es justo nombrarlos en esta crónica porque son el orgullo de nuestra lírica. Después de otra gala celebrada a principios de mayo de 2021, para conmemorar esta fecha inaugural, el Teatro ha querido también ofrecer al público sevillano una de las óperas más emblemáticas que se desarrolla en la Capital Hispalense: Carmen.

Hablar de Carmen es hablar de los clichés más clásicos de la imagen que se tiene de la ciudad fuera de España. Pero también es disfrutar de una de las partituras más bellas del repertorio  y contiene unas melodías bien conocidas por el gran público. Un colofón lógico para una temporada como la actual, tan atípica y con tantas dificultades para muchos sectores, en este caso el cultural. El esfuerzo tanto estructural como económico para poner en escena una ópera con las restricciones de seguridad actuales tiene que tener el reconocimiento y el agradecimiento de los aficionados. Los grandes teatros españoles han sido de los pocos del mundo que en cuanto han tenido ocasión, se han lanzado a volver a trabajar para ese público que tanto ansiaba volver a oír su música favorita.

Añadiendo más dificultades a las ya inherentes en estos días, el Maestranza tuvo que retrasar el previsto estreno el pasado 24 de mayo hasta el día 29, debido a varios casos de coronavirus entre los miembros de la producción que obligaron a la preceptiva cuarentena. Por fin, el indicado 29 de mayo empezaron las siete representaciones previstas de la obra, con el reparto alternativo que comentaremos en una próxima crónica. En esta nos centraremos en lo que ocurrió el día 30 donde cantó el elenco que se va hacer cargo de cinco de las mencionadas representaciones.

Carmen es quizá el papel protagonista más famoso para una mezzosoprano. Triunfar en el rol de la gitana sevillana es triunfar en el mundo de la ópera. Bizet creó un personaje emblemático e icónico que si fue rompedor en su momento lo sigue siendo desde su estreno parisino en 1875. Hoy hay que seguir reivindicando a esa mujer que busca su libertad sin las ataduras del amor burgués, y que paga esa libertad (como sigue pasando ahora en demasiadas ocasiones) con su vida. Para dar vida a este personaje emblemático se necesita una cantante que lo de todo, tanto actoral como vocalmente. Y pocas cantantes en la actualidad lo pueden hacer mejor que la mezzo georgiana Ketevan Kemoklidze.

Su identificación con Carmen es total y absoluta. Su cigarrera marca desde su primera aparición que ella es la dueña de la ópera, que todo gira a su alrededor y que su sexualidad y su libertad serán las armas que le llevarán a conseguir el amor pero también a perder la vida. Algo que ella acepta como parte de ese camino que ha elegido, sin evitarlo, y casi de manera suicida se lanza a ese final que la reivindica como mujer libre. Si a esto añadimos unas prestaciones vocales de altísimo nivel el éxito está asegurado y se puede decir que por unas tardes Carmen es georgiana.

Como ya se ha dicho, desde su famosa Habanera Kemoklidze demostró las cualidades que le han hecho ser una mezzo de referencia: un timbre de gran belleza, carnoso, ideal para el papel. Su agilidad para moverse por toda la tesitura con una seguridad absoluta y su gran técnica le permiten ofrecer versiones extraordinarias de la Seguidilla o del final del cuarto acto. Pero es el conjunto el que encandila, las medias voces cuando son necesarias, la implicación en los dúos con el tenor, el barítono, y los preciosos tríos con sus compañeras gitanas. Una artista admirable que siempre me había gustado las veces que he tenido el placer de verla en otros papeles (desde la Seymur de Anna Bolena en este mismo Maestranza, pasando por la Magdalena de Rigoletto o la extraordinaria Laura de La Gioconda), pero que me me ha encandilado completamente con su Carmen. ¡Brava!

 

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María José Moreno es otra de esas cantantes que siempre dan lo mejor de sí mismas, que es mucho y bueno, en cada una de sus intervenciones. Su Micaela no tuvo tacha y la soprano granadina volvió a lucir ese agudo espléndido que posee y esa potencia vocal que le hace llegar hasta el último rincón del teatro. Como era lógico su mejor momento en el aria del tercer acto Je dis que rien m’épouvante, pero también estuvo estupendo en el bello dúo con el tenor del primer acto. Recibió el merecido reconocimiento del público en los saludos finales.

El tenor francés Sébastien Guèze fue un buen Don José, mejorando notablemente a lo largo de la representación. Sus mayores bazas como cantante fueron su perfecta dicción, un volumen muy considerable y la valentía a la hora de abordar los agudos más comprometidos aunque no todos salieron con la soltura deseada. Fue amoldando esa potencia al devenir de la trama y consiguió llegar a un cuarto acto con una voz dominada y expresando toda la angustia y desesperación de su amor despechado. Simón Orfila es un bajo-barítono con una experiencia tremenda y que supo llevar a Escamillo a su terreno. Muy bien en su famosa aria, sobre todo el la parte más airosa y conocida. 

Comprimarios de lujo en estas representaciones de Carmen. Especialmente la Frasquita de Laura Brasó y la Mercedes de Anna Gomà dos jóvenes cantantes que lo dieron absolutamente todo como actrices y como cantantes. Voces frescas y de excelente calidad a las que auguro, si la suerte les acompaña, un gran futuro. Con una carrera consolidada a su espalda Manel Esteve volvió a demostrar que es un cantante que se merece papeles de más enjundia dada su tremenda calidad.

Volvió a triunfar esta vez acompañado de un excelente Moisés Marín, interprentando El Dancairo y El.Remendado, respectivamente. También adecuados a sus papeles Felipe Bou, Cesar Méndez Silvagnoli y Fernando Estrella. En el siempre excelente Coro de Amigos del Maestranza se notó, sobre en el lado femenino (que no estaba reforzado como el masculino) el uso de mascarillas. Se notó un volumen más velado compensado por todos los miembros del coro con su habitual profesionalidad ytambién aportando pasión y fuerza que tuvo su mejor momento en el coro del cuarto acto. Cumplidora la Escolanía de Los Palacios.

¡Qué suerte contar en el foso del Maestranza como la ROSS! Los maestros de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla siguen demostrando que son de los más destacados como conjunto de foso. La calidad de todas sus familias consigue que el sonido siempre salga brillante, limpio y elegante. La directora estona, Anu Tali, supo captar desde el preludio el espíritu de la obra, imprimiendo ritmos vivos (quizá demasiado en la primera representación que comentaremos en otra reseña) pero también recreándose en los más líricos. Especialmente acertada estuvo en los intermedios musicales donde pudimos disfrutar, gracias a su excelente dirección, de ese sonido orquestal del que hablamos antes. 

Es bien conocida la propuesta escénica de Calixto Bieto estrenada en el Festival de Peralada y que, habiendo recorrido medio mundo, recala ahora en Sevilla de la mano de Joan Anton Richi. Bieto utiliza en esta producción sus habituales recursos: provocación, sexo, y cambio de época de la acción dramática (que más de una vez no tiene nada que ver con lo que se está cantando en escena). Carmen es de las obras que más se pueden adaptar a estas premisas, aunque personalmente, además de demasiado deudora de la estética de Jamón, Jamón de Bigas Luna resulta confusa en algunos momentos, con unos movimientos de la masa coral bastante incomprensibles. Quizá el planteamiento más acertado (aunque vuelve a exagerar los movimientos corales) es la sencillez del cuarto acto, circunscrito a un círculo que asemeja a los pintados en las plazas de toros y que sirve para enmarcar la dramática escena final.

Una muy recomendable Carmen, sobre todo excelente en lo musical, que sirve para que todos felicitemos y nos unamos en desearle todo lo mejor y larga vida al Teatro de la Maestranza de Sevilla.

Fotos: © Guillermo Mendo / Teatro de la Maestranza