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El valor de la constancia

Jerez, 10/06/2021. Teatro Villamarta. Rossini: El barbero de Sevilla. Manel Esteve (Fígaro), Clara Mouriz (Rosina), Quintín Bueno (Conde de Almaviva), Fabio Capitanucci (Bartolo), David Lagares (Don Basilio) Nuria García-Arrés (Berta). Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de Málaga. Giulio Ciabatti (Director de escena). Carlos Aragón (Director musical). 

Hace unos días, en esta misma revista, un compañero hablaba de las cuotas nacionales a la hora de la elaboración de los elencos líricos de nuestro país. Estoy totalmente de acuerdo en que el criterio que debe primar siempre a la hora de elegir un cantante debe ser su calidad. Si además es de nuestro país, comunidad o ciudad, pues mucho mejor. Yo creo que en España no hay que establecer, aunque sólo sea de manera hipotética, una “cuota nacional” y esta afirmación se refuerza después de haber visto El barbero de Sevilla que ha presentado el Teatro de Villamarta de Jerez. ¿Cuota nacional, para qué? Tenemos un plantel de cantantes españoles de tanta calidad que no necesitamos que tengan preferencia frente a colegas de otras nacionalidades. Porque lo que parece es que hubiera lo contrario: cuotas extranjeras en los repartos de los teatros españoles, especialmente en los roles principales. Estoy de acuerdo en que para atraer al público y por propio prestigio de la entidad se busquen nombres de tirón en el mercado internacional. Pero también es cierto que no se deja que grandes cantantes españoles, no tan conocidos por el gran público, accedan a papeles de más enjundia. Vienen demostrando en su trabajo, muchas veces de comprimarios, una entrega y un nivel que no tiene nada que envidiar a colegas de otras nacionalidades. No se trata de hacer una discriminación positiva, simplemente hay que buscar vías para que demos paso a estas voces que pasan desapercibidas si no se les da una oportunidad. Mi experiencia personal tiene dos casos recientemente donde se ve fehacientemente esta situación. Hace unos meses tuve la oportunidad de oír en Baluarte de Pamplona una excelente Berna Perles defendiendo a gran altura el papel principal de Manon Lescaut de Puccini. Hoy es el turno de un fabuloso Fígaro de Manel Esteve.

Esteve es de esos cantantes (tantos hay en el panorama nacional) que no defrauda nunca en los pequeños papeles que le suele tocar cantar en los teatros líricos. Ahí tenemos apenas hace unos días su excelente rendimiento como El Dancairo en las siete representaciones de Carmen que han conmemorado los 30 años del Maestranza sevillano. Pero, por esa calidad que siempre he apreciado en su voz y en su trabajo actoral, tenía ganas de verlo en un papel principal para disfrutar de esas cualidades en toda su extensión. ¡Y qué Fígaro ha firmado! Estupendo en todos los sentidos. Esteve tiene un timbre baritonal de un color muy adecuado para este papel, y su primera aria, la famosa Largo al factotum della città, demostró (como reconoció el público en una calurosa y larga ovación) todas la cualidades de esa voz: una perfecta dicción, una excelente proyección y potencia pero siempre midiendo el volumen, sin exageraciones ni exhibicionismos vanos, y una elegancia innata a la  hora de enfrentarse a un papel tan conocido y por tanto en el cual es más difícil camuflar ningún fallo. No lo hubo en esta aria, ni la hubo en el resto de sus intervenciones siempre acompañados por un desempeño actoral (que compartieron sus compañeros de escenario) de un gran nivel. Realmente fue un Fígaro de campanillas, que no desmerecería en absoluto en teatros de más presupuesto y relumbrón. Pero ha sido el Teatro Villamarta (otra institución que reabre sus puertas a la ópera pese a las restricciones y la reducción de aforos), un lugar que siempre apuesta por el talento nacional y donde se ven siempre espectáculos líricos de indudable interés, donde la constancia y el largo trabajo de un cantante han sido recompensados.

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Estupenda la Rosina de Clara Mouriz, una cantante que no había escuchado en teatro nunca pero que venía precedida por las noticias de una prestigiosa carrera fuera de España, concretamente en Reino Unido, algo que auguraba una buena actuación. Y así fue. Mouriz es una auténtica mezzo que se adapta perfectamente a un papel que también han cantado sopranos. Su voz es más oscura de lo habitual en el rol pero eso le da un tinte especial y muy atractivo; me hizo pensar, al oírla, en la gran Cenerentola que sería o será (no sé si ha debutado el papel). Estuvo a gran nivel en todas sus intervenciones pero, como es lógico, triunfó en su cavatina de presentación Una voce poco fa, donde manejó a la perfección las coloraturas y se movió sin problemas por los exigentes pentagramas que hacen recorren toda la tesitura de su cuerda. Buena actriz, su trabajo se puede calificar de sobresaliente. Esperamos verla en más ocasiones por estos lares. Muy bueno el trabajo del bajo italiano Fabio Capitanucci que dibujó un Don Bartolo simpático y sobre todo muy bien cantado.

Una sorpresa muy agradable el Don Basilio de David Lagares que nos regaló una Calunnia de una factura impecable. Le auguro, si los dioses le son propicios, una gran carrera. Qué pequeña joya es Il vecchiotto cerca moglie, esa melodía de origen ruso que Rossini incluyó para que lo cantara Berta, la sirvienta de la casa de don Bartolo, y que bien la cantó otro valor español como es Nuria García-Arrés. Aunque el título de la ópera es El barbero muchas veces el protagonismo de la obra se la lleva el tenor que interpreta el Conde de Almaviva. No fue este el caso. Quintín Bueno cumplió con su complicado papel, que tantas intervenciones tiene a lo largo de la obra, pero no brilló como el resto de sus compañeros. Hay que destacar que atacó con desenvoltura los agudos más comprometidos en los que demostró ser poseedor de un fiato envidiable y que se mostró voluntarioso en lo actoral. Pero para ser un destacado Almaviva necesitará un mayor afianzamiento que seguramente llegará con el tiempo. Correcto el Coro masculino del Teatro Villamarta.

El director musical, Carlos Aragón, habitual en las producciones del Villamarta, optó desde la obertura por unos tiempos más lentos de los habituales. Sin perder nunca la tensión, esa opción de tempi nos permitió apreciar detalles musicales que a veces nos pasan desapercibidos en lecturas más aceleradas. Siempre atento a sus cantantes, dirigió con precisión y pensó sobre todo con su lectura en hacer más fácil el trabajo de la escena. La Orquesta Filarmónica de Málaga interpretó con profesionalidad sus indicaciones y hay que destacar el buen trabajo de la sección de cuerda. Especial mención merece Javier Artigas que acompañó al clave los recitativos, que forman parte fundamental de la obra, con virtuosismo y profesionalidad.

La producción de Amigos Canarios de la Ópera y que firma Giulio Ciabatti es convencional y resolutiva. Sirve como calle de Sevilla y casa de Don Bartolo sin cambiar absolutamente nada, simplemente mover algo atrezzo y poco más. La escenografía de Claudio Barbato es bonita y los figurines de Claudio Martin, previsibles. Sí que está conseguida la dirección de actores, que se mueven con soltura y desparpajo durante toda la obra, dando vida al estático escenario.

Fotos: © Esteban Abión