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El nuevo y el viejo mundo 

Schwarzenberg, 27/08/2021. Angelika Kauffmann Hall. Obras de Antonín Dvořák y Franz Schubert. Mandelring Quartett. Josef Gilgenreiner, contrabajo. Shani Diluka, piano.

Quizá haya sido este el concierto más completo, en lo que se refiere a música de cámara, de cuanto he escuchado en la Schubertiade de Schwarzenberg de este año. Las obras conocidas, dos de las obras de cámara más conocidas de sus autores y que contienen una alegría de vivir contagiosa, la calidad de la interpretación del Mandelring Quartett  y sus amigos (superlativa en el quinteto de Schubert) y el ambiente de emoción feliz que se creó en la sala hizo que el momento fuera muy especial.

Antonín Dvořák llega a Estados Unidos en 1893, contratado por la filántropa Jeanette Thurber para dirigir el nuevo Conservatorio de Música de Nueva York. Dvorak estuvo tres años en América y parece ser que no fue mucha la relación con el mundo norteamericano, sobre todo por la barrera idiomática. Pero es indudable que el paisaje americano, el ambiente rural, le inspiró profundamente dando lugar a dos de sus composiciones más famosas. Eso ocurrió en un viaje muy productivo compositivamente hablando. En el verano de 1893 visitó la colonia de emigrados bohemios de Spillville, Iowa, donde Kovarík, su traductor en EE.UU. tenía familia. En dieciséis días escribió la que sería su obra para cuerda más conocida, el Cuarteto para cuerdas nº 12, en Fa mayor, Op. 96 y también gran parte de la partitura de la celebérrima Sinfonía nº 9, llamada del "Nuevo Mundo", obras musicalmente emparentadas. De hecho el Cuarteto Americano "refleja", en palabras del estudioso de Dvořák Jaroslav Holeček, "los momentos felices, de descanso y la magia del hermoso campo que el compositor recorría cada día de su estancia allí, normalmente comenzando poco después del amanecer". 

La música, como recalca Holeček, refleja ese espíritu a lo largo de cuatro movimientos que transmiten ese alma que atribuímos a la pradera americana y a los primeros colonos que conquistaron el Oeste. El Mandelring Quartett es una veterana formación alemana (cumplirá en 2023 los cuarenta años de su fundación) formada actualmente por los hermanos Sebastian, Nanette y Bernhard Schimdt (violín I, violín II y violonchelo, respectivamente) y por Andreas Willwohl (viola). El conjunto interpretó la obra de Dvořák con ese espíritu pionero, alegre y esperanzado que el compositor reflejó en su obra. Destacaría los dos tiempos que abren y cierran la composición (Allegro ma non troppo y Finale: Vivace ma non troppo) como donde se pudo apreciar mejor el excelente trabajo de los músicos, sobre todo el primer violín de Sebastian Schimdt.

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El Quinteto en La mayor D 667 “La trucha” de Franz Schubert es una de las obras camerísticas más conocidas de Schubert. Sin duda la alegría que rezuma la partitura, compleja  pero sin parecerlo, hace que su popularidad siga estando vigente. El compositor vienés había pasado una temporada de descanso en casa de su amigo Sylvester Paumgartner en la ciudad de Steyr. Paumgartner, excelente violonchelista aficionado encargó una obra a Schubert que pudiera interpretar el mismo con algunos compañeros. Toda la producción del compositor en esa época tiene un aire más juvenil y alegre, señal inequívoca del buen momento anímico que atravesaba. El Quinteto presenta varias novedades en la trayectoria del artista: por primera vez incorpora el piano a un cuarteto de cuerdas. Además no es un cuarteto al uso. Se sustituye el segundo violín, por el contrabajo, seguramente para evitar que el violonchelo (el instrumento de su mecenas) tuviera sólo el rol de bajo, que pasaría al contrabajo. También se incorporan cinco movimientos en la tendencia abierta por el excelente compositor Johann N. Hummel. Por último, por primera vez, en el cuarto movimiento introduce variaciones sobre un lied anterior suyo, lógicamente  Die Forelle (La trucha) D 550. Estas variaciones se centran en los aspectos más alegres del lied evitando la parte más dramática que había introducido en la tercera estrofa de la canción.

El Mandelring incorporó a Josef Gilgenreiner (contrabajo) y Shani Diluka (piano) para su interpretación que simplemente se puede calificar de perfecta. La interconexión entre los instrumentos fue absoluta, siempre con tempi veloces, proporcionando la vivacidad necesaria. El piano está muy presente y Diluka demostró ser una virtuosa del instrumento. Esta vez, dentro del altísimo nivel de todas las cuerdas, destacaría el violoncelo de Bernhard Schmidt, verdadera alma de la obra.

El público, entusiasmado, no dejó de aplaudir, bravear y “patalear” hasta que el primer violín explicó que no habría propinas dado el arduo trabajo realizado por los músicos que nos proporcionaron a todos los oyentes una tarde extraordinaria.