El maestro silencioso
Hamburgo. 10/09/2021.Staatsoper Hamburg. Offenbach: Les contes d’Hoffmann. Benjamin Bernheim (Hoffmann). Olga Peretyatko (Olympia, Antonia Giulietta, Stella). Angela Brower (La Musa/Niclausse). Luca Pisaroni (Lindorf, Coppélius, Dr. Miracle, Dapertutto), entre otros. Orquesta Filarmónica y Coro de la Ópera Estatal de Hamburgo. Kent Nagano, dirección musical. Daniele Finzi Pasca, dirección de escena.
Kent Nagano es de esos grandes maestros que no recibe la atención mediática de otros directores de orquesta. Seguramente no ha sido su intención, si bien su carrera es muy sólida y tiene un merecido reconocimiento. Aunque es muy admirado en su faceta concertística donde, creo, se aprecia la valía, la excepcional calidad de su batuta, es en el foso. Así lo demostró el pasado 10 de septiembre dirigiendo Les Contes d’Hoffmann de Jacques Offenbach, que abre la temporada de la Staatsoper de Hamburgo, de la que es responsable artístico. Y lo hizo a esa manera tan germana que se denomina Kapellmaister: de una manera callada, silenciosa, pero dando una verdadera clase magistral de cómo dirigir una ópera. Nagano nos regaló una versión animada, romántica, cómica y totalmente virtuosa de una de las partituras más sugerentes y bellas del tardío romanticismo francés. Todo estuvo en su sitio, todo sonó elegante y ligero a la vez, las entradas a los cantantes siempre bien marcadas, la orquesta, magnífica, subordinada al escenario, y él, el maestro silencioso, disfrutando y haciendo disfrutar a un público entregado que lo braveó al final de la obra. Una lección sin duda de cómo poner tu genial arte al servicio de una obra.
Claro que también el éxito de la velada se debe a una estupenda reunión de primeras figuras del canto. No es fácil encontrar voces de tanto relieve para una obra con tantos personajes como Les Contes, y más teniendo en cuenta que los cuatro papeles femeninos no travestidos los asumió la soprano Olga Peretyatko, en un alarde de valentía al alcance de pocas cantantes. Luego hablaremos de ella. Pero comencemos con el Hoffmann de Benjamin Bernheim que demostró porque es uno de los tenores más cotizados de la actualidad. Una parte de su éxito se lo debe a la naturaleza, con una voz de una belleza de esas que pocas veces se escuchan, de un timbre espléndido, pero ese instrumento no se luciría sin el inteligente trabajo que hay detrás por parte del tenor francés, una buena técnica, unos agudos rutilantes, con proyección, potentes, y unas medias voces que casi siempre resultan perfectas, porque cuando hay entrega vocal y actoral no todo sale sin mácula, lo que demuestra, y quizá esa sea la mayor virtud de Bernheim, su implicación en una obra en la que canta muchísimo. Desde la famosa Canción de Kleinzach en el Prólogo, pasando por los momentos más líricos de Allons! Courage et confiance el bellísimo dúo del acto de Antonia, C'est une chanson d'amour hasta esos momentos casi de derrota en el dúo con Gulietta Jusque-là cependant, Bernheim defendió su papel con esa voz y ese buen estilo que ya hemos comentado. Además se implicó con la producción y creó un Hoffmann creíble y sobre todo, ejemplo claro de un hombre derrotado por el amor, eje de su personaje.
Siempre ha habido discrepancias entre musicólogos, críticos y aficionados la conveniencia o no de que los papeles principales de las heroínas de Les Contes sean asumidas por la misma cantante o por una distinta por personaje. Está claro que la escritura vocal no es la misma y que se necesita una voz portentosa para asumir todos los roles. Lo primero que hay que comentar es que Olga Peretyantko sale muy bien parada de este envite, demostrando que es una cantante con impresionantes recursos y unos medios vocales de altísima calidad. Creo que el papel que más se adapta a las características actuales de su voz es el de Antonia. Su aria de introducción Elle a fui, la tourterelle fue simplemente maravillosa, acompañada de un Nagano que la mimó hasta conseguir uno de los momentos más emocionantes de la noche. Fabuloso también en el famoso trío con su madre y Miracle, el momento, en mi opinión el más inspirado de toda la ópera y en el dúo con Hoffmann. También destacó en Olympia consiguiendo unos agudos muy bien colocados, aunque con alguna tirantez muy puntual. Excelente en la dificilísima Les oiseaux dans la charmille, no fue ningún problema, repito, la ligereza vocal de esta parte de la partitura. En Giulietta quizá sea necesario una voz con más cuerpo que el que tiene Peretyatko, pero ella lo resolvió llevando el papel a su tesitura, y mostrando que es una profesional que sabe lo que hace. Hay que quitarse el sombrero ante su esfuerzo y el buen resultado con el que se muestra en escena.
Angela Brower es una estupenda mezzo que encarnó con brillantez el doble papel de La Musa y Niclausse, el amigo y salvador muchas veces del alocado Hoffmann. Su actuación fue de gran nivel, demostrando ser además una consumada actriz. Uno de los mejores momentos musicales lo protagonizó ella con esa preciosa aria que es Vois sous l'archet frémissant, en el acto de Antonia y, cómo no, en el dúo de la Barcarola, otra vez con la complicidad maravillosa de director y orquesta. Excelente. Como excelente fue ese gran artista que es Luca Pisaroni, uno de los bajo-barítonos de más proyección del panorama operístico actual. Impecable todas sus intervenciones como el “malo” de los distintos actos, regalándonos sobre todo una actuación vocal perfectamente ensamblada con su faceta actoral: la maldad del personaje se notaba en los giros de su canto. Destacar entre el resto del elenco, todos de gran calidad, destacaría el Frantz (entre otros papeles) de Gideon Poppe, estupendo en su aria del acto de Antonia.
La Orquesta Filarmónica y el Coro de la Ópera Estatal de Hamburgo son dos conjuntos de un prestigio indudable que supieron demostrar a lo largo de la noche. El foso estuvo exquisito a las órdenes de Nagano, con una clase indudable en los primeros atriles, como el del violonchelo. El coro, dadas las circunstancias epidémicas, no estaba todo en el escenario y se distribuía por diversos palcos laterales. Les Contes es indudablemente una ópera donde el coro tiene un papel fundamental. Estuvieron todos a la altura de lo requerido y, dada su colocación en la sala, crearon un sonido envolvente en sus intervenciones que fue espectacular.
La nueva producción que abre esta temporada la firma el director de escena suizo Daniele Finzi Pasca. Su concepción se inclina indudablemente por el lado más amable de la trama, evitando los tonos dramáticos y creando un mundo “mágico” donde desarrollar la historia. Apoyado en un equipo técnico de enorme talento (la escenografía de Hugo Gargiulo es espectacular, así como los figurines de Giovanna Buzzi) los distintos actos nos presentan un estética que a veces no se ajusta a lo narrado, cayendo en lo naif y en ese aire del Circo del Sol (al que estuvo ligado Finzi) que no acaba de encajar aunque pueda gustar visualmente. Está bien planteado el acto de Olympia, que es la muñeca de una caja de música; es espectacular el gabinete de lepidopterología donde esta vestida de mariposa Antonia y el trabajo de los técnicos del teatro para moverlo, pero no transmite la tragedia que vive la cantante; y también impresiona la Venecia de Giulietta representada por el reloj de la plaza de San Marcos,dibujado en el suelo, y visible con un espejo inclinado al fondo del escenario, pero sobra, por casi ridículo, el coro disfrazado de palomas que constante se mueven por la maravillosa esfera azul con los signos del zodiaco. Dicho esto, es indudable el buen trabajo dramatúrgico y de movimiento de los cantantes, pero falta una definición clara, un camino que nos señale algo diferente, tangible y especial, más allá de personajes colgados con piruetas de perfecta ejecución.
Foto: Monika Ritterhaus.