Alba_Ventura_Anna_Tena_2.jpg© Anna Tena

Alba Ventura: "En la Iberia de Albéniz hay una inspiración modernista"

La pianista Alba Ventura presenta Iberia, su nueva grabación para el sello Aglae Música, con el apoyo del Institut Català d’Empreses Culturals. Coincidiendo con el lanzamiento hoy del álbum, conversamos con la intérprete para conocer con más detalle su acercamiento a esta icónica obra de Albéniz.

Tengo la impresión de que la Iberia de Albéniz es de esas obras que dan un poco de vértigo o al menos imponen un gran respeto, dado el carácter emblemático tanto de la obra como de su discografía. Creo que es, por ello, una obra que todo intérprete se toma su tiempo a la hora de tocarla y sobre todo grabarla. 

Sí, es algo que creo que también tiene que ver con el hecho de que es una obra de gran envergadura. Antes de decidirme a grabar nada siempre necesito tener la sensación de haberlo vivido y rodado durante un tiempo. Obviamente es fantástico poder rodar una obra después de grabarla, pero me gusta mucho llegar al estudio de grabación con la obra muy hecha. 

Lo cierto es que lleva ya años tocando la Iberia por diversas salas de concierto. 

Sí, aunque entera tampoco tanto. La primera vez que lo hice fue en el verano de 2019; antes había tocado piezas sueltas en concierto o bien cuadernos enteros agrupados de dos en dos. En la primavera de 2021 tuve que preparar la obra para un concierto en el Palau y por cuestiones personales, para la adopción de nuestra hija, estuvimos cuatro meses viviendo en Madagascar sin un piano con el que estudiar.

Y no me diga que estudió la Iberia sin piano. 

Así es (risas). Estuve cuatro meses estudiando y memorizando la Iberia únicamente con la partitura, visualizando internamente la obra. Este es un trabajo que los músicos hacemos mucho, pero siempre tenemos ahí el instrumento para respaldarnos. En el caso de la Iberia, ya antes la había tocado entera pero esos cuatro meses me sirvieron para hacer un trabajo muy fuerte a la hora de interiorizar la obra desde la partitura. Y esto realmente fue un antes y un después, me dio una sensación de conocimiento mucho más honda de la obra. E incluso algunos cambios de digitación que anoté en la partitura, cuando los probé al llegar a Barcelona, estaban ya ahí como si los hubiera interiorizado de manera natural. Tenía la memoria muscular de algo que no había llegado a practicar, fue algo muy sorprendente.

Igual ha descubierto un nuevo método de estudio (risas).

Bueno, como le decía esto es algo que yo misma y todos los músicos hacemos. Pero siempre con el piano ahí a disposición, para respaldar todo lo que pasa por nuestra mente. Lo sorprendente de este caso fue comprobar cuántas cosas se pueden interiorizar de una obra sin necesidad de acudir al instrumento. Fue un proceso, en el caso de la Iberia, que me cambió radicalmente mi mirada sobre la obra. Con toda la humildad del mundo, lo cierto es que después de esa experiencia sentí que había interiorizado la obra de tal manera que estaba en disposición de grabarla.

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Imagino que llegado este punto, en su mirada sobre la Iberia, se entremezclan las impresiones propias y las lecciones, por así decirlo, heredadas de sus maestros.

Yo he tenido la suerte de trabajar este repertorio con personas que lo habían trabajado mucho y de una manera importante, como mi maestra en la Marshall, Carlota Garriga, y también en las clases magistrales que tuve con Alicia de Larrocha. Su versión es realmente la que llevo más cerca de mi corazón, y lo cierto es que ha habido grabaciones extraordinarias de la obra, como las de Esteban Sánchez o Rafael Orozco.

Y efectivamente las enseñanzas que yo pude recibir se entremezclan ya hoy con mis propias impresiones al estudiar e interiorizar la obra. Y seguramente esto cambiará con el tiempo. Esta grabación es la impresión presente de mi manera de sentir y entender la Iberia de Albéniz, en este momento de mi carrera.

Hacía mención antes a la duración de la obra, que no es precisamente breve. Imagino que es muy distinto el planteamiento a la hora de interpretar la obra en vivo, sin tregua, con respecto a la planificación de una grabación, donde se puede hacer todo por secciones, con pausas, etc. ¿Ha percibido ese contraste?

Sí, aunque cada experiencia tiene su dificultad. Cuando se hace en vivo, del tirón, hace falta una gran concentración y hay que tener cierto fondo para ser capaz de mantener viva la chispa de la obra durante todo el concierto. Pero al final es hora y media y se acabó. 

En cambio la grabación supone estar tres días sin hacer otra cosa que repetir fragmentos, una y otra vez, en busca de la toma buena, para tocarlo con la misma naturalidad como si estuvieras en un concierto.

En ambos casos se trata de una obra con un punto explosivo y atlético que requiere estar muy en forma, tanto física como mentalmente. En mi caso ha sido una de las grabaciones que más he disfrutado, fue un proceso muy intenso pero muy gratificante.

¿Qué es lo que hace de la Iberia de Albéniz una obra tan icónica?

La cuestión con la Iberia es que se habla mucho de la inspiración folclórica y de la cuestión nacionalista que subyace en la obra. Aunque yo no lo veo exactamente así. Para mí hay más bien una inspiración modernista en esta partitura. Digamos que es una mirada a las músicas de España pero casi con ojos franceses, como traduciendo a su manera esa época dorada de la música en París. Todos se conocían y estaban en contacto en aquel contexto en el que escribió Albéniz. En la Iberia hay un colorido prácticamente impresionista.

Y por otro lado esta la riqueza de capas sonoras, esa polifonía tan tremenda que hay en la partitura. Es un pianismo muy rico y estimulante. Hay un trabajo interesantísimo del sonido del instrumento. Hay por supuesto secciones muy coloristas, más ambientales, pero hay muchas capas más en cada pieza. Ese es quizá el mayor reto que presenta la obra y seguramente lleva toda una vida desentrañar todas esas capas, como sucede con cualquier música de esta envergadura.

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Técnicamente hablando, más allá de la duración casi atlética de la obra, ¿hay alguna cuestión que plantee especial dificultad? 

Hay muchas cosas, en realidad. Es una música que exige muy buena memoria muscular a nivel del teclado; hay muchos saltos y cambios de registro. Con una misma mano hay que saltar de un lado a otro del teclado, de manera casi coreográfica, con pasajes de gran dificultad. Pero esto es algo más logístico, digamos, y al final requiere flexibilidad y memoria, es cuestión de práctica y son habilidades que te ayudan lo mismo con Albéniz que con Rajmáninov.

En el caso de la Iberia seguramente  lo más importante sea haber hecho un buen trabajo de escucha polifónica, tener el oído bien educado para escuchar todas las capas de la obra que le mencionaba, casi como si dirigieses una orquesta.

Mencionaba antes el contexto de la influencia sobre Albéniz de los autores franceses de principios del siglo XX, algunos de ellos presentes en los programas que viene interpretando recientemente. En línea con esto creo que hay una cierta coherencia y continuidad en el repertorio que viene interpretando, tanto en disco como en concierto.

Sí, sin duda se trata de tradiciones que están vinculadas más allá de las singularidades de cada autor. En mi caso me gusta mantener esa línea de continuidad y comunicación con los proyectos que hago pero también me gusta mucho salir de mi zona de confort, a veces es bueno cambiar de aires. Lo que está claro es que me gustaría grabar pronto el segundo volumen de las sonatas de Mozart.

Precisamente le iba a preguntar por próximos proyectos discográficos.

Sí, no se si será el próximo disco o más adelante, pero este es un proyecto que quiero retomar. Las sonatas de Mozart constituyen un proyecto muy especial para mí.

Tenía curiosidad también por preguntarle por la recepción en Japón de la música de Albéniz, dado que tuvo ocasión de interpretar allí la Iberia recientemente.

Fue una experiencia realmente increíble. El programador del ciclo donde actué se puso en contacto conmigo directamente. Me quería invitar a tocar Mozart, tras escuchar mi disco con sus sonatas. Y precisamente le dije que en esas fechas que me proponía me iba mejor tocar la Iberia, ya que la tenía recién grabada. Y la recepción por su parte fue muy entusiasta, recordando además cuando Alicia de Larrocha había tocado Mozart y Albéniz en Tokio. El público fue muy receptivo conmigo, mostrando además un conocimiento y sensibilidad extraordinarios hacia la música de Albéniz

Fotos: © Anna Tena