CorCambraPalauSaariaho 

De la Tierra desolada a un Marte esperanzador

Barcelona. 12/11/21. Palau de la Música Catalana. Cor de Cambra. Obras de Xavier Pagès-Corella, Ēriks Ešenvalds, Kaija Saariaho. Andreu Sanjuan, contrabajo y Miquel Vich, percusión. Simon Halsey director.

Si bien no siempre es fácil que exista una coherencia en el programa de un concierto, todavía lo es menos el hecho de ligar trascendentalmente y con tanto acierto dos estrenos corales sin arriesgarse a ofrecer música a un número significativo de butacas vacías. El pasado viernes 12 de noviembre, y con un aforo casi completo, la segunda sala del templo modernista vio la luz de dos obras de nueva creación, tan recientes como comprometidas con la reflexión acerca del destino de la Humanidad y de la Tierra. Tras la reciente cumbre climática celebrada en Glasgow, confluyen ambos estrenos en un momento de preocupación acerca de la renovación energética y de expectación por la apertura de nuevas perspectivas astronómicas a raíz de las misiones a Marte y de los vuelos espaciales, cada vez más habituales.

La primera de las obras, Invocation to the Earth, compuesta por el compositor y director Xavier Pagès-Corella (1971) fue la encargada de abrir este vals cosmológico. Pagès vertebra este encargo de la propia institución bajo el lema del Palau “celebremos la vida”  en una breve, exigente y esperanzadora obra. El atemporal poema de William Wordsworth (1770-1850) –a pesar de ambientarse en las guerras napoleónicas– vertebra una propuesta valiente y no del todo convencional, donde las limitaciones del a cappella no detienen la búsqueda de efectos –a pesar de las mascarillas– con especial atención puesta en la división de voces y una línea melódica principal. La primera parte destaca por su inicio sombrío y la simulación de resonancias para representar un mundo “sumido en el caos y la confusión”. La segunda destaca por la concatenación de voces y puntos de encuentro usando notas más largas y acordes densos, a menudo suspendidos en el aire. Pagès sugiere en esta parte una música donde la incertidumbre da paso a “una esperanza purificadora”, recorriendo pasajes en divisi muy complejos y aprovechando gran parte las posibilidades de textura que ofrece un coro de cámara.

Manteniendo la coherencia temática del programa, la contemplativa Stars (2011), obra a cappella del letón Ēriks Ešenvalds (1977), cristalizó un etéreo momento de plenitud. Aunque no goce de gran popularidad en estos lares, Ešenvalds se ha esculpido un respetable estante entre los compositores corales del centro de Europa, siendo Stars una de sus piezas más interpretadas. En manos del Simon Halsey, algunas de las copas de vidrio –que alternan notas pedal durante toda la obra– sonaron de forma bastante equilibrada, pero su coro destacó por la calidez de la masa coral en los acordes amplios.

El esperado estreno en España de Reconnaissance, obra de Kaija Saariaho (1952) llegó al fin a pesar de la ausencia de la propia compositora, de quien se esperaba una conferencia cancelada por causas ajenas al Palau. El libretista de la obra, Aleksi Barrière, aclaró en su lugar –en un dilatadísimo discurso con “traducción simultánea”– los puntos más reseñables del argumento y cómo fue colaborar una vez más con la compositora finlandesa para llevar a cabo el coencargo de Cor Accentus de París, del propio Palau y de otras instituciones. Aunque evadiendo cuestiones políticas, Saariaho afirma haber plasmado su postura vital en esta obra, remarcando la importancia de la cultura en la sociedad y de los riesgos de sucumbir al “dinero y al marketing”. 

A este “madrigal futurista”, tal como lo califica la propia autora, se sumaron al coro percusión y contrabajo, y se compone de cinco partes muy variadas y de gran dificultad. Una semana extra de ensayos ha sido al menos suficiente para que los cantantes, inseparables del diapasón, asumieran lo que para Halsey es “probablemente la segunda obra más difícil” que ha dirigido hasta ahora. The First Martian in a Long time, Count Down, Greenhouse, Desert People y Requiem son los movimientos de una obra ecléctica e irregular obra, y que incluye un interludio con referencias a la película Solaris. A pesar de la inventiva de Saariaho en los efectos y acompañamiento, no siempre se disimula el hecho de que en ocasiones la pieza parece demandar más presencia instrumental –o incluso orquestal–, aunque el formato de cámara aguante bien la duración y proporciones de la obra.

En el primer movimiento, Saariaho desarrolla sonoridades muy interesantes donde abundan jadeos y siseos en una textura que equilibra lo vertical con lo horizontal. Percusión y cuerda tienen un papel más presente a partir de Count Down que representa la ignición del cohete espacial. Le sigue una suerte de interludio “recitativo” algo confuso antes de retomar el viaje estelar en un tercer movimiento complicado para la afinación. El cuarto movimiento destaca entre lo más llamativo de la pieza, donde Saariaho despliega una sonoridad tribal con la ayuda de la percusión para representar al pueblo Hopi y sus profecías. Saariaho recupera la uniformidad en la obra en el quinto movimiento, que contiene un carácter y materiales comunes que aluden al primero, en un discurso pausado y cosido a base de notas mantenidas, ofreciendo un final orgánico para aquellos que pudieron despistarse en esta travesía hacia las estrellas.

Foto (correspondiente a los ensayos): © Palau de la Música Catalana