Kozhukhin Rajmaninov OBC 1

A corazón abierto

Barcelona. 4-5-6 y 11-12-13 de marzo de 2022. L´Auditori. Obras de Rajmáninov, Ravel, Prokófiev y Shostakovich. Orquesta OBC. Denis Kozhukhin, piano. Matthias Pintscher, dirección musical. Kazushi Ono, dirección musical.

Cada vez con más frecuencia tengo para mí la firme convicción de que están cambiando los modos y tendencias a la hora de programar. El público ha cambiado, los artistas y gerentes también, aunque a veces no lo crean, y asimismo los medios apuntamos hacia nuevos horizontes. No se trata de dejar atrás lo de antaño, por el mero hecho de serlo, pero lo cierto es que cada vez resulta más compleja la cuadratura del círculo, a saber, vender entradas, fidelizando un público cada vez más dispar y sin dejar de lado la integridad y calidad de la propuesta artística. Por eso celebro una idea como la de este Festival Rajmáninov de la OBC en l´Auditori de Barcelona, con Denis Kozhukhin como solista. Es una fórmula a seguir y a repetir, con otros autores y solistas.

La cita, organizada en dos fines de semana consecutivos, tenía el indudable atractivo de presentar la integral de los conciertos para piano y orquesta de Sergei Rajmáninov, un autor ciertamente popular por el calado de sus melodías y por la textura de su música, tan digerible al tiempo que tan elaborada, ideal para convencer a los melómanos más curtidos al tiempo que seducir a los recién llegados. Denis Kozhukhin, protagonista no en vano de nuestra portada en este mes de marzo, se ha revelado como un pianista puro, en el sentido de un intérprete que mira de frente a la música, que no se esconde, que lo da todo y arriesga desde el convencimiento y la pasión. 

Se agradece, de tanto en tanto, encontrar intérpretes que afrontan su oficio a corazón abierto, sin caer en la vanidad del puro espectáculo, ofreciendo simplemente lo que tienen, sin más recovecos ni disfraces. Y todavía más, si cabe, con un repertorio como el que nos ocupa, los conciertos para piano de Rajmáninov, con esa amalgama tan excesla, compleja y aquilatada entre técnica y pasión. 

La maratón, para Kozhukhin, comenzó con el concierto no. 2, del que brindó una versión equilibrada, con la dosis necesaria de romanticismo, pero sin exceso de azucar, encontrando el punto justo entre el virtuosismo técnico y el abandono lírico. Con el concierto no. 4 el pianista ruso mostró quizá su faceta más inspirada, volcado por completo en subrayar ese cruce de caminos que Rajmáninov hizo suyo aquí, adoptando algunos ecos del jazz incipiente.

El concierto no. 1 sonó en cambio levemente más deslucido y alborotado. No digo, ni mucho menos, que Kozuhkhin no lo dominase, pero sí dio la impresión de identificarse mucho menos con esta partitura, lejos de la fascinante conexión que había demostrado con el concierto no. 4, vivido con una intensidad desusada. Aquí en cambio, digamos, se limito a cubrir el expediente, aunque con creces.

Sea como fuere,  el concierto no. 3 puso finalmente el broche a estos dos intensos fines de semana. Kozhukhin lo dio aquí todo, absolutamente todo, en cuerpo y alma. Sonido poderoso, intenso y de digitación precisa, por momentos asombroso en su combinación de apasionamiento y concreción. Portentoso, en una palabra. Kozhukhin confirma con esta maratón que está en el momento justo, en plena ebullición como intérprete.

Kozhukhin Rajmaninov OBC 2 

Si algo cabe reprochar a este Festival Rajmáninov es el hecho de haber contado con dos batutas distintas en el transcurso de estas dos semanas, algo que restó homogeneidad a la propuesta. Los días 4, 5 y 6 el encargado de comandar a la OBC fue el alemán Matthias Pintscher, una batuta interesante, de calado analítico, con un enfoque más diseccionador que expresivo. En cambio, los días 11, 12 y 13 el director al mando fue el saliente titular de la OBC, el japonés Kazushi Ono, de irregular solvencia con este repertorio.

En las obras que completaban los programas, más allá de los conciertos de Rajmáninov, Pintscher no logró levantar el vuelo de la Rapsodia española de Ravel y apenas desentrañó el alma de las Danzas sinfónicas del compositor ruso, que sonaron alicaidas. En cambio, Pintscher hizo gala de un acompañamiento amable y bien medido con los conciertos no. 2 y no. 4 de Rajmáninov, donde pareció conectar con el fraseo de Kozhukhin de una manera franca y natural.

Por su parte, Kazushi Ono brindó una consistente versión de la Sinfonía no. 1 de Dmitri Shostakovich, junto a una suite de El amor de las tres naranjas, de Shostakovich, que sonó demasiado ruidosa. Su acompañamiento en los conciertos no. 1 y no 3. fue francamente desigual, especialmente en el primero, con un fraseo deslabazado y sin alma. Las cosas mejoraron, por fortuna, en el caso del concierto no. 3, seguramente por el poderoso aliento que Kozhukhin imprimió a su versión.

Kozhukhin Rajmaninov OBC 3 

Fotos: © May Zircus