VonOtter Schubertiade22

La diva se dosifica

Schwarzenberg, 22/08/2022. Angelika Kauffmann Hall. Obras de Schubert, Mozart y Lindblad. Anne Sofie von Otter, voz, Kristian Bezuidenhout, piano.

La carrera artística de Anne-Sophie von Otter es uno de los mayores ejemplos de talento, versatilidad y  éxito, además de la demostración palpable de que el buen criterio a la hora de elegir permite una longeva carrera y un reconocimiento casi unánime del público y de la crítica. Ya en el declive de su trayectoria vocal, sigue siendo una gran dama, la gran cantante que nos ofreció recreaciones tan inolvidables como su Octavio del Rosenvalier de Kleiber desde Múnich o el Ariodante de Händel en la impecable grabación con Minkowski. Su recital en la Schubertiade de Schwarzenberg fue una demostración más de que pese a los años, ciertas tiranteces en algunas notas más agudas (el grave sigue siendo impecable) y el evidente cansancio en la voz, oírla es una demostración de cómo se debe cantar lied. Y es que von Otter es de ese grupo de cantantes, bastante escaso, que han compaginado el  mundo operístico, con el oratorio, el lied o la canción de concierto en general (sus incursiones en el repertorio francés son antológicas) con igual entrega y calidad en los resultados. Lástima que esta vez, y creo que no es un hecho aislado en los últimos tiempos, se dosifique bastante en su recital.

Y digo esto porque, al contrario de la mayoría de los cantantes que ofrecen un concierto de lied en este festival que podemos considerar el número uno en su género, combinó sus intervenciones con varios solos de su pianista acompañante, lo que mermó bastante el número de canciones que pudimos escuchar. Quizá la dosificación de sus fuerzas o  el querer presentar un recital diferente en su desarrollo al habitual en un liederabend (aunque sea frecuente en un recital con fragmentos de ópera, sobre todo si es con orquesta) fueran alguna de las razones de este planteamiento, Evidentemente al aficionado esta fórmula no le entusiasma y pese a la calidad del sudafricano Kristian Bezuidenhout, se echó de menos un programa más completo.

Comenzó el concierto con cuatro lieder diversos pero de indudable atractivo, especialmente el primero Der Einsame (el solitario), donde la alegre melodía, remarcada por los repiqueteos del piano,  nos evoca la naturaleza, que como casi siempre en el lied romántico es una promesa de felicidad, y el último, esa maravilla que es Der Tod und das Mädchen sobre un poema de Matthias Claudius. El poema tiene dos partes: en la primera la Doncella quiere ahuyentar desesperadamente a la muerte con su oración; en la segunda la Muerte intenta calmarla prometiéndole un abrazo dulce y acogedor. Schubert consigue aquí una de sus obras maestras mezclando un ritmo acelerado para la plegaria de la joven y otro solemne, duro pero también acogedor en las frases de la Muerte. Aquí von Otter demostró por qué es tan grande. Su manera de decir las frases, su tono, su adaptación a las dos situaciones, la emoción y el control del volumen, dió una lección de cómo se debe cantar un lied. Maravilloso. Después de un anodino Rondó para piano KV511 de W.A. Mozart, y de una amplia y prolija explicación en alemán de von Otter de la temática romántica de los poemas, ambos artistas abordaron cinco canciones del compositor decimonónico sueco Adolf Fredrik Lindblad que la cantante ya había grabado en 2013. No carecen de interés sobre todo las compuestas sobre textos del propio autor (Mån tro, jo, jo! –La fe en la luna, sí, sí–y Bröllopsfärden –La luna de miel) y es evidente que la artista se siente muy cómoda en este repertorio patrio. Especialmente resultó atractiva su interpretación de Vaggvisa (Nana).

La segunda parte se abrió con tres canciones de las cuatro que componen el Op. 62, Las canciones de Mignon, extraídas del libro de J.W. Goethe Años de aprendizaje de Wilhelm Meister. Tres joyas que von Otter interpretó de una manera impecable, especialmente la bellísima So lasst mich scheinen (Dejadme así…). Las dos interpretaciones pianísticas en solitario tuvieron más relieve y demostraron el gran nivel de Kristian Bezuidenhout, sobre todo en el tercer movimiento del Impromptu D 899/3 una pieza que nos recuerda, una vez más, el gran compositor pianístico que es Schubert. En cuanto los lieder restantes que cantó la mezzo sueca todos demostraron la impecable calidad, estilo y sobre todo, perfecta expresión y el trabajo vocal del forte a la media voz que caracterizan a esta liederista excepcional. Destacar la interpretación An den Mond (A la Luna) o Nachtstück (Nocturno), con la que cerraba este estupendo concierto. Hubo dos propinas fuera de programa: Bei dir allein (Solo cerca de ti) donde, a un ritmo endiablado la cantante estuvo espléndida y un cómodo y bellamente recitado Abschied von der Erde donde pudo lucirse el pianista con la melodía.