Kleiter Schuen Heide copy Schubertiade GmbH1© Schubertiade GmbH.

El valor de la colaboración

Schwarzenberg. 24/08/2022. Angelika Kauffmann Saal. Obras de Schubert. Julia Kleiter , soprano. André Schuen, barítono. Daniel Heide, piano.

Una de las ventajas de los festivales más o menos monográficos es que puedes repasar la obra del autor principal al que está dedicado el evento. En el caso de la Schubertiade son, como su nombre indica, las obras de Franz Schubert las protagonistas de casi todos los conciertos, aunque no las únicas, como también es lógico. La obra de Schubert, pese a lo temprano de su muerte, es muy extensa, sobre todo en el campo del Lied, en el que fue un compositor muy prolijo. Lógicamente se suelen programar las canciones más significativas y conocidas y los tres grandes ciclos, pero también, afortunadamente, tenemos ocasión de oír obras de calado (el catálogo liederístico del austriaco es espectacular en calidad) pero menos escuchadas en los conciertos que habitualmente, pero de manera más puntual, se programan por todo el mundo.

En esta ocasión se unieron tres músicos de gran nivel para brindarnos un programa muy interesante, que mezclaba obras más conocidas (incluso celebérrimas) con otras menos escuchadas y para las que se necesitan dos cantantes. Tanto Julia Kleiter como Andrè Schuen son dos voces ya muy conocidas en este festival. Yo reconozco que no había escuchado nunca a la cantante alemana y me sorprendió muy gratamente. Kleiter está en plena madurez vocal, con un instrumento de indudable belleza, con gran seguridad en toda la tesitura, desde un buen agudo a un grave bien perfilado y un centro amplio y de extraordinaria consistencia. Es la cantante ideal de Lied, expresiva, profunda o ligera según requiera el texto, siempre matizado, con variaciones de volumen perfectamente controladas. Estuvo tan convincente que, cosa completamente inusual en un concierto de este festival, una oyente, al final de una de sus intervenciones, lanzó un “bravo” realmente sentido, de los que salen sin saberlo muy bien y que sorprendió gratamente a la cantante y extrañó al público, aunque todos, seguramente, nos unimos a ese bravo.

Andrè Schuen, que visita con asiduidad el festival, es un artista de diferentes características. Menos expresivo, nada gesticulante, la emoción que transmite, porque es un gran liederista, es a través de una voz de una personalidad, belleza y fuerza poco común. Schuen te hace sentir los versos, la melodía simplemente con una inflexión, con una media voz, con leve matiz. Es extraordinario aunque quizá, en esta ocasión, no lo vi tan integrado en el concierto. Cuestión de apreciaciones personales. Completaba el trío de músicos el excelente pianista Daniel Heide, habitual acompañante de Schuen, y que volvió a demostrar su sabia interpretación de la música que acompaña al Lied schubertiano. Su pianismo es elegante y moderado, nunca estridente, siempre preciso, dejando espacio al cantante para que se mueva con soltura en su melodía, sin avasallarlo, siendo siempre su apoyo pero sin abandonar el protagonismo, que como siempre repetimos, tiene el teclado en las canciones de Schubert.

El recital se organizó alrededor de varios grupos de opus (casi siempre formados por los editores de las canciones) en vez del habitual método de clasificación de la obra de Schubert Deutsch (D) creado por el musicólogo austriaco Otto Erich Deutsch. Esta opción, buscando una unidad temática y no temporal en los lieder era otro atractivo del concierto. El Op. 85 (D 866) Cuatro coplas o refranes están dedicados al poeta Johann Gabriel Seidl, autor de los textos. Son unos poemas encargados por el editor vienés Weigl con el objetivo de ofrecer al público obras de Schubert de un carácter más alegre y festivo. Los cuatro Lieder tienen una relación temática y melódica que los hace especialmente atractivos y adecuados para una pareja de cantantes, porque mantienen una especie de diálogo simpático entre un chico y una chica. Ambos intérpretes se adaptaron a este juego que abría de forma alegre el recital. El Op. 58 reúne tres lieder sobre textos de uno de los poetas alemanes más importantes, Friederich von Schiller. Nos hablan, en tono heroico, utilizando a veces el recitativo, del deber pero también del dolor de la pérdida. El primero, de 1815, Hektors Abschied, D312 (La despedida de Héctor) es una canción épica que narra a dos voces el diálogo entre el héroe troyano Héctor y su esposa Andrómaca, ambos personajes muy bien perfilados por la música de Schubert y que interpretaron con convicción Kleiter y Schuen, que cantó también con mucho gusto el más conocido An Emma, D117 (A Emma).

Emocionante la interpretación de Kleiter del último poema Des Mädchens Klage, D191 (El lamento de la doncella) con un gran trabajo también de Heide. El primer lied de los cuatro que forman el Op.106, Heimliches Lieben, D922 (Amor secreto), es sobre un texto de Karolina Luisa von Klenke, madre de Wilhelmina von Chézy, autora del libreto de Rosamunda, la obra sobre la que Schubert compuso una música incidental. Esta su vez es hija de Anna Luisa Karschin, también escritora. Tres generaciones de mujeres de letras se suceden en esta familia. Y evidentemente este opus tiene un toque femenino, pues tres de los cuatro lieder (el comentado, Das Weinen –las lágrimas–, D926 y Vor meiner Wiege –ante mi cuna–, D927 fueron cantados por Kleiter. Para Schuen quedó la interpretación del bellísimo y famoso An Silvia D891 (A Silvia) sobre un poema de Shakespeare. Perfecto colofón para la primera parte del recital.

De las siete canciones que Schubert compuso sobre textos sacados del poema narrativo La dama del lago de Walter Scott, el Op.52 engloba seis, y en este concierto se cantaron cinco: Ellens Gesang I, D837 y Ellens Gesang II, D838 (Cantos de Ellen), Normans Gesang, D846 (Canto de Norman), Ellens Gesang III, D839 (Ave María) y Lied des gefangenen Jägers, D843 (Canción del cazador prisionero). Es indudable, que de este ciclo, el Ave María es la canción más famosa (lo es de toda la producción de Schubert) y fue cantada excepcionalmente por Julia Kleitel. El resto de Lieder, con ese aire entre guerrero y bucólico que inspiran los textos de Scott, fueron interpretados perfectamente por ambos cantantes. También de Scott es Romanze des Richard Löwenherz, D907 (Romanza de Ricardo Corazón de León), está extraída de la novela Ivanhoe. Es un Lied concebido como una balada pero su forma es estrófica. Como curiosidad, fue estrenado en 1827 por el cantante, amigo de Schubert, Johann Michael Vogl, en una schubertiade en casa de Joseph Spaun. De carácter también elegíaco y de temática griega son los lieder contenidos en el Op.6: El conmovedor Memnon D541, el cantado a dúo Antigone und Oedip, D542 (Antígona y Edipo), ambos con textos de Johann Mayhofer y Am Grabe Anselmos, D504 (En la tumba de Anselmo). Los cuatro Lieder del Op.88 cerraban el programa del concierto. De ellos destacar Thekla, D595 sobre un poema de Schiller maravillosamente cantado por Kleiter y el famoso An die Musik, D547 (A la música), con el que Andrè Schuen cerraba sus intervenciones solistas. Como propina, ambos cantantes cantaron la simpática Der beste Liebesbrief.