Midori FranzSchubert23 a

Virtuosismo en el alma

Barcelona. 30/04/2023. Palau de la Música Catalana. Obras de Chaikovski y Brahms. Franz Schubert Filharmonia. Midori, violín. Tomás Grau, dirección musical. 

En su segunda ocasión ya como solista invitada por la Franz Schubert Filharmonia, la violinista japoneso-estadounidense Midori Goto brindó este fin de semana una excepcional recreación del Concierto para violín de Chaikovski, una de sus especialidades -inolvidable su versión con Abbado y Berliner allá por 1992-. Lo cierto es que la trayectoria de Midori bien merece unas palabras previas. Y es que no ha dejado de estar ahí desde que Zubin Mehta se apuntase el tanto de su descubrimiento allá por 1982, a la edad de 11 años y nada menos que con la Filarmónica de Nueva York, cuando todavía no había eclosionado el despegue de toda una generación de solistas asiáticos.

Es realmente fascinante constatar la pervivencia en lo más alto de violinistas como Midori o como Anne-Sophie Mutter, de tan temprano despegue, como sucede hoy en día con nuestra María Dueñas. Tanto que se habla -hablamos en estas páginas incluso- de las vicisitudes de la clásica como una suerte de picadora de carne, que busca lanzar al estrellato a jovenes talentos a toda costa, y lo cierto es que no pocos sobreviven a esa inercia. Supongo que la clave está en un poco perseverar, otro poco en contar con buenos aliados y otro tanto en tener al azar de tu parte. Sea como fuere, celebro que Midori siga rindiendo a tan alto nivel, tras cuatro décadas en activo, que se dice pronto.

En el violín de Midori se escucha una mezcla bien aquilatada de virtuosismo técnico y expresividad, pues en contra de ese extendido cliché sobre los instrumentistas asiáticos, ella toca con pasión, ahondando en un fraseo sumamente expresivo. Su Chaikovski probó que es posible exhibir virtuosismo en el alma. Más allá de alguna leve tensión en las notas más agudas de la pieza, Midori cantó los temas principales de la pieza con un sonido bellísimo, terso, redondo. Espectacular la solista en la cadencia, verdaderamente admirable en su aplomo y precisión.  

A su lado, la Franz Schubert Filharmonia dio muestra una vez más de su probada solvencia acompañando a solistas. Brillaron así con luz propia las maderas de la formación, tan bellamente requeridas por Chaikovski en el segundo movimiento.

Midori FranzSchubert23 b

En la segunda mitad del concierto, Tomás Grau y su orquesta ofrecieron una versión bastante personal de la Tercera sinfonía de Johannes Brahms, comenzando por tomar al pie de la letra la indicación de Allegro con brio, con un arranque de inusitado dinamismo, apuntando hacia el caracter heróico que marca la pieza. 

En conjunto, escuchamos una Tercera con bastantes ideas aunque no todas plasmadas con igual fortuna. En realidad, esto es algo que podría achacarse al propio Brahms, pues no es la Tercera a mi juicio la más redonda y acabada de sus sinfonías, por magistral que resulte en términos de orquestación. Hay algo de patchwork en esta partitura que impide escuchar en ella un discurso tan cohesionado como en sus otras sinfonías.

Sea como fuere, escuchamos bellos momentos en el movimiento lento, el Poco allegreto, a fuer del buen hacer de las cuerdas del conjunto, netas, integradas, cohesionadas como un solo hombre en cada ataque, si bien hubo pasajes demasiado lentos para mi gusto, como planificados en exceso por parte de Grau. Sonó en cambio trepidante el postrero Allegro, realmente vibrante, desencadenado con furia, brillante en la ejecución.

Foto: © Martí E. Berenguer