Francisquita Santander23 a 

Un éxito indiscutible

Santander. 12/05/2023. Palacio de Festivales de Cantabria. Amadeu Vives: Doña Francisquita. Rocío Pérez (Francisquita), Marina Pardo (Aurora), José Luis Sola (Fernando Soler), Cesar San Martín (Lorenzo), Enric Martínez-Castignani (don Matías), Manuel de Diego (Cardona) y otros. Orquesta Oviedo Filarmonía, Rondalla Grupo Albéniz, Coro Lírico de Cantabria Y Coro Joven de Santander. Dirección musical.: Miquel Ortega. Dirección escénica: Francisco López.

Daba gusto ver el santanderino Palacio de Festivales lleno hasta la bandera y con un público entregado, dispuesto a disfrutar de una de las zarzuelas grandes más relevantes de la historia del género: Doña Francisquita. El curso pasado se recuperó la lírica en la ciudad tras una larga época de crisis económica y pudimos disfrutar de una Luisa Fernanda de un nivel más que respetable y cabe comenzar estas líneas con una afirmación rotunda: la primera de las dos funciones de Doña Francisquita ha sido muy disfrutable, muy bien cantada y un éxito popular sin paliativos. A ello ha coadyuvado, sobre todo, la labor de los dos protagonistas, una Rocío Pérez de voz hermosa y agudo muy fácil y un José Luis Sola que es el paradigma de la elegancia misma en el canto. Evidentemente, otros elementos también ayudaron a tal éxito pero creo de justicia destacar la labor de estos dos protagonistas.

Rocío Pérez no es dueña de una voz muy grande pero a la hora de diseñar esa joven Francisquita, un punto caprichosa y bastante ladina con tal de conseguir su objetivo, que no es otros sino el amor de Fernando Soler puso sobre el escenario sus dos habilidades: la primera, una voz de soprano lírico-ligera preciosa y con un agudo solvente, bien proyectado y sonoro que pudimos disfrutar en la Canción del ruiseñor; y, en segundo lugar, unas dotes de actriz nada desdeñables, dando a su personaje toda la credibilidad necesaria.

José Luis Sola parece dueño de algún poder diabólico que le permite tener una apariencia y una voz por la que los años, siquiera aparentemente, no pasan. Es un tenor elegante, tanto en su planta escénica como en su estilo canoro. El agudo palidece en alguna ocasión pero el fraseo es impoluto y su Fernando Soler, si peca de algo es que es demasiado serio, demasiado envarado. Una actuación notable y en su romanza Por el humo se sabe dónde está el fuego arrancó con justicia el fervor popular.

Francisquita Santander23 b

Quizás el punto más débil de la noche fue el primer acto de Marina Pardo (Aurora) y apunto el primero porque en los dos restantes las prestaciones mejoraron ostensiblemente, cuando la mezzo cántabra fue más exactamente lo que esperábamos. Muy bien Manuel de Diego como Cardona, el alter ego, casi la conciencia misma de Fernando Soler y un lujo absoluto que César San Martín asumiera el rol de Lorenzo, al que dio en el acto III una relevancia evidente.

Enric Martínez-Castignani actuó de forma soberbia en el ingenuo y cegado Don Matías. No se quedó a la zaga Palmira Ferrer como Doña Francisca, con un agradecido punto de comicidad en sus ansias amorosas. Miembros del Coro Lírico de Cantabria y del Coro Joven de Santander asumieron la docena y media de papeles episódicos donde. Como es lógico, hubo de todo aunque podamos destacar por ser justos las buenas frases de Jesús Cantolla (lañador y sereno).

Todo estaba coordinado por el especialista Miquel Ortega que llevo con buen pulso la obra. Le respondieron adecuadamente orquesta y coro y el resultado final fue de éxito popular. La puesta en escena de Luis López –la producción es del Teatro jerezano Villamarta es tan eficaz como resultona, dando prioridad absoluta a la calle, a sus vecinos, a la camaradería de un Madrid que ya es historia.

Queda pues claro que la función ha sido un éxito y es de desear que ello suponga la vuelta de otro título lírico a la capital cántabra a la mayor brevedad. Ello no obsta para que, como tantas veces, un servidor –y quiero suponer que muchos más espectadores- tuviera que lidiar con el comportamiento inadecuado de más de uno que o bien olvida apagar su teléfono móvil, o bien tose para que todo Santander se entere de sus dolencias, sin proteger la salida al exterior de sus inapreciables bacterias o bien tararee la melodía que conoce, como si llegara a imaginar que alguien hubiera pagado su entrada por oírle cantar. En este sentido sí que queda mucho por hacer.

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Fotos: © Miguel de Arriba | SRECD