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La fotonovela bufa

Madrid. 01/06/2023. Teatro Real. Rossini: Il turco en Italia. Sabina Puértolas (Fiorilla), Adrian Sâmpetran (Selim), Pietro Spagnoli (Geronio) Anicio Zorzi Giustiniani (Narcisio) Poeta Mattia Oliveri (Poeta Prosdocimo), Chiara Amarù (Zaida), Pablo García-López (Albazar). Orquesta y coro Titulares del Teatro Real. Laurent Pelly, dirección de escena.Giacomo Sagripanti, dirección musical.

Nuevamente, más de doscientos años después de su estreno, se demuestra, con la nueva producción del Teatro Real de Il turco in Italia, que las óperas bufas de Gioachino Rossini siguen sonando con gran frescura y que se adaptan perfectamente los cambios escénicos a los que se las someta. Quizá los argumentos ahora nos parezcan un poco rancios y, por supuesto, son ajenos, sobre todo en la forma, a los modos sociales actuales. Pero si recordamos que hace dos siglos ni la sociedad ni la situación de las mujeres era la misma  y aceptamos que un libreto de aquel tiempo se ceñía a las convenciones sociales del momento, y no a las actuales, disfrutaremos sin duda del sagaz humor de Rossini y sus libretistas. 

Y eso es lo que hizo el público del pasado día 1 de junio disfrutando, como decíamos,de una divertida y bien diseñada nueva producción de Il turco in Italia que firma Laurent Pelly. El director francés acude, para sustentar su idea artística, a la fotonovela, género inventado en Italia y que arrasó en los años 60 y 70 del pasado siglo. Las fotonovelas, como muchos de los lectores sabrán y como su nombre indica, son una novela, generalmente del género romántico, que se contaba a través de fotografías a las que acompañaban bocadillos con los diálogos correspondientes a cada viñeta o foto. Pelly, acompañado de un estupendo equipo que realiza un gran trabajo técnico (él también firma un atractivo vestuario) y traspasando la acción a un barrio residencial de Nápoles en los años 60, utiliza el género para crear el andamiaje en el que la historia de Il turco tiene un encaje perfecto. Fiorilla, la protagonista, es una fan de las fotonovelas que se encapricha del príncipe turco Selim que, en un giro que nos recuerda a la película La rosa púrpura de El Cairo de Woody Allen, aparece en escena saliendo de un barco-fotonovela que arriba a Nápoles, un efecto escénico muy afortunado y que entronca con la idea del “teatro dentro del teatro” que Felice Romani, libretista de la ópera, ya desarrolla con la introducción de un personaje de la ópera, El poeta, una especie de narrador de la trama la cual siempre parece salir de su imaginación. La disparatada y divertida historia se va desarrollando perfectamente hasta el esperado final, con un excelente movimiento actoral (aunque se abuse demasiado el recurso de hacer bailar a los personales al son de la animosa música de Rossini) y la entrega total en lo teatral de todos los cantantes.

Para esta ocasión, el Teatro Real ha reunido un excelente plantel de artistas que se han dividido en dos repartos con tres protagonistas femeninas. En esta función el papel de Fiorilla fue encarnado por Sabina Puértolas. La soprano navarra demostró su gran profesionalidad y nivel actoral defendiendo perfectamente la propuesta de Pelly con esa imagen de ama de casa italiana, que nos recordaba a Sofia Loren, y que, caprichosa y coqueta, es el alma de la ópera. En lo vocal destaca su excelente trabajo en las coloraturas, esencia del bel canto, trabajadas sin prisa, recreándose en cada nota, siempre cantada sin gritar, incluso a media voz pero oyéndose en todo el  teatro. Moviéndose con seguridad por toda la tesitura, destacó especialmente por su perfecta interpretación de su gran escena del segundo acto Squallida veste bruna, muy aplaudida por el público.

Muy buen Selim de Andrea Sâmpetrean. El bajo rumano, como todo el elenco, fue un perfecto actor que además cantó con soltura y llegando sin dificultad a todas las notas. Con una voz perfectamente proyectada destacó especialmente en su dúo con Fiorilla D'un bell'uso di Turchia. ¡Y qué lección de canto bufo rossiniano dió Pietro Spagnoli!  Estuvo excelente en todo momento, con una voz bien templada y sonora y fue braveado en una gran Se ho da dirla avrei molto piacere

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Se anunció por megafonía antes de comenzar la función que el tenor Anicio Zorzi Giustiniani (Don Narciso) estaba indispuesto pero que cantaría por deferencia al público. Por esa misma razón es lógico que no se comente en esta crónica su participación, recalcando, no obstante, que cumplió con su trabajo. El recitativo es un arte y muchas veces resulta muy difícil ese tipo de canto. Estupendamente lo hizo Mattia Oliveri, cuyo papel como el poeta Prosdocimo se basa especialmente en el canto apoyado por el contínuo. Posee una voz de un bello timbre y de gran sonoridad y fue uno de los cantantes más destacados de la noche a pesar de no tener grandes intervenciones.  

Muy bien la Zaida de Chiara Amarù, una voz con un vibrato natural atractivo y que se desenvolvió con soltura y clase en todas sus intervenciones. A buen nivel Albazar de Pablo Gacía-López que cumplió sin problemas en toda su parte. Fenomenal trabajo de la sección masculina del Coro Titular del Teatro Real que mostró una perfecta conjunción y un desenvuelto trabajo en escena. 

En la entrevista publicada en Platea Magazine a tenor de estas representaciones en el Real, el maestro Giacomo Sagripanti daba ya pistas de cómo iba a abordar este ópera rossiniana: fidelidad al bel canto y claridad en el enfoque, de acuerdo con los estándares propios de la ópera bufa. Su trabajo fue excepcional, ampliamente refrendado por un público que lo ovacionó con ganas al saludar después del intermedio. Estuvo siempre atento al escenario y desde la obertura su lectura brilló por un ritmo alegre sin ser desenfrenado, siempre controlando y dirigiendo con pericia una Orquesta Titular del Teatro Real que cada día más demuestra su gran calidad. 

Una función en la que brillaron la inteligencia, el humor y el trabajo bien hecho de todos los participantes.