Krimmel Schwarzenberg23 a 

El triunfo merecido

Schwarzenberg, 19/06/2023. Angelika Kauffmann Hall. Die schöne Müllerin (La bella molinera). Konstantin Krimmel voz, Daniel Heide, piano.

Aunque sólo cuatro años separan los dos  únicos ciclos de canciones concebidos como tales por Franz Schubert, Die schöne Müllerin (La bella molinera, 1824) y Winterreise (El viaje de invierno (1828), tienen un carácter muy diferente. El primero, en el que nos vamos a centrar en esta crónica, narra la historia de la obsesión de un joven caminante (el ideal romántico del hombre que busca nuevos horizontes) y que encuentra trabajo en un molino donde se enamora de la hija de un molinero. Esta relación, esta búsqueda, representa la juventud en flor donde el color verde significa la juventud pero también los celos y donde el piano, en un papel fundamental, representa el arroyo, el amigo y compañero del joven molinero. Ambos ciclos se basan en poemas de Wilhelm Müller, hoy bastante olvidado pero que gozaba de gran popularidad a principios del siglo XIX. Schubert suprime el prólogo y el epílogo de este La bella molinera y convierte al aprendiz de molinero en el narrador de la historia. Todo lo vemos desde un punto de vista subjetivo, dándole una visión dramática que engrandece el ciclo. Una historia que pasa de el optimismo con la llegada al molino, el enamoramiento de la hija del molinero, que erróneamente él cree correspondido, la aparición de un cazador por el que bebe lo vientos la molinera y el trágico final de un joven que ya no tiene razones para vivir.

A lo largo de veinte canciones esta historia nos conmueve, tanto por la sencillez de la trama como por unos sentimientos a flor de piel, mucho menos complicados de los que aparecerán en Winterreise. Die schöne Müllerin no es por ello más simple ni sus lieder más básicos, simplemente se adaptan a la juventud, al anhelo de amor, al fracaso más inmediato, de un amor, no de una vida como ocurre en otro ciclo. Konstantin Krimmel comprendió a la perfección esta idea de Schubert y nos brindó una Molinera inolvidable, de una belleza absoluta, sin amaneramientos, limpia y sencilla. Es el joven que cuenta su drama pero no rasgándose las vestiduras sino con sinceridad, mostrando sus sentimientos y haciéndonos partícipes de sus alegrías y sus penas. El barítono alemán bebe de la gran tradición liederista alemana que nos lleva a Fischer-Dieskau, Peter Schreier o el para mí siempre admirado Hermann Prey. El verso suena de una manera fluida, lleno de matices bellamente desgranados en los que apreciamos cada estado de ánimo. Krimmel posee una técnica perfecta que le permite moverse perfectamente en el agudo o el grave, pero que sobre todo brilla en un centro amplio, bien templado, espectacular. Sabe manejar los volúmenes a la perfección, sin sonar nunca demasiado brusco o agresivo en las canciones más intensas. ¿Cómo destacar un lied sobre otro en estas veinte bellísimas canciones? parece obligado en una crónica aunque tengo que reconocer que lo hago casi al azar porque el nivel fue tan altísimo que fue un bloque, no canciones sueltas. Tenemos como ejemplo de conexión entre el viajero y el arroyo el precioso Wohin (¿A dónde?). Mezcla perfecto de un lied donde se une el ardor y la pasión por el trabajo con las semicorcheas, siempre utilizadas para recordarnos el agua, es Am Feierabend (Después del trabajo). Se abre con un precioso preludio pianístico esa joya que es Thränenregen (Lluvia de lágrimas). Increible con qué soltura, con qué perfecta dicción canto Krimmel el endemoniado Der Jäger (El cazador), en el que el joven aprendiz desata toda su ira contra el rival en su amor por la molinera. La marcha fúnebre que impera en Trockne Blumen (Flores secas) nos prepara de una manera dolorosa al fatal desenlace que se hace realidad en esa impresionante Das Baches Wiegenlied (Canción de cuna del arroyo) donde los dos amigos se unen para siempre. 

El pianista Daniel Heide, el “arroyo” de nuestro joven enamorado, fue un maravilloso acompañante, lleno de vida y consiguiendo momentos solistas de indudable belleza. La concepción del ciclo de ambos artistas es la misma y eso se nota en una especial conexión que enriquece toda la obra. No hay que olvidar que en este recital se presentaba el CD que ambos artistas han grabado para el sello Alfa-Classics en la Markus-Sittikus-Saal en la ciudad de Hohenems, la otra sede de la Schubertiade. Tiempo habrá de volver sobre esta grabación y recordar el enorme recital (con casi todo el público en pie en los aplausos finales) que llenó de belleza Schwarzenberg.