Lorenzo Viotti c MelleMeivogel

Entre tinieblas

Amsterdam 27/11/23. Het Concergetbouw de Amsterdam. Obras de A, Schönberg: Verklärte Nacht (La noche transfigurada)op. 4 (1899), arreglo para orquesta de cuerdas 1917; rev. 1943. G. Verdi: Quatro pezzi sacri (1886-1897). VU- Kamerkoor, (Dir.coro: K. Audere). Kamerkoor NEXT, (Dir. Coro.: F. Oldenhuis).Vocal Ensemble MUSA, Dir. Coro.:B. Csillag). Dir. Coro. general: E. Ananian-Cooper. Nederlands Philharmonisch Orkest. Dir. Mus.: L. Viotti.

Contrastes en un programa muy bien planteado con una primera mitad dedicada a la juvenil obra de madurez de Schönberg, al inicio de su carrera compositiva, con la fantástica Verklärte Nacht; y una segunda parte con uno de los últimos testimonios musicales religiosos de Verdi, sus paradigmáticas Quatro pezzi sacri.

Lorenzo Viotti (Lausana, 1990), es uno de los directores de nueva generación, más mediáticos y seguidos en las redes sociales. Hijo de una conocida saga de familia de músicos es a la postre director de la Nederlands Philharmonisch Orkest en su tercera temporada, contrato que finalizará la temporada 2024-2025. Desde su formación en 1985, la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos ha sido la orquesta residente de la Ópera Nacional Holandesa, donde Viotti recientemente ha dirigido su primer Wagner, un Lohengrin en nueva producción de Claus Guth. Viotti es también director principal invitado de la Orquesta Gulbenkian, de la que fue director titular en los años 2017 a 2021.

Antes de la interpretación de la Noche Transfigurada de Schönberg, Viotti, micro en mano se dirigió a la audiencia para explicar las características de la obra y para anunciar que se escucharía el poema de Richard Dehmels, Verklärte Nacht, sobre el que Schöberg basó su obra, declamado por el actor holandés Reinout Scholten van Aschat, en una voz en off grabada.

Arnold Schönberg compuso primero su Verklärte Nacht como sexteto de cuerdas en un movimiento (1899), y más tarde, consciente de su calidad y considerada su primera obra maestra de su catálogo la orquestó para formación de cuerdas en 1917 y la revisó en 1943. En esta última forma se presentó en el concierto en la sala principal del Het Concertgebouw.

Viotti asumió las ricas armonías, la densidad cromática de la obra y sus tres secciones como buen ejemplo de música programática que es, con gran fluidez narrativa. Las cuerdas de la Nederlands Philharmonisch Orkest respondieron con claridad, morbidez en los matices y con un atractivo sonido desde los contrabajos y los chelos. 

Con todo y la atractiva sonoridad de la lectura y la gran respuesta en el fraseo y los colores de la orquesta, se echó a faltar una mayor profundidad expresiva, pues primó la belleza objetiva de la obra y le faltó una mayor implicación emocional que estuviera a la altura del drama en el que está basado el poema. 

En la segunda parte, de nuevo micro en mano, Viotti alabó la audacia de un Verdi octogenario en su acercamiento a la religiosidad, es sabido el fuerte agnosticismo del compositor, con sus Quatro pezzi sacri, de la que dos son para coro a capella. Aquí cobraron mucha importancia los tres coros participantes, unidos en este concierto bajo la dirección de Edward Ananian-Cooper.

Sin duda la cristalina belleza de las voces femeninas a capella en la primera pieza, el Ave Maria (1889) “Scala enigmática armonizzata a 4 voci miste” Moderato, es de una complejidad armónica notable en su ejecución. La dificultad de la obra no se notó por la limpieza vocal del coro, que asumió la progresión natural de la polifonía a cuatro voces, con una majestad tímbrica, belleza en la proyección y cuidado en los detalles y las transiciones, que elevaron la ejecución a ese extraño mundo verdiano donde un misticismo austero y característico se transforma en una expresión de humanidad inasible.

En la segunda pieza, el Stabat Mater (1896-1897) Sostenuto, la inclusión de la orquesta, majestuosa y dramática en sus acordes iniciales, combinó con los lamentos exasperados de un coro impecable. La extraña mezcla de dramatismo, búsqueda de respuestas y resignación de la obra, se elevó en una lectura ascética, magnificas secciones corales, fagotes y trompetas, bien equilibrada y que hizo justicia a las preguntas sin respuesta que Verdi parece siempre querer hacer cuando se acerca a la religiosidad.

La tercera pieza, el Laudi alla Vergine Maria (1886-1888) Moderato, para coro femenino a capella, con texto de una oración del canto XXIII del Paraíso de Dante, demostró de nuevo el primoroso trabajo de las secciones femeninas del coro. Colores, luz y recogimiento expresivo. En la última y más larga de los Quatro pezzi sacri, el Te Deum (1895-1896) Sostenuto, para orquesta y coro doble, la imbricación de voces y orquesta asumió el reto verdiano con profesionalidad, en un resultado global gratificante.

Las indicaciones de Viotti, muy atento al coro y a la expresión en las piezas a capella, excelentemente trabajadas por Edward Ananian-Cooper, se tornaron algo difusas en sus intenciones expresivas con la orquesta. Una sensación de falta de discurso general final que quizás resida en la compleja originalidad formal compositiva de las piezas, pero que dejó un cierto poso de falta de carisma para unas obras que piden lecturas incisivas y maduras.

Foto: © Melle Meivogel