Andras Schiff Palau 

Una cena con András Schiff

Barcelona. 09/02/2024. Palau de la Música Catalana. Obras de Bach, Haydn, Mozart, Beethoven y Mendelssohn. András Schiff, piano.

La propuesta de András Schiff parecía original desde el momento en que los asistentes al concierto no sabíamos qué obras iba a interpretar. Se sabía que la cosa se iba a centrar en el pianismo mas clásico: Bach (si se permite el término "pianismo" para este caso), Haydn, Mozart y Beethoven. Un servidor no tenía la menor idea de que Mendelssohn estaba tambien invitado a la fiesta. El hecho es que al señor Schiff le gusta presentar las obras de viva voz al publico y ello no implica solo anunciar la obra sino hablar un poco sobre ella. En este caso consideró adecuado dirigirse al público en italiano. Un acierto que le permitió comunicarse razonablemente con la congegación esquivando la omnipresencia del inglés como lengua franca. La verdad es que ello funcionó bien como espectáculo, aunque dio lugar a un concierto extremadamente largo que forzó  al espectador medio a disfrutar del descanso pensando en la cena.

La primera fase de la velada tuvo como protagonista a Johann Sebastian Bach. Aunque en sus arengas el pianista nos hizo saber que tiene un clavicémbalo y lo toca a diario no se pueden evitar las diferencias entre el "original" y su version pianística. Schiff no es un pianista de corte "romántico", pero cierta amplitud dinámica fue de un gran "pianismo", lo cual no es ningún reproche . Asi siguió la cosa con una obra de juventud y cuya factura programática se explicita en los títulos de cada uno de sus seis números: Cappriccio sulla lontananza del suo fratello dilettissimo, de fecha indeterminada pero proxima a 1703 o 1704. Todo en la linea de elegancia y sobriedad que Schiff había mostrado desde el inicio. Sin embargo fue poco poético -la moderacion es el riesgo de la sobriedad-, en la Suite francesa nº5 BWV 816.

Y aquí llegó sin solución de continuidad, es decir, presentada con la pieza anterior, "Eine kleine Fugue" BWV. 574, escrita para pianoforte por Wolfgang Amadeus Mozart en 1789. La obra se relaciona claramente con Bach por el hecho de que fue escrita durante una estancia en Leipzig en que Mozart pudo estudiar algunas partituras, según el maestro de ceremonias, que ejemplificó los sorprendentes pasajes dodecafónicos que dan inicio a la obra antes de tocar con gran estilo la pieza entera. 

Volvió a Bach, sin embargo, con  el Ricercare a tre de la Ofrenda musical (Musikalische Opfer) BWV 1079, cuyo tema principal es idea, supuestamente, de Federico de Prusia y que András Schiff ejecutó de manera realmente emocionante. Mantuvo  ese tono con la Fantasia en do menor de Mozart, estilisticamente excelente en las manos de Schiff y conectada temáticamente con la obra anterior.

Segun Schiff si Mozart es un poeta, Haydn es un filosófo. Mozart canta, Haydn habla. Y con este enfoque empezo a tocar las Variaciones en fa menor de Haydn con adornos preciosos y un fraseo muy fluido. Muy fuerte como primer plato.

Tras el intermedio había que hincarle el diente al segundo y Schiff ensalzó a Pau Casals y su discurso sobre la libertad con orden, refiriéndose al cellista catalan como el más grande de los interpretes (así, en general) , mientras ofrecía una convincente (como todo durante la velada) Fantasía cromática y fuga en re menor de Bach antes de pasar a Mendelssohn. Aparentemente estábamos ya alejados de la orilla, pero las Variations serieuses Op. 54 de Mendelssohn estan fuertemente conectadas con Bach como lo está en general su autor, reconocido proselitista de la obra de Bach. Un proselitista infravalorado igual que Haydn, en opinión de Schiff. Durante la ejecución de las Variations se produjo un bravo fuera de tiempo pero perfectamente justificado dado el brillo de la cosa.

Finalmente apareció Beethoven, con la Sonata nº17  en re menor de Beethoven, conocida por el título de La tempestad de Shakespeare. Desde el primer momento Schiff nos previno sobre aquellos intérpretes que tocan el allegretto final como si la partitura consignara presto, tema siempre relativo teniendo en cuenta el compás en que está escrito. Schiff fue coherente con concesiones en función de cada secuencia y nos siguió oreciendo un fraseo de gran clase.

Llegaron los postres y si la cena había sido un atracón todavía quedaba terreno por correr con tres bises, entre ellos un Aria de la Variaciones Goldberg con repeticiones y un tiempo ligero que en la opinión del que escribe tendría que acompañarla siempre y un delicadísimo primer movimiento de la Sonata nº16 de Mozart.

Y así rodando nos fuimos a casa, con la duda de si habíamos asistido a un recital o a otra cosa, pero gratificados por un repertorio interesante y un intérprete excelente, además de locuaz. Dicho esto último con todo el respeto porque en realidad el formato funciona, aunque adquiera dimensiones wagnerianas.