Ese gran árbol
Madrid. 22/06/24. Auditorio Nacional. Temporada de la OCNE. Beethoven: Missa Solemnis. Sara Wegener, soprano. Wiebke Lehmkuhl, mezzosoprano. Maximilian Schmitt, tenor. Ashley Riches, bajo. Coro Nacional de España. Orquesta Nacional de España. David Afkham, director musical.
Beethoven es un gran árbol. Ese gran árbol que ha menudo comparamos con un ciprés, en reminiscencias delibenianas, por aquello de su alargada sombra que todo alcanzó después. Hasta el día de hoy. De cerca, esa estructura grandiosa que erige en su Missa Solemnis, con grandes ramificaciones y sutiles brotes, siempre frondoso en follaje, también encuentra su parecido. Puede resultar áspero incluso en sus formas, inesperado en los porqués, pero siempre de una apabullante majestuosidad.
El titular de la Nacional, David Afkham, transmitió buena cuenta de todo ello, en una lectura que miró siempre por la construcción del todo, la armonía de la arquitectura. Ya el Kyrie inicial sirvió para corroborar el buen trabajo de atriles por secciones, muy especialmente en las maderas y evidenciar el protagonismo escrito y otorgado al Coro que, sin embargo, fue adquiriendo mayor empaque y precisión a lo largo que avanzaba la noche y a pesar de la exigentísima escritura aguda del compositor de Bonn para su parte. Resaltaron los momentos de mayor fuerza por encima de los de recogimiento, a pesar de que Afkham siempre buscó la precisión más contenida, sentida, incluso pausada. Y sumar a todo ello la acertada participación de la concertino Valerie Steenken al llegar el Benedictus, de formas y expresión que parecieron ir de la mano en lo requerido por la batuta para toda la orquesta. En suma, una exposición continuadamente elocuente en parámetros beethovianos que hacen prever un estupendo arranque de la próxima temporada, con la ópera Fidelio en versión concierto.
Por su parte, el cuarteto solista, formado por la soprano Sarah Wegener, el tenor Maximilian Schmitt, la mezzo Wiebke Lehmkuhl y el barítono Ashley Riches cumplieron su cometido ante la inclemente acústica de la sala sinfónica del Auditorio Nacional para las voces. Mostraron sendos bellos timbres, con proyección suficiente, en una concepción, en líneas generales, diría, más liederística, que no resultó obice para completar un cierre de temporada por todo lo alto, clausurado con grandes aplausos por parte del público.