Don Quijote enamorado

Madrid. 16/12/15. Teatro de la Zarzuela. Compañía Nacional de Danza. Minkus: Don Quixote. YaeGee Park (Quiteria). Joaquín de Luz (Basilio). Seh Yum Kin (Dulcinea). Isaac Montllor (Don Quijote). Jesús Florencio (Sancho). Aída Badía (Mercedes). Esteban Berlanga (Espada). Escenografía: Raúl García Guerrero. Figurines: Carmen Granell. Dirección musical: José María Moreno. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coreografía: José Carlos Martínez. 

“El amor es como don Quijote: cuando recobra el juicio es para morir.” Con estas palabras resume Jacinto Benavente el sentimiento más universal, más bello, más doloroso y también el más presente en la obra de Cervantes.

La danza española está de enhorabuena. La Compañía Nacional de Danza ha glorificado de nuevo este bello arte con un montaje esplendido ante el público del Teatro de la Zarzuela. El pasado 16 de diciembre y tras más de un cuarto de siglo sin representar un ballet completo la CND subía a las tablas del teatro madrileño un 'Don Quijote´ único. Algo más de dos horas de espectáculo que se alargaron por los continuos aplausos del público a este genial montaje de José Carlos Martínez, culpable también de los éxitos de la Compañía en los últimos años. Tres actos de un clásico cuidado al detalle ante un teatro que respiraba emoción y expectación ante este acontecimiento histórico, y es que un estreno absoluto de estas características, después de tantos años, no es para menos.

Los ingredientes eran los mejores: La rítmica y melodiosa música de la partitura de Ludwig Minkus perfectamente empastada por la ORCAM con la coreografía de José Carlos Martínez, inspirado a su vez en las clásicas versiones de Marius Petipa y Alexander Gorski, y un elenco cada vez más erudito (sin duda Martínez se lanza a este reto sabiendo la ya consagrada valía de sus bailarines y bailarinas), brillando, especialmente Esteban Berlanga como Espada y Anthony Pina como Jefe de los Gitanos ambos bailarines principales, inmensos en la perfecta ejecución de sus respectivos bailes. Pero, sin duda, el ingrediente esencial fue la fuerza, la armonía y la belleza que ofrecieron los protagonistas de la noche: Joaquín de Luz y YaeGee Park o lo que es lo mismo, Basilio y Quiteria, los enamorados que acabaron enamorando al público presente. Joaquín de Luz volvía a Madrid con este reto y no defraudó, su perfección absoluta, su baile liviano, pulcro y limpio encandiló a un Teatro de la Zarzuela que se caía en aplausos cada vez que él o la coreana YaeGee Park, bailarina solista de la Compañía Nacional, mostraban su destreza, con aplausos incluso antes de terminar cada ejecución. Ella, sola o acompañada, creíble, bella y absolutamente académica deslumbró también con su personaje cándido pero fuerte de Quiteria que la lleva de un hombre a otro, de un bailarín a otro, pero que en todo momento “vuela” sobre la historia y consigue que prácticamente solo nos fijemos en ella y en su amor por Basilio.

Aires de pueblo, la España de Cervantes en puntas frente al público. Amor, humor, sueños, fantasía y Quijote, con su inseparable Sancho, que gracias a la magnífica escenografía, al cuidado vestuario y a la conducción de José María Moreno al frente de la ORCAM consiguieron crear junto a la danza, la protagonista, una atmosfera mágica y sincera.