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Su primer Palau

Barcelona, 25/09/24. Palau de la música catalana. Obras de Beethoven, Gubaidúlina, Mendelssohn y Granados. Emma Stratton, piano.

La artista que protagonizaba el concierto del miércoles es reciente beneficiaria de la beca Alicia de Larrocha, en su primera edición. Emma Stratton, que es como se llama nuestra protagonista, y el pianista Martín García, tercer premio de la XVIII edición del prestigioso concurso Chopin de Varsovia, que también tiene programado un concierto en el Palau para el próximo 20 de noviembre.

Era pues el primer Palau para Emma Stratton, nacida en Pals (Baix Empordà) en 1999 con estudios en la Acadèmia Marshall y el ESMUC y posteriormente el master en interpretación que ha finalizado en Hamburgo en 2023 con el profesor Aleksandar Madžar, con quien continúa perfeccionando técnica y repertorios diversos. Para la ocasión presentó el repertorio de su primer trabajo discográfico, Syndesi (Seed Music, 2024).

Sin que sirva de precedente el inicio no fue el más alentador. No solo porque a un servidor no le apasiona que los artistas hablen en el escenario (Stratton presentó cada una de las piezas) a no ser que sea para presentar un bis. La Sonata nº18 en mi bemol mayor op.31 nº3 de Beethoven es una sonata curiosa puesto que no tiene movimiento lento propiamente dicho. Fue compuesta en 1802 (inmediatamente posterior a las tres sonatas para violín op.30) y es la ultima de su autor que incluyó un minuet. Por motivos que desconozco, aunque la mecánica pianistica fue siempre muy limpia, Emma Stratton perdió constantemente oportunidades expresivas, quedando un discurso bastante plano en general. Si ello responde a una decisión estilística deliberada no lo sé pero esta sonata fue sin duda lo menos brillante del recital. Incluso el primer movimiento (Allegro)  pudo ser más pulcro. En el segundo (Scherzo. Allegretto vivace) se echaron de menos unas dinámicas más variadas pero todo fue muy correcto por técnica y fraseo. Estuvo mucho más fina y expresiva en el tercero (Menuetto. Moderato e grazioso). Ya en el cuarto (Presto con fuoco) exhibió una mecánica muy notable y una eleccion de tiempos acertada pero volvió a regalar poco en lo expresivo.

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La Chaconne de Gubaidúlina, obra de gran complejidad musical y técnica, fue compuesta en 1962 mientras su autora desarrollaba sus estudios de graduación con Visarión Shebalín en Moscú (entonces Unión Soviética).  Sirvió para que Stratton nos empezara a mostrar que las cosas podían ir a mejor. Dado que lo que me parecieron debilidades en la sonata de Beethoven podían tener una naturaleza estilística el cambio de plano no podía ser más radicaL: no existe nada que se pueda considerar una "tradición" en la interpretación pianística de la obra de Gubaidúlina. Aquí Stratton consiguió comunicar el interés por la obra y destacó por la claridad sonora con que ejecutó el pasaje central fugado.

Volvíamos a la tradición con las Variations sérieuses, op. 54 de Felix Mendelssohn. Ya en algun momento de la sonata de Beethoven se percibió cierta dispersión en la sala. Tal vez sea expresión de un malestar antiromántico reprimido porque esta dosis de Mendelssohn se impuso sobre un ambiente ruidoso. Pero Stratton estuvo mucho más cálida en el fraseo. La partitura le exigía y su interpretación fue de lo más convincente a pesar de cierta moderación expresiva y alguna transición no tan satisfactoria. Pequeños detalles enmedio de la sensación de que el concierto crecía y la pianista con él. 

Lo remató con el Allegro de concierto de Granados, una obra que, como ella misma explicó, quiso tocar en memoria de Alicia de Larrocha (que daba nombre a la beca). Aunque tuvo que seguir luchando contra una terrible dispersión en la sala Stratton confirmó las buenas sensaciones, estuvo poética y el discurso fue de una fluidez sobresaliente. Cerraba el programa previsto con un éxito merecido y premiado por el público. A cambio de tales agasajos la pianista nos ofreció un poco de música de Fanny Mendelssohn estupendamente ejecutada.

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Fotos: © Toni Bofill