Arranque memorable
Barcelona, 27 de setiembre de 2024. Gran Teatre del Liceu. Shostakovich: Lady Macbeth de Mtsensk . Ángeles Blancas (Katerina Ismailova), Ladislav Elgr (Sergei), Alexei Botnarciuc (Borís Timoféievich), Ilya Selivanov (Zinovi Ismailov), Núria Vilà (Aksinia), Goran Juric (Popa), Mireia Pintó (Sonietka), José Manuel Montero (campesino), Javier Agudo (administrador), Luis López Navarro (portero/sargento), Albert casals (primer capataz/portero), Facundo Muñoz (segundo capataz/cochero), Marc Sala (tercer capataz/maestro), Scott Wilde (jefe de policía), Jeroboám Tejera (policía), Paata Burchuladze (viejo convicto), Alejandro López (fantasma de Borís), Dimitar Darlev (ayudante del molinero), Plamen Papazikov (ayudante del molinero), Igor Tsenkman (guardia), Pau Bordas (guardia), Alexandra Zabala (mujer convicta), Raquel Lucena (mujer convicta). Cor i Orquestra del Gran Teatre del Liceu Cor. Josep Pons, dirección musical. Àlex Ollé, director de escena.
Basada en una narración de Nikolai Leskov de 1865, Lady Macbeth de Mtsensk (1932) fue la primera ópera del joven Shostakovich de gran envergadura, después de haber estrenado la ópera satírica corta La Nariz en 1930. La obra era poco propicia a la estética oficial en su momento porque presentaba a una mujer pequeñoburguesa (esposa de un comerciante local) con un comportamiento emancipatorio poco heroico (asesinar a su suegro y a su marido). En el momento en que se compuso el poder soviético entraba en una fase reaccionaria que tuvo consecuencias gravísimas no solo en la sociedad sino también en el arte pero muy particularmente en la política sobre la familia (natalidad, aborto, divorcio). Como siempre, el recelo artístico era un simple reflejo de una tensión social más profunda. La revolución que en 1917 se había desencadenado en todo el territorio del antiguo Imperio Ruso fue en parte domesticada en nombre de la realpolitik.
Lady Macbeth de Mtsensk tuvo, sin embargo, una excelente acogida, tanto del público como de los especialistas, con más de cien representaciones en Leningrado (hoy San Petersburgo) y en Moscú, prueba de que la sociedad soviética estaba perfectamente preparada para ella (para su contenido ideológico y para la música de Shostakovich). Fue censurada dos años después y retirada del escenario hasta 1961. En 1962 fue revisada (ahora se llamaba Katerina Izmailova). Se representó por primera vez en 1962 en Moscú, y grabada en estudio en 1964. Esta versión revisada se vio en el Liceu en 1965 pero desde la muerte de Shostakovich la versión original se ha impuesto, es la que se vio en 2002 y es la que vimos ahora en el Liceu.
Casi un siglo después esta obra maestra triunfó también en el Liceu de la mano de la produccíon de Àlex Ollé y la dirección de Josep Pons. Fue un éxito el primer reparto y también este que se pudo ver el dia 27 de setiembre, con Ángeles Blancas y Ladislav Elgr como protagonistas. Y eso que antes de empezar hubo que visionar un video autopromocional de dudoso gusto.
La puesta de escena tiene como elemento de principal originalidad el hecho de que el escenario esté cubierto de agua. Ello tiene dos consecuencias principales (aparte de un cierto ruido puntual): determina el modo de andar de los personajes, por una parte, y genera reflejos muy interesantes en el techo, de la otra. Además, brindaba en bandeja la oportunidad de citar el Macbeth de Shakespeare cuando Katerina se lava las manos (manchadas por el crimen) con el agua del suelo. No es que, por lo demás, la dirección de actores o la propia escenografía tengan nada de particularmente original. Además, la violencia o el sexo que se pueden mostrar en ciertas escenas estan ampliamente justificadas por el libreto, de manera que, sobretodo, lo que es de agradecer es que en cualquier caso el trabajo de Ollé ayuda a la comprensión de los sucesos en escena, que es la misión principal del trabajo de un director de escena.
El punto fuerte de la noche, sin embargo, estaba en otro lugar: el foso de la orquesta. El trabajo de Josep Pons y de la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu resultó de una brillantez, de una intensidad, riqueza tímbrica y precisión impresionantes. Estamos hablando de una partitura orquestal de una riqueza desbordante y la verdad es que con ella la orquesta dio una de las actuaciones más brillantes que le recuerdo. Shostakovich concibió una serie de largos pasajes sinfónicos que conviven con el desarrollo de los diálogos y el despliegue de las voces. El trabajo de Pons y sus muchachos fue un vehículo ideal para la expresión de esta partitura desbordante. Los únicos altercados en la dirección de Pons fueron un par de desajustes corales derivados de la complejidad de la música y las exigencias del movimiento escénico.
Segun Shostakovich Katerina Izmailova es "una mujer inteligente y dotada, sofocada por su ambición y por la búsqueda de una via de escape para sus energías". Le tocó encarnar a este tremendo (y difícil) personaje a Ángeles Blancas. Intensa, entregada e imbuída de la profundidad de su personaje, el balance de sus prestaciones es muy notable. Si bien el recurso al sprechgesang puede ser estilísticamente justificable hasta cierto punto hubo algunos momentos de una afinación algo aproximativa pero en términos generales no mancillaron una actuación que fue también muy convincente en lo teatral.
Este rasgo que acabo de consignar como una pequeña debilidad (el recurso al sprechgesang) resultó, en cambio, bastante estrepitoso por parte de Ladislav Elgr en el papel de Sergei. Ello dio lugar a un canto absolutamente monocorde y carente de toda sensualidad. Sergei es "un home absolutamente indigno moralmente (aunque su aspecto tiene que brillar por su belleza y galantería)" según explica el propio Shostakovich. Este último aspecto se perdió completamente en la vocalidad de este tenor. Desde el punto de vista escénico Elgr estuvo mucho mejor, siempre en personaje, impregnado de la intensidad de la protagonista, pero sus prestaciones vocales fueron demasiado discutibles.
El suegro de Katerina, Borís Timoféievich, "un amo anciano, poderoso y sobrado de vitalidad", tiene un papel muy importante, mucho más que el de su hijo y es, de hecho, el tercer personaje más presente e importante de la obra. Le correspondió la responsabilidad a Alexei Botnarciuc, igualmente bien integrado en la dirección de actores propuesta por Ollé pero sin más luces en lo vocal. Dado que la concertación de Josep Pons fue muy ordenada, tanto este cantante como todos los demás dieron, en el peor de los casos, una prestación musicalmente pulcra más allá de sus mayores o menores méritos vocales.
Estuvo discreto en este sentido el Zinovi (un hombre lamentable, pretencioso y despreocupado) de Ilya Selivanov, mucho más brillante la Sonietka de Mireia Pintó y también muy plausible Núria Vilà en la parte de Aksinia y Goran Juric (popa). Sería absurdo empezar a recitar a todos los cantantes uno por uno. Lady Macbeth de Mtsensk está repleta de personajes cortos. Todos ellos (Albert Casals, Facundo Muñoz, Marc Sala, Jeroboám Tejera y los demás) contribuyeron tanto en lo musical como en lo actoral a una representación (unas representaciones) memorable por como se impuso con tremenda contundencia la partitura deslumbrante de Shostakovich. Sí merece una mención por lo que ha sido, la aportación de Paata Burchuladze, en un estado vocal más bien frágil.
Empezar una temporada así da una idea del servicio que un teatro de ópera puede hacer cuando cumple con su cometido. Ojalá este arranque de temporada sea un buen augurio para el resto del año. De momento hemos hecho nuestra una obra que no debería tener que volver a esperar veinte años para aparecer en la programación del Liceu sino que tendría que formar parte (como otras obras maestras del siglo XX no muy frecuentes) del repertorio habitual de la casa.
Fotos: © Sergi Panizo