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Palmas en platea

Sabadell. 02/05/2025. Teatre de la Faràndula. Bizet: Carmen. Olga Syniakova (Carmen),  Joan laínez (Don José), Tina Gorina (Micaëla), Pau Armengol (Escamillo), Juan Carlos Esteve (Zuñiga), Alejandro Chelet (Morales), Cristòfol Romaguera (Dancaïre), Jorge Juan Morata (Remendado), Rosa Maria Abella (Frasquita), Helena Ressurreiçāo (Mercedes). Orquestra Simfònica del Vallès y Cor Jove de l’Escola Municipal de Música i Conservatori de Sabadell. Rita Cosentino, dirección escénica. Daniel Gil de Tejada, dirección musical.

Había ganas de aplaudir el otro dia en La farándula de Sabadell. Tanto es así que se aplaudió la primera sección de la obertura, estupendamente tocada por cierto. Se perdió así la característica tensión en la aparición del tema de la flor. 

Cuando se alzó el telón nos encontramos una escenografía que sería permanente durante el conjunto de la obra. Para la primera escena sorprendió la iluminación, inexplicablemente oscura, pero en todo el conjunto de la obra la puesta en escena de Rita Cosentino fue más que apreciable. La escenografía dio un contexto muy eficiente a una buena dirección de actores. Un buen ejemplo de ello es la escena de la Habanera y, en general, la concepción del personaje de Carmen, brillantemente actuada por Olga Syniakova. Una Carmen sin manierismos de folclórica ni sobreactuaciones veristas, pero intensa y siempre en personaje. Lo mismo se puede decir de los otros cuatro contrabandistas y en general de un conjunto muy convincente a nivel escénico, atento a los detalles del texto, cosa que no siempre se observa en las puestas en escena aunque sea una de las misiones principales de un regista.

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Daniel Gil de Tejada, que dirigía las operaciones por cuanto se refiere a la música, debió de agradecer, en cambio, que la pelea de las cigarreras fuera excesivamente estática. Ello permitió ejecutar con precisión una escena que se presta mucho a desajustes. No se podía esperar menos puesto que la pulcritud es un sello de estilo de este director tan enraizado en la casa. Está claro que quien con niños se acuesta mojado se levanta y tuvo que lidiar con un coro infantil un tanto caótico. También hubiese sido deseable una atmósfera más etérea en el primer coro de cigarreras (la fumée), pero los méritos de su enfoque estan en la prefecta comprensión de que Carmen no es una ópera verista, que la naturaleza tragicómica de la obra exige un tratamiento ligero y transparente más que estentóreo y que la cosa va más de sutileza que de otra cosa. La escena de la taberna se inició con un tempo lento necesario para conducir a un final de gran efecto y en general hizo un gran trabajo y la concertación en momentos delicados como el quinteto, la mencionada pelea de las cigarreras y el duo entre José y Escamillo fue eficientísima aunque en el primer caso se echara de menos unas dinámicas más sutiles.

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Su concepto se impuso desde el foso y tuvo una perfecta traslación al escenario en la persona de Olga Syniakova que, si transmitió, como se ha dicho, perfectamente su personaje a nivel escénico, también lo hizo en lo que respecta a la música. Bello y amplio el timbre cuando conviene, sutil y precisa en general, canto y actuó una seguidilla bellísima y una intensa escena de las cartas. Tal vez solo se le pueda echar en cara un canto un tanto pesante en la mencionada escena de la taberna que no encajó mucho con el concepto del director. Un mero detalle en una interpretación excelente de un personaje que, si bien no tiene grandes exigencias vitruosísticas, sí requiere fraseo elegante y mucho personaje. 

No cuadran tanto con la idea las características del Don José de Joan Laínez. Se trata de un tenor de voz amplia, más adecuada para los momentos más veristas del papel (sus diálogos con Carmen, básicamente) que para los pasajes más líricos (el duo con Micaëla y el aria de la flor). Hay que decir en su favor que el despliegue de medios en las partes más drámaticas es realmente impresionante y la voz grande y sonora.

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Si hay un personaje que encarna esta vertiente más lírica es el de Micaëla y la verdad es que la aportación de Tina Gorina fue de lo más convincente  y cantó un aria musicalmente irreprochable. En cambio estuvo más incómodo Pau Armengol en el rol de Escamillo, papel de escritura incómoda que le puso en dificultades en ciertos agudos.

El conjunto de los contrabandistas (Cristòfol Romaguera, Jorge Juan Morata, Rosa Maria Abella y Helena Ressurreiçāo) hizo un trabajo estupendo tanto en lo que respecta a la música como al movimiento escénico. Juan Carlos Esteve (Zuñiga) y Alejandro Chelet (Morales) completaron con sus actuaciones plenamente convincentes un reparto que, en conjunto, rayó a un gran nivel y justificó junto a la dirección escénica y musical el entusiasmo de un público que aplaudió más de lo necesario y hasta dio palmas en platea.

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Fotos: © A. Bofill