© May Zircus
Ensalada convincente
Barcelona. 31/05/25. L’Auditori. Obras de Haydn, Franck y Holst. Leif Ove Andsnes, piano. Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Gemma New, dirección.
Leif Ove Andsnes es un pianista noruego de notable y ya larga trayectoria. En 1999 ya grabó para EMI las Sonatas para piano 24, 30, 32, 33 y 44 y al año siguiente los Conciertos para piano n.º 3, 4 & 11 para el mismo sello. Precisamente este último es el que nos ofreció para empezar. Lo hizo bajo la dirección de Gemma New, directora neozelandesa que en la temporada 2014-2015 fue miembro de la dirección de Dudamel con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y en marzo de 2021 recibió de la Fundación Solti de Estados Unidos el Premio de Dirección Sir Georg Solti.
El Concierto para teclado n.º 11 en re mayor, Hob. XVIII/11 fue escrito por Joseph Haydn entre 1780 y 1783, largo período para la época. En la ejecución encontramos a un pianista pulcro como así la orquesta que le acompañaba, que era la de la casa. El movimiento lento (Un poco adagio) fue verdaderamente delicado. Sin embargo la interpretación de los movimientos extremos (Vivace y Rondo all`Ungarese) resultó un tanto plana.
El menú continuaba con las Variaciones sinfónicas (Variations symphoniques), M. 46 para piano y orquestra, escritas en 1885 per César Franck. La obra tiene tres grandes partes, que se tocan sin interrupción: introducción, tema y variaciones y final. Estas partes recuerdan a la disposición rápido-lento-rápido de un concierto en tres movimientos. Desde el principio hubo cierta tensión dramática que hay que agradecerle a la maestra y sus muchachos (y muchsachas), aunque no tanta claridad (particularmente en la sección de vientos). Y sobretodo hubo un momento lírico mágico antes del trino del solista que introduce la sección Allegro ma non troppo que valió por el conjunto, muy aseado por otra parte.
Después de todo esto Leif Ove Andsnes, como se suele hacer, se sentó solo al piano para rubricar su actuación (bastante convincente) con un bis de Rakhmaninov. Algunos atestaron los baños y otros fumaron sus cigarritos.
La segunda parte consistió en Los planetas (en inglés original, The Planets), op. 32, famosa suite orquestal en siete movimientos de Gustav Holst, compuesta entre 1914 y 1917. La obra se estrenó en el Queen's Hall de Londres el 29 de septiembre de 1918, bajo la dirección del amigo de Holst, Adrian Boult, y según el biógrafo de Holst, Michael Short, y el musicólogo Richard Greene, es probable que las Cinco piezas para orquesta de Arnold Schönberg le sirvieran de inspiración y ejemplo. Las obras son, en cualquier caso, extremadamente diferentes, y tal vez las influencias de Stravinski sean más evidentes.
En lugar de empezar por obvia continuidad con el planeta más cercano a la tierra, Holst pensó con buen criterio, a juzgar por el resultado, que era mejor arrancar con un planeta más pendenciero. Se trata de Marte, tocado intensamente y con una gran plasticidad de las dinámicas. Gemma New, que consiguió grandes resultados de la orquesta, resultó ser una directora bailarina y de gesto claro.
Para Venus se podía desear unas maderas más delicadas en su empaste con la orquesta (hubo alguna entrada excesivamente fuerte) pero en Mercurio las dinámicas fueron cuidadas con mimo y en Júpiter la orquesta y la maestra consiguieron una espléndida atmósfera. El Urano se desarrolló en medio de una fluida naturalidad. Al final, en Neptuno, cuya idea del coro femenino sin texto remite a los Nocturnos de Claude Debussy, todo llegó a buen puerto no solo sin muertos ni heridos sino en medio de una satisfacción general más que justificada.
Foto: © May Zircus