Historia a través de la ópera
12/07/2025. Alcalá de Henares. Ópera a Quemarropa, Festival de la Ópera de Cámara de la Comunidad de Madrid. Teatro Corral de Comedias. Dnjevnik Anne Frank (El diario de Ana Frank), de Grigori Frid. Miriam Hajiyeva (soprano), Almog Aharoni (piano y dirección musical). Dirección escénica: Bruno Berger-Gorski.
La ópera de cámara está de moda y así están floreciendo distintos festivales del género siguiendo la estela del primigenio, el Festival Little Opera, de Zamora, que en apenas dos semanas cumplirá su décima edición y donde esperamos estar para poder informar a nuestros lectores de las importantes novedades que se programan en el mismo.
El Festival de la Ópera de Cámara de la Comunidad de Madrid, Ópera a quemarropa, nació el año pasado así que este 2025 cumple su segunda edición. Le deseamos el mejor de los futuros, más aún cuando nos posibilita el poder escuchar títulos harto infrecuentes como el que justificó el viaje hasta el preciosísimo teatro Corral de Comedias, de Alcalá de Henares. Porque este festival recorre distintas localidades de la comunidad, a saber, la mencionada Alcalá de Henares mas Aranjuez, San Lorenzo de El Escorial y la propia capital. Bien está el expandir el género por distintas localidades y más aun, ofrecer la oportunidad de escuchar títulos infrecuentes en los coliseos principales. En el caso que nos ocupa Ópera a quemarropa nos trasladaba a la ciudad cervantina para poder disfrutar de una ópera muy desconocida de un compositor ignoto por estos lares. La producción de la que hemos disfrutado es de la Musiktheater Wien austríaca y ello justifica el hecho de que esta obra se escuchara en alemán, no en el ruso original.
Al menos quien forma estas líneas no tiene reparo alguno en reconocer que Grigori Frid le era absolutamente desconocido hasta el día en que un conocido –ni siquiera amigo- le dio a conocer su ópera Dnjevnik Anne Frank, es decir, El diario de Ana Frank. Estamos ante un monodrama porque ella, la adolescente holandesa Ana, es la única voz que escuchamos y siempre relatándonos partes de su famosa obra –quizás mejor, testimonio- que relata en primera persona y desde el punto de vista de una adolescente con gusto y capacidad literarios el horror de la persecución nazi. Ana Frank es hoy más un ejemplo de dignidad que una simple persona, el ejemplo de quien tuvo que vivir más de dos años encerrada en la casa de atrás, en apenas 50 m² con otras personas, demasiadas para lo limitado del recinto.
Grigori Frid (1915-2012) es un personaje singular: nació bajo el poder de Nicolás II Romanov y falleció en la Rusia de Vladimir Putin tras vivir la existencia de toda la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En occidente es prácticamente ignorado mientras que en la URSS fue un compositor de prestigio que abrazó tanto el realismo socialista como posteriormente las corrientes más vanguardistas, como el dodecafonismo. Y fue este compositor quien recogió breves fragmentos del diario de Ana Frank para hacer una ópera (1968), un monodrama en el que la voz de una soprano se incardina con una orquesta de cámara, aunque en el estreno de la Casa de los Compositores de Toda la Unión (1972) se hizo con acompañamiento de piano. La única versión discográfica de la que tengo conocimiento la realizó la Orquesta del Teatro del Bolsho, bajo la batuta de Andrei Chistiakov y la interpretación de la soprano Eva Ben Zvi.
En el caso que nos ocupa la obra se presentó con piano, lo que evita el poder escuchar la riqueza de sonidos y la brillantez de la paleta orquestal de Frid, con especial relevancia de viento y, sobre todo, metal y percusión, muy en la línea del gran compositor soviético, Dimitri Shostakovich. El piano, escondido tras bambalinas; la soprano, acompañada de un mínimo atrezzo que acompaña sus palabras: una maleta, una silla y varias cosas guardadas en dicha maleta. Nada más. Y es que el texto del diario es suficiente para levantar toda la ópera; su fuerza radica en la verdad del texto, en su contundencia, en la denuncia que supone, palabra tras palabra, del régimen criminal por excelencia del siglo XX, el régimen nazi alemán. Y es que Ana es una más, una de las millones de personas, de las miles de adolescentes que perdieron su vida sin llegar a cumplir los 16 años por el racismo y la ceguera de un régimen repugnante.
Frid recoge distintas partes del diario: una, íntimas: su cumpleaños, la relación con su familia: otras, más extrovertidas, como las noticias que llegan del frente, el avance del Ejército Rojo en la Europa oriental y la esperanza que ello despierta. Sin embargo, todos sabemos cómo acabará la ópera, lo que quedará en evidencia cuando Ana vista un chaquetín azul y blanco, el famoso pijama a rayas.
La función fue muy sencilla y las prestaciones vocales de la soprano Miriam Hajiyeva fueron relativamente modestas. La tesitura en la que se mueve el personaje es muy central ya que apenas hay exigencias en la franja aguda pero el fiato y el fraseo de la soprano fueron excesivamente sobrios. El pianista Almog Aharoni acompañó con precisión y pulcritud. Ya queda dicho de que la puesta en escena de Bruno Berger-Gorski fue tan elemental como funcional; y es que hay veces que cuando el texto es contundente, sobran elementos decorativos.
El Corral de Comedias estaba lleno y es de justicia agradecer la posibilidad de escuchar esta obra que, dada su sencillez, es difícil de entender por qué es ignorada en occidente. Ahora se podrá vivir en Tenerife dentro de un ciclo de cámara ¡otro! muy interesante que se celebrará en el mes de septiembre y sería de justicia que las palabras de esta cría que escribió algo más que un simple diario se extendieran por los teatros de toda Europa, para que conozcamos nuestra historia y, espero equivocarme, parte de nuestro futuro.