© Sara Cort - Madrid Destino
La lírica se impone a la canícula madrileña
Tiene mucho mérito congregar a un millar de personas en el tórrido verano madrileño para disfrutar de la música de Puccini. Eso es lo que ha conseguido Opera Garage de la mano de Veranos de la Villa, con una Boheme que tiene la virtud de presentarse sin complejos, rompiendo barreras y acercando el género lírico a un público amplio y diverso.
El formato es ya bien conocido y no en vano se ha difundido por variados escenarios en nuestro país. La dramaturgia de Emiliano Suárez apuesta por una puesta al día de este clásico parisino, ahora en un ambiente industrial, con una adaptación de la obra que apenas supera la hora y media de duración. Un formato ideal, en suma, para quienes buscan acercarse a la ópera sin trabas innecesarias.

El elenco vocal, secundado al piano por el siempre eficaz Miquel Ortega, un auténtico seguro de vida en estas lides, estuvo encabezado por Pancho Corujo y Ruth Terán como Rodolfo y Mimi. El primero hizo gala de un canto franco y entregado, de fraseo bien cincelado y valiente en el agudo. Ruth Terán, por su parte, abordaba el rol de Mimi en lugar de la Musetta que ha encarnado ya tantas veces de la mano de Opera Garage. Y lo cierto es que el rol de Mimi le ajusta como un guante, con un centro ya más amplio y carnoso, mostrando serenidad y seguridad en todas sus intervenciones.
El resto del reparto contó con voces habituales en las presentaciones de Ópera Garage, como el robusto Marcello de Borja Quiza, el infalible Colline de David Cervera o el sonoro Schaunard de Ihor Voievodin. A ellos se sumaron, en esta ocasión, la Musetta de Paula Alonso y el Benoît/Alcindoro, José Ángel Treviño; la primera mostró desenvoltura escénica y vocal, con un agudo fácil, y el segundo hizo gala de una fluida teatralidad.

En términos de realización técnica fue todo un acierto incorporar los sobretítulos, sobre todo considerando que una buena parte del público congregado no estaba familiarizado con el libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. En cambio, la amplificación -inevitable en un espacio abierto como el patio del Conde Duque de Madrid- estuvo algo sobrepasada de decibelios; al menos, esa fue la sensación desde las filas más próximas al escenario.
'Ho un freddo cane', que exclama Marcello en el cuadro primero de La bohème, algo que sin duda provocó las risas del público asistente, habida cuenta del calor que azota este agosto madrileño. Pero la lírica puede con todo y la música de Puccini se impuso a una noche tórrida. Enhorabuena a Ópera Garage y a Veranos de la Villa, encabezados por Emiliano Suárez y Joaquín de Luz respectivamente; es muy necesario recuperar la presencia de la lírica en el verano madrileño, y si además es con fórmulas alternativas contrastadas, como es el caso, no cabe sino celebrar la oferta pensando en un público diverso y alternativo.

Fotos: © Sara Cort - Madrid Destino