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Año de conmemoraciones 

Un año más, Platea Magazine ha sido invitada por la organización de la Schubertiade a su festival. Es de agradecer el esfuerzo que hace esta institución, con el apoyo inestimable de la Oficina de Turismo de Vorarlberg, para que la prensa de fuera de Austria pueda cubrir este evento fundamental en el mundo del lied y la música de cámara. Este año se celebran distintas conmemoraciones. En primer lugar, es la edición número cincuenta de la Schubertiade, que surgió del impulso del gran barítono Hermann Prey, en la pequeña ciudad de Hohenems. Según los planes de Prey, debía crearse una especie de “Bayreuth para Schubert” en el palacio renacentista de la localidad. En estos cincuenta años de existencia, el festival se ha celebrado en numerosos lugares. Desde 2001 los conciertos sólo tienen lugar en Schwarzenberg y desde 2005 también en Hohenems.

Esos veinte años de permanencia en Hohenems, después de dieciséis de ausencia desde su fundación aquí, son otro motivo de celebración. Los conciertos de la Schubertiade Hohenems se celebran en la Markus-Sittikus-Saal, con capacidad para 300 personas. La sala, construida en 1913, y declarada monumento histórico, fue completamente renovada por la Schubertiade y ahora es una de las mejores salas del mundo para conciertos de cámara y lieder. Aquí han grabado figuras como Piotr Beczala, Khatia Buniatishvili, Gautier Capuçon, Diana Damrau, Helmut Detusch, el Jerusalem Quartet, Katharina Konradi, Konstantin Krimmel o Andrè Schuen entre otros grandes artistas.  

Esta edición se ofrecen conciertos en Hohenems en varios periodos: del 26 de abril al 4 de mayo, del 1 de octubre al 5 del mismo mes y del 10 al 14 de julio, que son los que comentaremos en esta visita.

 

El gran Brahms

Schwarzenberg, 10/07/2025. Markus Sittikus Sall. Lieder de Brahms. Katharina Konradi (soprano), Konstantin Krimmel (barítono). Daniel Heide, piano.

Y comenzamos estas crónicas con una bellísima velada, con un Liederabend protagonizado por la música de Johannes Brahms, uno de los músicos que crearon más bellos lieder en la segunda mitad del siglo XIX. La música de Brahms para piano y voz está llena de una belleza profunda, tremendamente romántica pero también abierta a los nuevos aires que van corriendo en mundo musical, especialmente a finales de siglo. Hay siempre un regusto al lied clásico, que nos sugiere a Schubert o Schumann, pero también aires vieneses que traen a nuestros oídos notas de valses y mazurkas. El programa tenía dos partes: una dedicada al trabajo de recopilación que hizo el compositor con poemas populares, y otra centrada en obras con textos de poetas más reconocidos.

El amor de Brahms por el folclore, incluyendo poesía popular, cuentos y música, comenzó durante estos primeros años. A finales de la década de 1840, había comenzado a recopilar colecciones de manuscritos de canciones populares europeas. Los Deutsche Volkslieder de Brahms se publicaron en un total de siete libros en 1894. Los seis primeros libros comprendían cada uno siete canciones para voz y acompañamiento de piano, y el libro VII contenía las canciones compuestas posteriormente para coro a cuatro voces y piano. Brahms completó la recopilación de los libros en el invierno de 1893/94, aunque la mayoría de las canciones habían sido escritas anteriormente. La principal fuente textual de Brahms fue la colección en dos volúmenes Deutsche Volkslieder mit ihren Original-Weisen (Canciones populares alemanas con sus melodías originales), publicada en 1838/1840 por Anton Wilhelm von Zuccalmaglio.

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La primera parte del concierto se abrió con algunas de estas canciones, que también cerraron el programa. Además, en ambas partes se cantaron, como he comentado más arriba, lieder de varios de los opus que Brahms tiene con poemas firmados por poetas más consagrados como Kapper, Groth o Heine, entre otros. Se contaba con las voces de dos consagrados pero jóvenes liederistas como son Katharina Konradi y Konstantin Krimmel y las manos expertas al piano de Daniel Heide. Y fue un éxito de alto nivel. Vayamos por partes.

Katharina Konradi es una cantante de lied muy expresiva, completamente implicada con los versos que canta y con un lirismo a flor de piel, siempre transmitiendo al público su pasión y elegancia. Posee un timbre bello y su proyección es perfecta, y más en una sala hecha para este tipo de música. Como su compañero, como luego comentaré, me gustó más cuando canto lieder más “elaborados” que los más estróficos Deutsche Volkslieder, aunque sean de un gusto exquisito. De estos últimos destacaría Maria ging aus wandern (María viajó al extranjero) donde la añoranza que contiene fue perfectamente transmitida por Konradi. Pizpireta y encantadora fue su interpretación Och Modr’r ich well en Ding han (¡Ay, madre, quiero tener una cosita!) un diálogo pícaro entre una madre y una hija. Y ansiosa y apasionada la de Dort in den Weiden steht ein Haus (Allí, entre los sauces, se alza una casa).

En cualquier caso los momentos más especiales de su intervención se dieron el la segunda tanda de lieder de la primera parte. Allí, nuestra cantante demostró esa empatía con el lied, con el lied romántico de Brahms. Cantó maravillas como Vorschneller schwur (Una joven juró) sobre versos de Siegfried Kapper. Del mismo Kapper (que tradujo del serbio el poema) es Mädchenlied (Canción de la joven) que fue uno de los momentos más líricos de la noche junto a la sentida y emocionante interpretación de uno de las canciones más conocidos de Brahms: Feldeinsamkeit (Solo en los campos).

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Tengo que reconocer una afinidad especial como cantante de lied con Konstantin Krimmel. Me parece que es una de las voces más bellas y que mejor conectan con este género y he sido testigo de conciertos inolvidables brindados por él. Es poco gesticulante en comparación con otros compañeros, más conciso. Pero es su voz, la que a través de sus modulaciones consigue expresar todo lo que el verso y la música transmiten.

En esta velada estaba en plena forma y nos ofreció versiones emocionantes de varios lieder de Brahms. En cuanto Volkslieder destacaría Wach auf, mein' Herzensschöne (Despierta, bella de mi corazón) o All mein Gendanken, die ich hab  (Todos los pensamientos que tengo). Pero Krimmel dio lo mejor en los otros opus de Brahms, a los que dedicó el primer tramo de la segunda parte, comenzaron con el impactante, con aire militar y lleno de diversos estados de ánimo Wie rafit’ ich mich auf in der Nach (Cómo salté en la noche) de Platen.Los dos poemas elegidos del op. 85 sobre versos de Heine, el primero y el segundo de la serie (Sommerabend -Noche de verano- y Mondenschein -Luz de luna- fueron de una profundidad y una belleza genuinas. 

Finalmente, ambos artistas cantaron dos lieder juntos, dos verdaderas gemas de los Deutsche Volkslieder. Schwesterlein (Hermanita), simplemente fue maravilloso, con esos versos tan ambiguos que bordó Konradi. Da unter im Tale (Allá abajo, en el valle) fue un broche de oro al concierto propiamente dicho. Como propina, gran parte del público, se emocionó con la famosa Canción de cuna (Wiegenlied) de Brahms que cantaron ambos y, finalmente acompañados de gran parte de los asistentes al concierto.

Siempre es una injusticia hablar en último lugar, casi de tapadillo, del pianista de un concierto de lieder. Él o ella son el sostén, el alma del recital, si su trabajo, generalmente atento y preciso, la voz recibe un soporte, un colchón imprescindible y el compositor expresa la esencia de su creación. En esta ocasión fue el bien conocido en esta Schubertiade, Daniel Heide, quien tomó esta responsabilidad. Su solvencia está fuera de toda duda, y hablaremos estos días de su trabajo pues participa en varios Liederabend. Volvió en este primero de sus conciertos a adaptarse perfectamente a la dinámica brahmsiana, a esos matices tan especiales de su escritura del último romanticismo, optando siempre por un sonido limpio, integrado con el cantante de una forma que demostró su seguridad en estas lides de la canción de concierto.