© Toni Bofill
La muerte y dos doncellas
24/10/2025. Barcelona, Palau de la música catalana. Alejandro Escuer (flauta) y Cosmos Quartet. Obras de Amy Beach, Gabriela Ortiz y Franz Schubert.
Amy Beach (este era su apellido de casada, nació como Amy Cheney) firmaba sus obras con las iniciales de su marido y limitaba sus actuaciones publicas como pianista a dos al año por motivos de decoro pero tuvo la suerte de quedarse viuda en 1910. Como pianista, fue aplaudida tanto en salas de Estados Unidos como en Europa y apareció como solista con la Orquesta Sinfónica de Boston. Escribió una Misa en mi bemol, una Sinfonía (su Op. 32) y un Concierto para piano Op. 45, todas ellas de géneros mayores, poco femeninos según un prejuicio de amplia aceptación en su contexto (nació en estados Unidos en 1867 y murió en 1944), pero que fueron interpretadas por las orquestas más importantes de Boston y Nueva York. También escribió obras de cámara para la Chamber Music Society de San Francisco y una de estas, Theme and variations for flute and string quartet, se hizo muy famosa.
El Cosmos Quartet y Alejandro Escuer a la flauta solista nos ofrecieron esta obra, de estilo armónico no muy audaz para la época pero de cierta sofisticación que ha venido a ser calificado de postbrahmsiano. El discurso fluye elegantemente y la verdad es que la obra es de muy bella factura. La interpretación del Cosmos Quartet anticipó la pulcritud que marcó toda la velada, sensibles en las dinámicas y elegantes en el fraseo. Alejandro Escuer se mostró muy adecuado sobretodo en los pasajes más rítmicos y aunque su prestación fue satisfactoria hubo momentos (los más ligados) en que tal vez faltó una mayor continuidad en el sonido.

La primera parte se completaba con la obra de otra compositora, siendo este factor de género el elemento de unidad en el programa antes del descanso. Se trata de Gabriela Ortiz, autora mexicana viva nacida en 1964 y compositora invitada al Palau esta temporada, por lo que varias de sus obras serán presentadas en los próximos meses. Su obra más notoria es un ballet llamado Revolución diamantina e inspirado en la "revolución de la purpurina", manifestaciones feministas que se desarrollaron en México en el año 2019, contra la violencia machista y el aumento de los feminicidios (que alcanzan proporciones enormes en ese pais).En este caso, sin embargo, se nos presentaba una obra de cámara concebida en el mismo formato que la obra de Amy Beach, es decir, un quinteto con flauta y cuarteto de cuerdas: Exilios.
Se trata de un homenaje al exilio español en México y en concreto a ciertas personas y su aportación social y cultural al pais de acogida. La obra está dedicada precisamente a Alejandro Escuer, el flautista que nos la presentó con excelentes prestaciones (tal vez la obra potencie precisamente sus mejores virtudes), y lo mismo se puede decir del cuarteto. La obra está estructurada como una sinfonía, con cuatro partes. la primera de ellas se basa en la tensión rítmica vehiculada mediante compases compuestos muy "a la Stravinski", un segundo movimiento lento con flauta baja muy especulativo, un tercer movimiento agitado a modo de scherzo y un final asertivo. Tal vez el segundo movimiento sea el más interesante de una obra que alterna momentos originales con otros más predecibles. La ejecución fue de gran pulcritud y el conjunto de la primera parte consiguió presentar cuidadosamente dos obras que,probablemente, eran nuevas para el conjunto de la audiencia.

La segunda parte, en cambio, se dedicó exclusivamente a un gran clásico que es una obra maestra indiscutible: La muerte y la doncella (Der Tod und das Mädchen), cuarteto para cuerdas de Franz Schubert escrito en 1824. No hace falta explicar la tremenda intensidad del segundo movimiento (Andante con moto) y la enorme fantasía desplegada por Schubert en todo el conjunto, es todo ello material conocido para el buen melómano. En cambio, hay que destacar la excelente ejecución del Cosmos Quartet. Con unos "tempi" tendencialmente ligeros sin menoscabo alguno del dramatismo de la obra, el conjunto fue detallista y delicado en las transiciones y cuidadoso con las dinámicas, consiguiendo mantener al respetable perfectamente implicado en una narrativa muy coherente. A nivel particular hubo momentos en que tal vez me hubiera gustado que el "cello" (Oriol Prat, por otra parte excelente como el resto) tomara un mayor protagonismo. Y, sobretodo, cabe destacar la belleza del sonido y del fraseo de la violinista Helena Satué, que hizo una auténtica exhibición

Fotos: © Toni Bofill
