mutter harald hoffmann

El canto del cisne (primer intento)

Madrid. 07/03/17. Juventudes Musicales. Obras de Brahms y Beethove. Anne-Sophie Mutter, violín. Pablo Ferrández, violonchelo. London Philharmonic Orchestra. Vladimir Jurowski, dirección.

Era de esperar: el ciclo de conciertos de Juventudes Musicales desaparece de la programación madrileña absorbido por Ibermúsica, quien resiste el envite de la crisis gracias a su diferente modelo de gestión y el imbatible olfato y saber hacer de su director, Alfonso Aijón. Tan diferente ha sido siempre la forma de hacer las cosas en Juventudes que muchos eran los abonados que el otro día se enteraban de la noticia a través del programa de mano, sin que en realidad se diera allí explicación ninguna. Juventudes desapareció hace ya tiempo, al menos las luces de tiempos mejores gracias a la inversión de instituciones privadas. Ahora, con apenas 8 ó 9 conciertos al año, la mitad de ellos con orquestas de cámara y otros con formaciones de exótico nombre y se entiende que baratas, como la Orquesta Sinfónica de Tartaristán, la cosa ya no es lo que era; los precios sí, pero la calidad no.

Por todo ello, el concierto preparado para el pasado 7 de marzo (con el patrocinio de Bankinter) con la London Philharmonic, Vladimir Jurowski y unos solistas de lujo como Anne-Sophie Mutter y Pablo Ferrández, era recibido con las mayores expectativas por el público; incluso fue el rey emérito, que ya se sabe lo que le gusta la música y el Arte en general a este hombre (como a muchos directivos de patrocinadores, tampoco nos engañemos). El problema es que a mayor paripé en las butacas, mayor posibilidad de bluff sobre el escenario, como así resultó.

El Doble concierto para violonchelo y violín de Brahms supone la gran última obra sinfónica de Brahms, más allá de su Cuarta sinfonía y su arrebatador último movimiento tras el que, como muchos hemos sentido, no había lugar para más sinfonismos. Sí para una genialidad brahmsiana como esta, con todo el amargo colorido, toda la nostalgia y el pasado de un hombre maduro y ya reposado en sus recuerdos. Quizá más que ningún otro, este sea el Brahms que más poso requiere, o al menos una gran cantidad. Poso y tenacidad. Vladimir Jurowski no encontró de lo primero en el Auditorio Nacional. Una lectura medida, medidísima, demasiado estructurada que denostaba escasa profundidad en una visión propia que pudo no alcanzarse quizá por falta de tiempo, o por falta de conexión con el compositor de Hamburgo. Sí hubo en cambio el  nervio necesario en este tenso Brahms, cohesionado por la encomiable labor de una exquisita y siempre atenta Anne-Sophie Mutter, que hizo todo lo posible por conversar con el violonchelo de un apocado Pablo Ferrández, de quien se esperaba más en esta ocasión, y a su vez cohesionar con la impetuosa London Philharmonic.

Ya en solitario, Jurowski ofreció una lectura de la Sexta sinfonía de Beethoven demasiado plana en acentos que jugó a un falso historicismo y que terminó sonando ramplona por momentos, como sucedió en la tormenta o el Allegreto final, y con un fraseo más acertado en el primer Allegro, con sobresaliente intervención de las maderas. Quien asistiera y quiera desquiarse con la Pastoral, tiene otra oportunidad el próximo fin de semana con la Nacional y Afkham al frente…

Parecía sobre la mesa que este sería el broche de oro, el canto del cisne de Juventudes como necesario agente de la clásica en nuestro país, lástima que no haya podido ser así. Aún tenemos otras dos oportunidades: dudas con Ivo Pogorelich y la Orquesta del Teatro de la Gärtnerplatz de Múnich; mayores esperanzas con Temirkanov y la Filarmónica de San Petersburgo junto a Leticia Moreno. Cruzaremos los dedos para que puedan tener el final merecido.