Una zarzuela para disfrutar
Oviedo. 30/03/2017. Teatro Campoamor. Amadeo Vives: Doña Francisquita. Sonia de Munck, José Bros, José Manuel Zapata, Cristina Faus. Dirección musical: José María Moreno. Dirección de escena: Francisco López.
En algunas ocasiones, hay noches que se mantienen gracias a la fama de la obra que se programa; en otras, es el reparto quien convence al público o la orquesta quien logra cautivarlo; pero a veces -pocas- todos los elementos sobre el escenario llegan a funcionar en perfecta armonía, haciendo que hasta el crítico más rancio olvide obsesionarse con tecnicismos y, simplemente, disfrute de la obra. Algo así ha pasado con Doña Francisquita, toda una joya de la cultura española, que brilló con luz propia sobre las tablas del Teatro Campoamor.
A ello contribuyó en buena medida el irreprochable trabajo del regista Francisco López, quien logró recrear ese “alma del viejo Madrid” a través de unos ambientes muy trabajados, con buenas dosis de realismo y en las antípodas del cartón piedra que podría suponérsele a una escenografía que busca respetar al detalle el libreto original. Ayudado por el excelente vestuario y los impecables números de baile que acompañaron la obra, López nos demostró que Francisquita no siempre necesita viajar al futuro o salir de su ciudad para conectar con el público, tal y como atestiguaron los largos aplausos a la caída del telón.
A nivel vocal, José Bros no defraudó interpretando al amor de Francisquita: Fernando Soler, abordando el rol desde la experiencia de quien lo ha cantado infinidad de veces, pero sin perder por ello un ápice de ilusión. Poco más puede apuntarse de un Fernando como el de Bros, capaz de hacernos vivir cada frase y siempre engalanado con ese bello timbre que caracteriza al tenor catalán, sobre el que hemos hablado recientemente a razón de su último recital en Oviedo.
Sonia de Munck, por su parte, firmó una Francisquita solvente, capaz de moverse con soltura a través de una partitura nada fácil; resuelta en las partes que exigían mayor agilidad como “La canción del ruiseñor” al tiempo que muy convincente escénicamente, siendo capaz de transmitir al público toda la juventud y vitalidad que encierra su personaje. Su rival a la hora de luchar por el amor de Fernando: Aurora “la Beltrana” recayó en Cristina Faus, quien lució una voz densa y contundente, con evidente facilidad para las partes más graves y un color agradablemente uniforme. Fue esto, unido a sus envidiables tablas, lo que sin duda situó su interpretación de Aurora entre lo mejor de la noche.
Abordando la parte de Cardona, José Manuel Zapata supo aprovechar al máximo su presencia sobre el escenario, haciendo gala de una comicidad fresca y natural al tiempo que se desenvolvió sin problemas en sus múltiples intervenciones vocales. Cerrando el reparto sobresalió el Don Matías de Enrique Baquerizo, mostrándose correctos tanto la Doña Francisca de María José Suárez como el Lorenzo de José Manuel Díaz.
A la batuta de la Oviedo Filarmonía, José María Moreno supo motivar a los músicos que tenía frente a su podio, logrando extraer de la orquesta un sonido apasionado y nada monótono. Así pues, el director palmesano se mantuvo siempre atento a las dinámicas, jugando con ellas para ofrecernos una lectura contrastada de la partitura.
Un párrafo aparte merece la labor del Coro de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, conjunto al que hacía mucho tiempo que no escuchábamos con tanto acierto. Quizás debido a la ausencia de partes corales relevantes en muchos de los títulos anteriormente programados, la agrupación ovetense cantó sin reservas sobre el escenario, rindiendo a un nivel envidiable durante el famoso “coro de románticos”, que fue acogido con emoción por un público que hizo grandes colas antes de la función y ocupó prácticamente todas las localidades del teatro. Un público que, sin duda, ya echa de menos las terceras funciones suprimidas por el Consistorio en pos de un continuo recorte a la clásica que, desde siempre, ha sido un orgullo para la capital del Principado.
