IgnasiCambra Peralada 2017

Con voz propia

Peralada. 03/08/2017. Festival Castell de Peralada. Obras de Grieg, Granados y Chopin. Ignasi Cambra, piano.

Como ya comentamos anteriormente en Platea Magazine, el Festival Castell de Peralada, en sus últimas ediciones, está potenciando la propuesta camerística en el segundo escenario del Festival, l'Esglèsia del Carme, con una propuesta cada vez más ambiciosa. Si la visita de la Académie Europeen d'Ambronay, dirigida por Paul Agnew, se saldó con un éxito indiscutible, Alejandro Martínez dio buena cuenta en estas páginas del recital de una de las voces ascendentes del momento, la sudafricana Pretty Yende. 

El grueso de la programación llega ahora, con recitales de Ainhoa Arteta, Julia Lezhneva y Gregory Kunde y la nueva producción operística de este año: una Madama Butterfly con un reparto de campanillas, encabezado por Ermonela Jaho al lado de Bryan Hymel y Carlos Álvarez. Pero como antesala de este bloque hemos podido disfrutar de un excelente recital de piano en el que Ignasi Cambra dejó bien claro, una vez más, que es uno de los talentos indiscutibles del panorama pianístico español 

Cambra presentó un exigente programa, muy bien construido, en el que desgranó con enorme elegancia y musicalidad obras de Grieg, Granados y Chopin. Tres compositores fetiche del romanticismo con evidentes puntos en común, a pesar de la idiosincracia indiscutiblemente personal de cada uno de ellos. La primera parte empezó con la Suite Holberg de Grieg, una obra especialmente querida por el pianista que, si bien al principio necesitó hacerse con la peculiar acústica de la sala, poco a poco se fue asentando y en seguida destapó el tarro de las esencias hasta llegar a un Andante Religioso realmente conmovedor. 

Las buenas sensaciones se confirmaron en unos Valses poéticos de Granados expuestos con una elegancia, un equilibrio y una sensibilidad extraordinarios. Una primera parte de una lógica programática indiscutible, pues ambas obras aluden, desde perspectivas diversas, al espíritu galante del siglo XVIII. Cambra mostró una claridad expositiva exquisita y una comprensión estilística indudable, culminando una primera parte impecable.

El romanticismo revisionista de estas dos obras dio paso a un Chopin de texturas más dramáticas. Un dramatismo delicado y ensoñador en el caso de los Nocturnos Op.48 (Núm.1) y Op.9 (Núm.3) que enmarcaron tres Impromptus así como la Fantasía-Impromptu Núm.4 del Op.66, desgranados con el virtuosismo necesario, sin exhibiciones vacuas y mostrando un nivel técnico superlativo. Cambra demostró una vez más una personalidad interpretativa y una voz propia que cada vez es más madura y profunda. Un excelente recital, dedicado a la memoria de Ramon Negre, que culminó con tres propinas (Schubert, Schumann, Beethoven) que pusieron en pie a un público que prácticamente llenaba el auditorio.

Sin duda habrá que seguir la trayectoria ascendente de este músico serio y riguroso que, paso a paso, está asentándose, por méritos propios, en el panorama pianístico tanto nacional como internacional.