Wozzeck Salzburg 2017 1 RuthWalz

Confirmando a Jurowski

Salzburgo. 14/08/2017. Haus für Mozart. Festival de Salzburgo. Berg: Wozzeck. Matthias Goerne, Asmik Grigorian, Gerhard Siegl, John Daszak y otros. Dir. de escena: William Kentridge. Dir. musical: Vladimir Jurowski.

Wozzeck es una partitura de recuerdo casi mítico en el Festival de Salzburgo. Hace ya veinte años de la producción de Peter Stein con Claudio Abbado, con Albert Dohmen en el rol titular. Y cabe remontarse también al estreno aquí de esta partitura, en 1951 con Karl Böhm al frente de la producción de Oscar Fritz Schuh. Böhm mismo encabezó las representaciones de 1971 y 1972 en una producción de Gustav Rudolf Sellner. Palabras mayores, sin duda, lo que situaba el listón muy alto con respecto a las expectativas de esta nueva producción presentada en el Festival de 2017.

El atractivo, en todo caso, era indudable: una batuta importante, Vladimir Jurowski; un protagonista de garantías, Matthias Goerne; y un director de escena singular, William Kentridge. Y el resultado, a decir verdad, ha sido sobresaliente. Pocas veces se asiste a una representación que traslade tal impresión de obra de arte total, donde cada elemento forma parte de un todo complejo, elaborado y sublime. 

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La dirección musical de Vladimir Jurowski fue reveladora. Y lo fue en un doble sentido: primero por lo que hace a la partitura, que desgranó con una minuciosidad y nitidez admirables; y en segundo lugar por lo que se refiere al confirmado talento de Jurowski, sin duda un valor al alza, de quien se habla -entre otros candidatos- para suceder a Petrenko en la Bayerische Staatsoper de Múnich. Jurowski obra el milagro de mostrar esta partitura con una lógica y una belleza apabullantes. Admira el modo en que desentraña la coherencia interna de la partitura, hasta un punto en el que suena conmovedora.

La Filarmónica de Viena respondió como en los días grandes, capaz lo mismo de delinear con las maderas (¡y esas arpas!) el preciso dibujo de los momentos camerísticos como imponente (¡qué metales, dios mío!) en los cuadros más virulentos. En suma, una extraordinaria versión musical, sin duda una de las mejores que recuerdo de esta partitura, al lado de las muy diversas firmadas por Daniel Barenboim en Berlín o Fabio Luisi en Zúrich, dos de las más notables que recuerdo en los últimos años.

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William Kentridge trabaja con un código ya habitual en sus propuestas y que no es otro que el de su propia creación plástica, la que le ha hecho merecedor del último Premio Princesa de Asturias de las Artes. A través de sugerentes proyecciones, con diseños de creación propia a carboncillo y manejadas con una perfección técnica abrumadora, Kentridge buscar sumergirnos en el universo de deshumanización creciente que asola la existencia de Wozzeck. El primer trabajo para la escena de Kentridge fue precisamente el “Woyzeck” de Büchner, con la Handspring Puppet Company. El director sudafricano vuelve sobre sus propios recuerdos, situando en escena al hijo de Wozzeck y Marie personificado en una marioneta, que es al fin y al cabo a lo que quedan reducidos todos los personajes en esta historia, hombres y mujeres de trapo. El trabajo de Kentridge es visualmente atractivo pero a decir verdad no tiene una dramaturgia demasiado poderosa, siendo al final poco más que un decorado sugerente.

Confieso que no he sentido nunca una gran fascinación por Matthias Goerne. Reconociendo su indudable talla como artista, tengo notables reparos ante su timbre y su emisión. Su Wozzeck en Salzburgo, de hecho, sonó entre rudo y ronco. Goerne gana la partida por la expresividad, por el decir y el trabajo sobre el texto. No obstante, perfila un rol demasiado encarado, malhumorado en demasía, cuando Wozzeck debiera transmitir una cierta vulnerabilidad, su condición de víctima. En escena es solvente pero no es sobresaliente. Muy buena fue la réplica de Asmik Grigorian como Marie, mostrado un timbre de atractivo metal y coloración, así como capacidad para un canto de raro lirismo. Del resto del reparto cabe destacar el estupendo Capitán de Gerhard Siegel y el notable Tambor Mayor de John Daszak. 

En suma una noche prácticamente redonda, de la que cabe destacar el extraordinario trabajo expuesto por Vladimir Jurowski. Su fichaje en Múnich para suceder a Petrenko sería todo un acierto, mucho más que en el caso de Antonio Pappano, quien no ha demostrado singular identificación con el repertorio alemán, al contrario de lo que sucede con el citado maestro ruso. El tiempo de Jurowski en la Filarmónica de Londres podría ir tocando a su fin, tras una década en el puesto. En septiembre de 2017 se incorpora a la Sinfónica de la Radio de Berlín, tomando el relevo a Marek Janowski, un compromiso perfectamente compatible con Múnich donde no se incorporaría antes de la temporada 2020/2021 y donde dejó un inmejorable sabor de boca con El ángel de fuego en 2015.