MENA

Romanticismo en estado puro

05/02/16. Madrid. Auditorio Nacional. Temporada 15-16 de la ONE. Obras de Bruckner y Mozart. Christian Zacharias, piano. Juanjo Mena, director.

El Concierto K491 en do menor, para piano y orquesta de W. A. Mozart tiene un carácter dramático muy importante. Son notables desde un primer momento los vínculos con la ópera y el gusto por presentar los temas de manera elegante y concisa. Los elementos masónicos no quedan ocultos, al contrario, haciéndose notar en todos los movimientos pero sobre todo en el último, donde Mozart se autocita con algunos motivos del Concierto para Clarinete K. 622.

Este concierto no consta de una introducción cualquiera. Tiene carácter de obertura, con una presentación majestuosa de los elementos que se van a utilizar durante todo el desarrollo temático desde el inicio hasta el final en su primer movimiento en forma sonata. No es fácil pues defender una obra tan famosa y conocida ya que cualquier oído que escuche puede ser realmente crítico, por lo que todo músico que se aventure a ello debe tener en cuenta muchos detalles. Por suerte Christian Zacharias es un gran intérprete que desprende enorme virtuosismo tanto personal como musical, lo cual quedó demostrado con este Mozart. Abriendo su gira para el año 2016 y con la ONE respaldando el momento, nos embaucó en un concierto en el que probablemente no hubiera necesitado la ayuda de la dirección de Juanjo Mena (quien sin duda lo hizo de maravilla), dada la experiencia del solista como director de orquesta. Sin embargo, aunque a veces pareciera que dirigía desde la banqueta del Steinway & sons, (como lo hizo Mozart en su estreno sentado ante su fortepiano) en ningún momento eclipsó la figura del director, todo lo contrario. Cabe mencionar la sutileza con la que interpretó el segundo movimiento, con gran habilidad y detalle sin eludir ninguno de los elementos que lo conforman. Sin embargo, el Tema con Variaciones que ocupa el tercer movimiento, empezó con gran energía pero perdió un poco de fuerza en los últimos compases, se echó de menos un poco de dirección ya que quizás por dejar protagonismo al piano la orquesta quedó en un segundo plano y la conducción de los matices no llegó a su cauce. Pero a excepción de ese pequeño detalle, la brillante interpretación del pianista alemán eclipsó cualquier pormenor que pudiera haber ocurrido durante el transcurso del concierto. Zacharias próximamente reinterpretará otros conciertos de Mozart en otras capitales europeas como Frankfurt, Bochum ó Lugano pero concretamente el Concierto nº 24 lo hará los días 16 y 17 de marzo en Winterthur – Musikkollegium Winterhur (Suiza).

Para la segunda parte del evento la ONE nos deleitó con la Sexta Sinfonía de Anton Bruckner. Datada en 1881 y con una gran plantilla orquestal que conforma una sección de viento metal bastante potente, predominan en ella los contrastes de dinámicas y ritmos. Los grandes fortes y pianos alternados de manera constante (sobre todo en el 4º movimiento) es imposible que dejen indiferente al espectador. Cierto es que ha habido otras sinfonías del compositor austriaco que le han hecho sombra a la que nos ocupa en esta crítica, pero es importante decir que en su conjunto desprende gran maestría y dominio del lenguaje armónico. Diferenciando en bloques tímbricos a la orquesta, cuando surgen las sonoridades de los vientos, la cuerda forma un colchón que resguarda los temas que se desarrollan sobre el mismo y hacen el papel percusivo del que carece materialmente la obra ya que curiosamente, utiliza sólo cuatro timbales para reforzar este aspecto musical.

Es significativo mencionar que en ambas partes del concierto los músicos de viento metal tocaron con instrumentos acordes al periodo musical que interpretaban. Esto le da un toque muy trascendental a la interpretación de la obra ya que el timbre y la sonoridad en su conjunto, cambian por completo en muchos casos y dado el periodo musical en el que nos hallamos, más. Los corales y fanfarrias de los que consta el segundo movimiento quedaron bien asentados, lo cual es complicado de conseguir. El director vasco supo trazar dichos fragmentos sin perder la línea y el hilo conductor es dificultoso, ya que hay pasajes muy agudos para los metales y requieren fuerza y dinámica durante mucho tiempo. Quizás por ello la plantilla optó por reforzar las trompetas y añadir dos más para alternarse durante algunas partes de la obra y no sobrecargar la embocadura de los músicos.

Juanjo Mena, recordemos director titular de la Filarmónica de la BBC, dirigió sin partitura ambas obras con gran dominio y control en ambos programas musicales (la Sexta, en su versión completa; no olvidemos que Mahler estrenó una versión muy resumida de la misma en 1899). Mena supo diferenciar a dos compositores que engloban el principio de una época romántica, como es el último Mozart, y el final de la misma con Anton Bruckner, tardío romántico quien consiguió cerrar un círculo perfecto de dos universos disímiles, que nos dieron como resultado grandes tesoros de los que hoy podemos disfrutar sin miramiento alguno.