Rosenkavalier BayerischeStaatsoper 2018 W.Hosl

 

Intemporal

Múnich. 21/03/2018. Bayerische Staatsoper. Strauss: Der Rosenkavalier. Adrianne Pieczonka, Angela Brower, Hanna-Elisabeth Müller Dir. escena: Otto Schenk. Dir. musical: Kirill Petrenko.

La grandeza de un teatro se mide no solo por el interés de sus nuevas producciones sino por su capacidad para convertir las reposiciones en eventos excepcionales. Estrenada en 1972, la producción de Der Rosenkavalier firmada por Otto Schenk (Viena, 1930), con escenografía de Jürgen Rose (Bernburg, 1937), ha gozado de una popularidad extraordinaria, convirtiéndose en un clásico que sin duda apena despedir. Y es que la función que nos ocupa era su última y definitiva reposición en el escenario de la Bayerische Staatsoper, extraordinario teatro donde se espera una nueva producción de este mismo título en los años venideros. Como consuelo cabe mencionar el hecho de que la Staatsoper de Viena sigue reponiendo una réplica de esta misma producción, aunque no tan lograda y refinada como la de Múnich que nos ocupa.

Cómo será esta producción que aún hoy en día sigue suscitando entusiastas aplausos al abrirse el telón con la escenografía dispuesta para el segundo acto, con un enorme y bello salón rococó, para el que Jürgen Flimm se inspiró en el Amalienburg, un pabellón de caza en el Palacio de Nymphenburg, próximo a Múnich y que fue construido entre 1734 y 1739 por François de Cuvilliés para Carlos VII. Y qué paradoja tan maravillosa, que una producción tan ‘histórica’ -por su fidelidad literal al libreto- haya podido alcanzar tal cuota de intemporalidad. 

Desde su estreno el 20 de abril de 1972, bajo la batuta del incomparable Carlos Kleiber, la nómina de artistas que han desfilado por esta producción invita al desmayo: Gwyneth Jones, Helga Dernesch, Claire Watson, Felicity Lott, Renée Fleming, Soile Isokoski, Anja Harteros, Anne Schwanewilms, Adrianne Pieczonka, Martina Serafin; Brigitte Fassbaender, Angelika Kirchslager, Sophie Koch, Alice Coote, Daniela Sindram; Lucia Popp, Barbara Bonney, Diana Damrau, Camilla Tilling, Mojca Erdmann, Anna Prohaska, Hanna-Elisabeth Müller; Kurt Moll, Hans Sotin, Karl Ridderbusch, Franz Hawlata, John Tomlinson, Eric Halfvarson, Peter Rose; Francisco Araiza, Ramón Vargas, Piotr Beczala, Lawrence Brownlee...

En todo caso, quizá el mayor ensueño de esta representación estuvo en el foso, comandado por Kirill Petrenko, el ya saliente director musical de la Bayerische Staatsoper de Múnich y próximo nuevo titular de la Filarmónica de Berlín. Sin lugar a dudas, Petrenko es el único maestro que cabe parangonarse con Carlos Kleiber en su hacer con esta partitura, y más si cabe en este teatro y con esta misma producción. Lo que hace Petrenko obliga a la hipérbole y agota los tópicos; su dirección musical es verdaderamente memorable. Refinada, elegante, teatral... más intemporal acaso incluso que la propia producción de Schenk que se despedía con estas funciones. Para el recuerdo, entre tantos instantes de suma belleza e intensidad, la recreación del célebre vals. Qué gozo, qué sensación de estar en otra parte, simplemente transportados por la música de Strauss en manos de Petrenko y su orquesta.

El elenco vocal reunido para esta última representación de la producción firmada por Otto Schenk no rayó no obstante a tan gran altura. Adrianne Pieczonka es una solista correcta, qué duda cabe, de técnica resuelta y muy capaz a la hora de resolver reguladores y pasajes a media voz. Cantó su parte con indudable buen gusto y buen porte escénico, si bien como artista no alcanza a trasladar el magnetismo que otras colegas comunican de forma natural encarnando a la Mariscala. Algo semejante cabe decir de Angela Brower, una cantante norteamericana curtida en la academia de la Bayerische Staatsoper y recompensada ahora en su buen hacer con roles de mayor importancia sobre las tablas del teatro muniqués. Su voz suena algo tibia, redonda aunque algo parca en colores y con limitada proyección. Su Octavian fue correcto, pero no entusiasmó verdaderamente ni por su labor vocal ni por su desempeño escénico.

Y, en fin, tres cuartos de lo mismo cabe aplicar a los otros dos solistas principales, la Sophie de Hanna-Elisabeth Müller y el Baron Ochs de Peter Rose. Este último resuelve la papeleta más por su vis cómica que por su rotundidad vocal. Y la primera aporta un canto preciso, de firme legato y desahogada ascensión al tercio agudo, aunque sin el encanto de otras voces en esta misma parte. Del resto del elenco, todo un lujo contar con Lawrence Brownlee en la parte del tenor italiano y con Markus Eiche para la parte de Faninal. Estupendos también Ulrich Reß y Ulrike Helzel dando voz a la pareja de Valzacchi y Annina.