Parsifal BadenBaden M.Rittershaus

 

Una orquesta de ensueño

Baden-Baden. 02/03/2018. Festspielhaus. Wagner: Parsifal. Stephen Gould, Franz-Josef Selig, Ruxandra Donose, Gerald Finley, Evgeny Nikitin, Robert LLoyd y otros. Berliner Philharmoniker. Dir. de escena: Dieter Dorn. Dir. musical: Sir Simon Rattle.

El presente Parsifal ha sido a buen seguro la mejor de las óperas desde que la Filarmónica de Berlín recalase en Baden-Baden para su festival de Pascua, pero eso no significa necesariamente que haya sido excelente, en términos globales. Lo cierto es que tras el decepcionante Tristan und Isolde de 2016, era fácil subir el listón y superar el recuerdo vacilante que dejaron aquellas funciones. Este Parsifal se ha sostenido gracias a un reparto compacto y a una orquesta de ensueño, no así gracias a la nueva producción, decepcionante, ni a la batuta de Rattle, en un evidente segundo plano.

Y es que más allá de unos tiempos ágiles -el primer acto le dura unos diez minutos menos de lo habitual- y un fraseo conciso, la batuta de Simon Rattle apenas se dejó notar. En realidad este fue el Parsifal de los Berliner, apoyado todo el tiempo en su sonido, bellisimo, redondo y ciertamente trascendente en sí mismo. Les confieso que en más de un instante sentí la necesidad de cerrar los ojos para concentrarme únicamente en lo pluscuamperfecto y resplandeciente del sonido de la orquesta. Verdaderamente el genio de Wagner con esta música parecía redoblarse en manos de tales instrumentistas, con momentos verdaderamente extraordinarios en maderas y cuerdas, singularmente. Imagínense cómo sonaron los encantamientos de Viernes Santo. Memorable momento.

Como antes apuntaba, el reparto reunido para estas funciones ha sido sumamente sólido y consistente. Empezando por Stephen Gould en el papel titular y quien resuelve la partitura con imponente facilidad, sin inmutarse lo más mínimo. Es cierto que su instrumento tiene unos tintes evidentemente heroicos, quizá incluso demasiado, sonando a veces más como un Siegfried o un Tristan que como un Parsifal propiamente dicho. Quizá un instrumento más lírico hubiera sido más idóneo para la parte, pero pocas veces se escucha un Parsifal tan en plenitud, capaz de hacer tanta justicia a las notas escritas en la partitura. 

El Gurnemanz de Franz-Josef Selig tuvo hondura y oficio, más allá de alguna aspereza en la parte alta de su instrumento. Nada que pudiera empañar una encarnación muy expresiva del texto, con momentos de muy hermosa declamación del original wagneriano. En la parte de Kundry finalmente escuchamos a Ruxandra Donose, en lugar de la solista anunciada en origen, Evelyn Herlitzius, quien precisamente estos días protagoniza Lady Macbeth de Shostakovich en la Deutsche Oper de Berlín. Donose fue una grata sorpresa, con un material flexible, homogéneo y manejado con técnica segura y acentos muy bien medidos. No es la suya una voz dramática pero supo llevar el personaje a su terreno, firmando una recreación más que notable de este comprometido papel.

En la parte de Amfortas el barítono inglés Gerald Finley demostró que sigue en buena forma, con ese timbre tan reconocible y esa emisión tan aseada y segura. Su interpretación del guardián del Grial va camino de convertirse ya en un clásico, habida cuenta de la cantidad de teatros por los que la ha paseado ya, con igual fortuna en todos los casos. En el caso de Evgeny Nikitin, le hallamos en mejor forma de como le encontramos en 2016 en el Holandés errante del Teatro Real. Su reconocible timbre cuadra muy bien con los acentos y dobleces del personaje de Klingsor, si bien su voz deja un tanto que desear en términos de proyección y presencia, lastrado además por una escenografia que lo situaba en alto y a lo lejos durante buena parte del segundo acto. 

Completando el cartel en los roles secundarios, el veterano Robert Lloyd daba voz a Titurel, recordándonos que todavía está en más que buena forma para este tipo de personajes. Intachable el grupo de muchachas flor, con las voces de Iwona SobotkaKiandra Howarth, Elisabeth Jansson, Mari EriksmoenIngeborg Gillebo y Kismara Pessatti.

Dejo para el final el comentario a la nueva producción de Dieter Dorn, cuyo nombre recordarán algunos que sonó en Madrid cuando se planificaba la reapertura del Teatro Real, hace ahora veinte años y precisamente entonces con la idea de dirigir un Parsifal que iba a contar con Lorin Maazel y Plácido Domingo. Si el proyecto de entonces y el de ahora tienen algo que ver, mejor entonces que esos planes para el Real no cuajasen. Y es que es ciertamente alarmante la falta de ideas con la que Dorn plantea la representación. Estamos ante un Parsifal nihilista, no ya porque esté leído en esa clave filosófica, sino porque no tiene nada que decir en un plano dramático, más allá de una detallada dirección de actores. El segundo acto, en particular, es de una pobreza alarmante, rematado además con un efecto de luces casi cómico para hacernos ver cómo Parsifal arrebata la lanza a Klingsor. Sin duda, una producción que pasará sin pena ni gloria a los anales de este festival.