Terfel Baluarte I.Zaldua 

Salvado por los Wagner

Pamplona, 14/4/2018. Centro Baluarte. Concierto de Bryn Terfel. Varios autores. Orquesta Sinfónica de Navarra. Director musical: Gareth Jones.

Me permito recurrir a un símil pugilístico, en el título de esta crítica, para resumir lo esencial del concierto que el pasado sábado Bryn Terfel ofreció en el Baluarte de Pamplona acompañado por la Orquesta Sinfónica de Navarra, dirigida por el también galés Gareth Jones. Terfel es, sin duda, uno de los más destacados bajo-barítonos de su generación, apreciándose su gran potencia de voz, su timbre algo tosco pero siempre de una atrayente belleza, sus grandes dotes de actor y su entrega en el escenario. Todo eso sigue apareciendo en su canto pero, lógicamente, ha perdido frescura, la facilidad para la matización ha disminuido bastante, el grave (que nunca ha sido su fuerte) es menos audible y en general se nota que el paso del tiempo hace mella en su trabajo. 

Empezaré por el final: lo mejor del concierto fueron sin duda “los adioses de Wotan”, ese extraordinario final de La walkiria de Wagner. Terfel desplegó en esas hermosísimas notas toda su sabiduría de gran cantante. Es un dios dolorido y enfadado con el destino (que él ha forjado en gran parte); tierno y triste con su hija preferida que deja en la roca dormida a la espera del héroe que la despierte. Fueron los momentos más emocionantes del recital, porque Terfel fue menos el que es ahora y nos recordó el de otros tiempos, incluso con matices que no habían aparecido en el resto del concierto. Claramente es su Wotan, su manera de enfocarlo ahora y con sus condiciones vocales, pero sigue siendo un Wotan que te llega dentro. Le había precedido en esta segunda parte un apreciable “Was duftet doch der Flieder” de Hans Sachs en Los maestros cantores. En una parte no muy exigente pero también de una apreciable fuerza emocional, estuvo el cantante galés a la altura de lo exigido, dando una clase de expresividad sin caer en lo grotesco. Excelente.

En cambio la primera parte, dedicada a arias de papeles que han sido importantes de su carrera no pasaron de lo meramente correcto, cayendo a veces en el guiño fácil al público y recurriendo a sus tablas cuando la voz no tenía la brillantez exigida. Es Terfel y tanto en el Catálogo de Don Giovanni como en los demoníacos “Le veau D’or de Faust o “Son lo spirito che nega” de Mefistofele estuvo correcto pero lejos de lo exigible a un artista de su nivel. Cerró la primera parte una simpática “Ehi Paggio! l’onore! Ladri!” de Falstaff, un papel que domina a la perfección y donde su indudable don para meterse al público en el bolsillo volvió a aparecer. Cerró con dos propinas galesas, agradables pero personalmente sin mayor interés. 

La parte orquestal estaba en manos de Gareth Jones, un director que en los concertantes estuvo al total servicio del cantante y sus necesidades y en los “intermedios” sinfónicos (Obertura de Don Giovanni, Polonesa de Eugene Onegin, obertura de Nabucco, Preludio del III acto de Lohengrin y Cabalgata de Die Walküre) fue totalmente plano, sin sacar de la siempre competente Sinfónica de Navarra más que lo básico, y convirtiendo estos momentos tan reconocibles por el público en piezas sin atractivo, algo inadmisible en un concierto de este nivel.

Bryn Terfel es un excelente cantante, vuelvo a repetir, de lo mejor en su repertorio pero ya no está en plenas condiciones para abordar esos papeles. Creo que siguen siendo interesantes su Falstaff por su teatralidad y su Wotan por su entrega, pero cada día lo veo más en otro tipo de papeles como en el Sweeney Todd de Sondheim que, por cierto, borda. Pero sigue quedando en concierto el hombre que hipnotiza, que atrae al público con esa potencia, con esa proyección vocal de gran nivel; y, en fin, el artista que sigue emocionando cuando pone un poquito de empeño en ello.