Tres eran tres
Bilbao. 23/11/2024. Palacio Euskalduna. Puccini. Il Trittico. Carlos Álvarez (Michele-Gianni Schicchi), Marco Berti (Luigi), Ángeles Blancas (Giorgetta), Chiara Isotton (Suor Angelica), Karita Mattila (La zia principessa), Sofía Esparza (Amante 1-Lauretta), Ioan Hotea (Amante 2-Rinuccio). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Navarra. Dirección de escena: Paco Azorín. Dirección musical: Pedro Halffter.
Tres eran tres las óperas y por fin se han visto, por primera vez juntas, en las temporadas de ABAO. La Asociación de Amigos de la Ópera de Bilbao ha hecho un esfuerzo palpable para poder representar Il trittico de Giacomo Puccini para celebrar los cien años (se cumplen el 29 de este mismo mes) de su muerte. Y es que para una entidad privada y sin un espacio propio para mantener montajes y realizar ensayos, una obra de esta envergadura, formada por tres óperas, no es tarea fácil. Enhorabuena, por tanto, a ABAO porque además el esfuerzo ha merecido la pena. Y es que visto en conjunto y basándose la producción en unos ejes comunes (sobre todo escenográficos) y en que los cantantes se hagan cargo de diversos personajes en las tres óperas, el resultado ha sido muy positivo, sobre todo en el plano musical y también en la dirección de escena.
Il tabarro abre la trilogía y nunca se había representado en ABAO. Es una obra de corte realista, en la que la oscuridad de los muelles fluviales de París enmarca una tragedia de amor, celos y en el fondo, de mucha infelicidad. Paco Azorín, responsable de la esta producción, utiliza los mismos recursos escénicos a lo largo de las tres óperas de Il trittico: un diseño escénico del propio Azorín que tiene como eje principal una base circular central, que se mueve con frecuencia y en la que hay tres paneles que cambian de forma y posición a lo largo de la trilogía, un atrezzo muy sencillo (material portuario, bancos y reclinatorios, una cama), y que tiene su base principal en las videoproyecciones creadas por Pedro Chamizo (responsable también de la iluminación) que nos sitúan en los diversos escenarios de las obras la escena de cada una de las obras. Azorín sitúa la acción en 1945 y lo sabemos más que nada porque el dato aparece sobre al principio de cada ópera proyectado en un telón y se confirma por el vestuario de Ana Garay, sobre todo en Gianni Schicchi. Es una ambientación en blanco y negro, casi cinematográfica (el director habla de homenaje al Neorrealismo italiano) que funciona bien en general pero que abusa en algún momento del giro de la plataforma central y del recurso de la proyecciones, comprendo que necesario dada la estructura general de la producción, pero que al final, cansan un poco. Donde triunfa Paco Azorín es en la dirección de actores, muy bien planificada y especialmente brillante en Il tabarro y en Gianni Schicchi. Los cantantes realizan un gran trabajo, y se ve que el esfuerzo de todos ha sido grande para dotar a las obras de la esencia de su mensaje.
Empezaba a hablar de Il tabarro y he acabado hablando de la idea general de la producción. Es esta primera ópera la que para mi mejor funciona a nivel escénico con las diversas proyecciones de un París que sale de la II Guerra Mundial y en el que tres personajes principales, en una gabarra amarrada a un muelle del Sena, culminan la tragedia de un triángulo amoroso lleno de frustración y miseria. ¿Qué decir a estas alturas de Carlos Álvarez? Pues que vuelve a refrendar que es un barítono de referencia en lo que va de siglo en los teatros operísticos. La nobleza de su canto sigue intacta y sabe interpretar vocal y escénicamente perfectamente al atormentado Michele, el capitán engañado por su mujer con uno de sus hombres. Su monólogo desesperado en el que se lamenta de la traición que sufre fue de una gran intensidad, y en él pudimos disfrutar de ese timbre tan atractivo, de esa forma de cantar tan señorial. Quizá haya perdido potencia y proyección (algo que siempre acecha en la acústica del Palacio Euskalduna), pero qué poderío en el fraseo y que dominio del papel. Fabuloso.
Ángeles Blancas está en un momento vocal impresionante. La reciente ganadora del premio Ópera XXI por su espectacular interpretación de la Kostelnička de Jenufa vuelve a demostrar que es una cantante excepcional y una actriz única. Creó una Giorgietta, la mujer de Michele, de armas tomar, valiente, voluptuosa y libre, tierna en los últimos momentos y siempre protagonista de la escena. Maneja su voz de una manera magistral, consiguiendo ser el alma de la obra gracias a unos agudos limpios y excelentemente proyectados y unos momentos más líricos de increíble belleza. Un auténtico lujo. Luigi, el amante de Giorgetta, lo defendía un tenor conocido en ABAO, Marco Berti. Cumplió el tenor su papel con arrojo y una voz de potente sonido y agudos impecables pero con cierta tosquedad que lo alejó de cualquier matiz, lo que no fue problema para que recibiera los cálidos aplausos del público en su saludos. Entre el buen trabajo de los comprimarios de esta obra destacar la Frugola de Ana Ibarra (presente en las tres óperas) y el pequeño papel como vendedor de cancionetas de Josu Cabrero (que tendría un papel más amplio en Gianni Schicchi), una voz con un timbre muy atractivo.
Suor Angelica es pura poesía. Es una ópera en la que el amor maternal se mezcla con el amor espiritual en el ambiente cerrado, y no siempre sano, de un convento. La historia de la noble Angelica caída en desgracia por ser madre soltera sigue siendo la nota más conmovedora de toda la trilogía. Sobre todo si la intérprete tiene el nivel que demostró Chiara Isotton, una soprano con una voz extraordinaria, carnosa, impecable en toda la tesitura, con fuerza y belleza. La de Isotton fue una excelente interpretación, llena de rebeldía contra el destino y amor por la Virgen y su hijo. Pero, repito, lo impresionante fue su actuación, la que más entusiasmo levantó entre el público bilbaíno en toda la noche. El papel de La zia Principessa es desagradable por su carga emocional, pero permite el lucimiento de la cantante que lo defienda si le da el toque necesario. La gran Karita Mattila (que por primera vez en su larga carrera aparecía en las temporadas de ABAO) estuvo a buen nivel, como no podría ser de otra manera (quien tuvo, retuvo) pero no acabó de convencer completamente ni en lo vocal ni en lo escénico. Gran plantel de comprimarias entre los diversos papeles de las monjas del convento. Sería injusto destacar una sobre otra pero permítanme un homenaje a Itxaro Mentxaka, una voz que tanto ha significado en muchas de las óperas de ABAO y a la que el que esto escribe siempre ha admirado.
En su origen, Il trittico iba a versar sobre diversos pasajes de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Finalmente solo Gianni Schicchi tiene su origen en la inmortal obra. Es una ópera llena de comicidad e inteligencia, con impecable libreto de Giovacchino Forzano al que Puccini puso una música trepidante y tremendamente efectista. Carlos Álvarez brilló en este papel tan agradecido y que el malagueño supo llevar a su terreno: un humor elegante y pícaro, con un canto pletórico, que encandiló al público en sus intervenciones, especialmente en el Addio, Firenze. La ópera es coral, la mayoría de los personajes (los herederos de Buoso Donati, el tío muerto que ha donado todos sus bienes a la Iglesia y que con la ayuda de Schicchi ellos quieren repartirse) son importantes, pero para dos, los jóvenes enamorados Rinuccio y Lauretta, Puccini escribió dos preciosas arias. El tenor rumano Ioan Hotea, estuvo estupendo en Firenze è come un albero fiorito, desplegando un canto en el que dominaba el grato timbre y la frescura de la emisión. Estupenda Sofía Esparza en la celebérrima O mio babbino caro, cantada con exquisita elegancia. Estupendos la pléyade de parientes que forman un todo alrededor de Schicchi en el que volvió a brillar Ana Ibarra pero también un buen puñado de cantantes nacionales que tantas veces han enriquecido las noches bilbaínas como Stefano Palatchi, Fernando de la Torre, José Manuel Díaz o Isaac Galán y el resto de “familiares” de del difunto Buoso Donati, que tuvo un intérprete sorpresa en la figura del director musical de ABAO, Cesidio Niño.
Pedro Halffter se está afianzando como una referencia en la música de Puccini. Lo volvió a demostrar en una acertada dirección de las obras, dándoles un toque especial a cada una: dramática la primera, toques lentos y líricos en la segunda sin perder la tensión, y animado ritmo en la última. Buscó el detalle, estuvo atento al escenario y confirmó que su batuta es de las mejores en Wagner y en la música, tan variada y diferente, del siglo XX, como demostró en los años que dirigió el Maestranza de Sevilla, donde pudimos ver títulos que no se han vuelto a ver en los teatros nacionales. Gran noche también de la Orquesta Sinfónica de Navarra, una formación cada vez más afianzada y con más calidad en todas sus familias.
Gran noche de ópera, gran homenaje a Puccini y un tanto más que se apunta ABAO en su larga y fructífera trayectoria.
Fotos: © Enrique Moreno Esquibel