leyenda del beso irun 

Cuando la tierra tiembla a nuestros pies 

Irun. 24/06/2018. Centro Cultural Amaia. Reveriano Soutullo y Juan Vert:: La leyenda del beso. María Rodríguez (Amapola), Gonzalo Terán (Iván), Enrique R. del Portal (Gorón), Alberto Arrabal (Mario), Amelia Font (Madre Ulita) y otros. Orquesta Sinfónica y Coro Luis Mariano Dir. Mus.: José Antonio Irastorza. Dir. Escena: Antonio Ramallo.

No seré yo quien ponga palos en la rueda que hace girar la irundarra Asociación Lírica Luis Mariano. De hecho, siempre he defendido que quienes tenemos la responsabilidad de escribir para un hipotético público hemos de tener en cuenta cuando nos colocamos ante una pantalla en blanco y si anhelamos un mínimo de justicia ante qué organización estamos, con qué medios cuenta y cuál es el presupuesto que maneja.

Así, y aun desconociendo datos organizativos y económicos exactos no creo ser un lince si afirmo que la Luis Mariano tira para adelante por el trabajo desinteresado de unos pocos miembros de la Asociación; también presupongo un presupuesto económico muy ajustado para su programación lírica y observo que las condiciones del Centro Cultural Amaia son muy poco adecuadas en cualquier aspecto que se analice con un mínimo de rigor. Y sin embargo un año más Irun puede disfrutar de zarzuela dentro de sus fiestas patronales de San Marcial y de una ópera cada seis meses

Consecuentemente, vaya todo mi respeto y consideración a estos esforzados que llevan quince años, como bien y legítimamente alardean, haciendo una propuesta lírica llena de ilusión y dignidad. Y sin embargo, en la función que nos ocupa no puedo sino reconocer que las prestaciones de la Orquesta Luis Mariano fue notoriamente deficiente; ni siquiera el titánico esfuerzo de José Antonio Irastorza, a pesar de la enorme experiencia que atesora, era capaz de reconducir la situación.

Desde mi privilegiada butaca pude observar al maestro, muy atento a todos los detalles y a todas las secciones, tratando de exigir a una orquesta que estaba fuera de sitio, poniendo orden en un aparente caos y tratando de hacer mínima justicia a una partitura llena de bellos momentos. La sección de cuerda sonó especialmente destemplada y sin fuerza. El público puede ovacionar con fuerza la interpretación del célebre interludio del segundo acto pero ello no me puede llevar a permanecer sordo a una actuación que considero manifiestamente mejorable.

Cuando lo básico no termina de cuajar todo lo demás se tambalea y de ahí mi decisión de titular esta reseña con una alusión sismológica. En el caso que nos ocupa la orquesta fue incapaz de sostener la función llevando a todos los demás elementos presentes a la desestabilización, lo que creo que ha ocurrido, desgraciadamente, en esta función.

La producción escénica, necesariamente modesta, está ideada por Antonio Ramallo, persona que recibió un homenaje al final de la función por su dedicación a la lírica en las temporadas de la ciudad fronteriza. El uso de un amplio telón trasero a modo de pantalla permitía proyectar imágenes y darle al escenario mayor profundidad y aproximar el lugar de la acción, superando los inevitables problemas del escenario único.

Por lo que al Coro Luis Mariano se refiere, hubo de todo. Páginas notables junto a desajustes evidentes. Teniendo en cuenta que Irastorza tenía demasiado trabajo con la orquesta es de entender que otros elementos anduviesen desamparados encima del tablado. En cualquier caso, la actuación del Coro –soportado por miembros veteranos que ayudaban de forma evidente, casi codirigiendo desde dentro- tuvo un pase. El ballet de Cristina Guadaño, con sus seis componentes, hizo de la escena gitana un número entretenido.

En el apartado vocal quiero decir que lo mejor vino de los papeles secundarios, alguno de los cuales fue muy bien cubierto. Enrique R. del Portal hizo un Gorón de manual, con la alegría y chispa suficientes y un nivel de canto más que aceptable. Enganchó muy bien con el público y éste se lo agradeció. La pareja cómica fue muy bien interpretada por María Jesús Sevilla (Simeona) y Rafael Álvarez de Luna (Cristóbal) mientras que de puro lujo la presencia de Amelia Font (Madre Ulita) y Karmelo Peña (Padre Alesco) en sus papeles de dirigentes del grupo gitano. No quiero olvidarme porque lo hizo realmente bien del miembro del coro Imanol Laura en el breve papel de gitano. El resto del amplio elenco supo responder de forma adecuada a lo exigido.

Los papeles solistas tienen mucho que cantar en esta zarzuela. Aquellos que desprecian la zarzuela como arte canoro menor deberían comprobar el nivel de exigencia de papeles como los tres que a continuación vamos a abordar. Así, María Rodríguez (Amapola) enseña un centro atractivo pero los problemas aparecen al abordar la zona aguda de la partitura, donde la voz de destempla y las peleas con la afinación son evidentes. Alberto Arrabal (Mario) cantó con voz de barítono un papel de corte dramático. Últimamente tiende a colocar demasiado la voz en la máscara, abusando de sonidos nasales que afean su proyección; por lo demás, quizás con él escuchamos la voz con más volumen y consistencia del reparto. Finalmente, Gonzalo Terán (Iván) tiene un centro apañado, una franja aguda solvente pero en la zona de paso el sonido se enmaraña, se esconde y no terminar de aparecer diáfano ante nuestros oídos. Escénicamente tampoco estuvo muy apañado.

El público llenaba las seiscientas butacas del Centro Cultural, lo cual es siempre una gran noticia. A riesgo de no ser nada original apuntaré que mayoritariamente era de edad avanzada. La ausencia de la juventud en la zarzuela es un clamor cuya solución parece ahora pura entelequia. Me arriesgo a escribir que el público de la zarzuela está terminando por ser el más acrítico de los que conozco. Cuando comenzó el interludio del acto II el tarareo llegó a límites intolerables pero, claro, cuando muchos y muchas identificaron el Amor de hombre, de Mocedades parecía lógico arrancarse por lo bajinis. ¡Paciencia!

Lo diremos hasta el hastío: en Irun tenemos suerte por disponer de unos cuantos locos y locas que creen que merece la pena traer lírica esta ciudad. Mil gracias, de todo corazón. Si demás ponemos bases firmes en forma de orquesta preparada, coro solvente y soñamos con unas instalaciones futuras de cierta calidad, la lírica en Irun tiene futuro.