Muti 2018 SF MarcoBorrelli

Ejemplar

Salzburgo. 14/08/2018. Obras de Schumann y Schubert. Wiener Philharmoniker. Dir. musical: Riccardo Muti.

Entre 1994 y 1996 Riccardo Muti grabó una de las mejores integrales sinfónicas de Schumann que se recuerdan, precisamente con la Filarmónica de Viena, la misma orquesta con la que un verano más regresaba al Festival de Salzburgo, como ya es tradición. El Schumann del napolitano es ejemplar: estilizado pero sin ser estirado, fresco sin ser banal, romántico sin ser trascendente en exceso. Así quedó patente con este brillante concierto que enjugó un tanto el amargo sabor de boca que Muti y los Wiener habían dejado aquí mismo el año pasado, con un Tchaikovsky muy poco estimulante.

La Sinfonía no. 2 de Robert Schumann fue estrenada en la Gewandhaus de Leipzig en noviembre de 1846, nada menos que con Felix Mendelssohn a la batuta. A decir verdad la pieza no tuvo demasiado éxito y el compositor alemán decidió añadir varios cambios, para una segunda versión que vio la luz apenas diez días después, con mejor acogida. Se trata de una sinfonía "clásica", de herencia claramente beethoveniana, con temas rítmicos y melodías brillantes. Se ha subrayado a menudo hasta qué punto se trata de una partitura autobiográfica, al hilo de los problemas de salud que Schumann bregaba por superar en el momento de la composición.

A pesar de lo que se ha dicho en ocasiones, la instrumentación de esta sinfonía es bastante atractiva y Riccardo Muti se encargó de ponernla precisamente en valor, jugando de manera brillante con el equilibrio entre secciones, destacando además el gran dinamismo interno que habita esta sinfonía. En conexión con el enfoque del maestro napolitano, los Wiener brindaron una versión vibrante, con la tensión justa, el aliento necesario y el equilibrio preciso entre desenfado, ligereza y hondura. En conjunto, un Schumann ejemplar e intachable.

Para la Misa de Schubert, la D950, se había reunido un plantel de primera, con las voces de Krassimira Stoyanova (soprano), Michael Spyres (tenor), Alisa Kolosova (mezzosoprano), Gianluca Buratto (bajo) y Maciej Kwasnikowski (tenor). Muti abordó la pieza con el convencimiento de sus mejores días, dejando entrever una querencia genuina por esta partitura. Batuta firme pero tersa, fraseo amplio y trascendente, todo al servicio de una elevación que surgía como evidente. En sus manos asistimos a la más pura sublimación del romanticismo, pues precisamente eso es lo que se escucha en las misas de Schubert, singularmente en esta, de una espiritualidad tan hermosa y conciliadora. En el bellísimo "Et incarnatus est" el tiempo pareció detenerse. Maravillosa labor, por cierto, del coro de la Staatsoper de Viena, en una total sintonía con las indicaciones de Muti, con quien parecía evidente que habían trabajado a fondo. Como con Schumann, pues, de nuevo una lectura ejemplar a manos de Muti y la Filarmónica de Viena.