Bychkov Berliner 

Franqueza

Berlín. 28/09/2018. Philharmonie. Obras de Glanert, Bruch y Dvorak. Katia y Marielle Labèque, piano. Berliner Philharmoniker. Dir. musical: Semyon Bychkov. 

Corría el año 1985 cuando el maestro ruso Semyon Bychkov debutó al frente de los Berliner Philharmoniker, sustituyendo en el último minuto a Riccardo Muti. La carrera de Bychkov está cuajada de situaciones semejantes y se ha granjeado con ello la fama de un maestro solvente y regular, alguien en quien el oficio a buen seguro sobrepasa al talento, pero un buen maestro al fin y al cabo. Desde aquel ya lejano 1985, Bychkov ha regresado periódicamente a la Philharmonie -su última visita fue en 2016- y en esta ocasión lo hacía junto a las hermanas Katia y Marielle Labèque, el dúo de pianistas con el que viene trabajando desde su juventud, siendo Bychkov a la sazón el esposo de una de ellas, Marielle para más señas.

El concierto se abrió con la obra Weites Land (2014), firmada por un compositor relativamente habitual en los programas que Bychkov confecciona, el alemán Detlev Glanert (Hamburgo, 1960). Su música tiene un aliento inequívocamente cinematográfico, recordando por momentos a las mejores bandas sonoras de Bernard Hermann para el cine de Alfred Hitchcock. Y sin embargo esta partitura es una suerte de fantasía/homenaje a partir de la Cuarta sinfonía de Brahms. 

En todo caso, el plato fuerte de la primera parte de este programa era el Concierto para dos pianos y orquesta de Max Bruch. Obra concebida en 1912 para las hermanas Rose y Ottilie Sutro, a quienes Bruch lego en exclusiva los derechos para interpretar la pieza. Las hermanas Sutro, sin embargo, nunca interpretaron la versión original salida de puño y letra de Bruch, sino una variación muy personal, cuajada de adornos para mayor brillantez y exhibición de su virtuosismo que se llegaron a registrar como propia, obviando al compositor. La obra vio la luz en 1916, en esta versión alterada, bajo la batuta de Leopold Stokowski, con la Orquesta de Filadelfia. La versión original de Bruch, sin embargo, no se interpretó hasta 1973, con Antal Doráti al frente de la London Symphony Orchestra.

Las hermanas Labèque y Semyon Bychkov grabaron este concierto en 1993, para PHILIPS, con la Philharmonia Orchestra de Londres. Como entonces, su interpretación en Berlín fue brillante, intensa y espectacular. La obra como tal, a decir verdad, es un tanto superficial y adolece de un estilo algo pagado de sí mismo. No obstante, en manos de intérpretes como las Labèque llega todo lo lejos que puede llegar. Apenas cabe imaginar una interpretación mejor que la que ellas brindan aún hoy, veinticinco años después de la citada grabación. Y tanto a ellas como a Bychkov hay que reconocerles el mérito y el acierto de haber rescatado esta obra para las salas de concierto.

Ya en las segunda parte, Bychkov -actual maestro titular de la Filarmónica Checa- afrontó la Séptima sinfonía de Antonin Dvorak con franqueza, decisión y efusividad. La suya fue una versión con corazón y ahínco, con hermosos detalles en el fraseo, buscando una complicidad no siempre lograda con los filarmónicos berlineses. De hecho, una y otra vez pareció bregar por traducir en sus atriles un equilibrio entre secciones que no pareció realizarse del todo, a juzgar por sus gestos. En cualquier caso, fue una versión grata y convincente, con el debido equilibrio entre tensión y lirismo.