Semperoper Moses und Aron Ludwig Olah

Irrealidad virtual

Dresde. 29/09/2018.Semperoper. Schönberg: Moses und Aron. John Tomlinson, Lance Ryan, Christa Mayer, Tahnee Niboro, Simeon Esper, Matthias Hennenberg y otros. Dir. de escena: Calixto Bieito. Dir. musical: Alan Gilbert.

La Semperoper de Dresden inauguraba su temporada con una apuesta fuerte, nada menos que una nueva producción de Moses und Aron de Schönberg, a cargo de Calixto Bieito y con el maestro norteamericano Alan Gilbert a la batuta. El resultado ha sido cuando menos convincente, con destellos de brillantez. Y es que Bieito, veinte años después de su Pierrot Lunaire en el Teatre Lliure, firma con esta propuesta uno de sus trabajos más minimalistas, verdaderamente conceptual. Quizá no podía ser de otra manera tratándose de una obra que es pura teología, una disquisición abierta en torno al dilema entre verbo e imagen, palabra y pensamiento, etc.

Para su debut en Dresde, Calixto Bieito nos propone una lectura austera de la obra de Schönberg, con un trabajo gestual casi esquemático y un interés evidente por remarcar aún más si cabe el papel del coro en esta partitura. Paradójicamente, tratándose de Bieito, la fuerza aquí parece radicar en la contencion. La escenografía de Rebecca Ringst apenas consiste en tres muros, bien apoyados por la iluminación de Michael Bauer. El vestuario de Ingo Krügler aporta un toque de universal cotidianidad, una suerte de anonimato con el que nos identificamos todos.

Bieito actualiza ese citado dilema en torno a la representación de lo irrepresentable acudiendo a las nuevas tecnologías y su impacto sobre la conciencia y autopercepción de las sociedades contemporáneas. Las gafas de realidad virtual que seducen al coro, ossia el pueblo de Israel, acentúan esta sensación, en una crítica evidente de Bieito al horizonte de postverdad en el que parecemos sumirnos cada vez más. La irrealidad lo invade todo, en una avalancha desoladora que no hace sino confirmar cuán solos estamos. 

Nítida y concisa labor de Alan Gilbert en el foso, sacando todo el partido posible a las excelentes prestaciones de la Staatskapelle de Dresde. El discurso musical tuvo notables dosis de tensión teatral, bien acompasado con el lenguaje teatral que Bieito despliega en escena.

John Tomlinson ha sido uno de los intérpretes más reconocidos de la parte de Moses durante las dos últimas décadas. De hecho ha interpretado ya esta misma obra en numerosas ocasiones, la última de ellas en 2014, en la Ópera de Gales. Su voz, tan poderosa y singular, otorga al personaje de Moses una autoridad sobresaliente. Su presencia escénica, casi desafiante, sostiene con fuerza algunas de las escenas más notables de la función. 

Destacó a su lado, en la parte de Aron, el tenor Lance Ryan quien va camino de reciclarse con inteligencia como un tenor de carácter, una vez que su voz parece no aguantar ya la fatiga de los grandes papeles wagnerianos que presidían su agenda hasta hace apenas dos o tres años. Del extenso reparto de comprimarios me atrevo a señalar a la joven soprano Tahnee Niboro, tanto por la proyección y belleza de su instrumento como por su desenvuelta labor en escena.