Il Re Mozart e il Pastore Christie
Barcelona. 13/03/2016, 20:30 horas. Palau de la Música Catalana, ciclo Palau 100 Grans Veus. Mozart: Il re pastore. Rolando Villazón, tenor (Alessandro), Martina Janková, soprano (Aminta), Regula Mühlemann, soprano (Elisa), Angela Brower, mezzosoprano (Tamiri), Emiliano González Toro, tenor (Agenore). Les Arts Florissants. William Christie, director.
Un Mozart juvenil de 19 años, un título poco frecuente y un nombre gancho como el de Rolando Villazón, si nos atenemos al cartel promocional con su imagen como reclamo principal, hacían de este Il Re Pastore una cita de gran interés. Todos estos ingredientes de por sí ya invitaban a que la representación semi-escenificada que proponía el Palau fuera más que satisfactoria, pero sobretodo y como verdaderos protagonistas más allá del reclamo mediático de Villazón, una de las orquestas decanas de las interpretaciones con criterios historicistas como son los excelsos Les Arts Florissants y su eximio director, una ya mítico William Christie se rebelaron como los verdaderos protagonistas de la velada. Si se mira al pasado reciente, Christie al podio con la misma Aminta (Martina Janková) y el propio Rolando Villazón como Alessandro, ya trabajaron juntos en una versión escenificada estrenada en 2011 en el Opernhaus de Zurich, por lo que no se trata de un primer contacto el de, a priori, dos personalidades musicales tan opuestas como el tenor mexicano y la batuta estadounidense. Ayuda aclarar esto porque después de lo vivido el pasado domingo en el Palau, disipa dudas sobre un resultado donde la preciosista y rococó partitura mozartiana no pudo tener un mejor intérprete desde el podio y unos cantantes más adecuados y en estilo que los escogidos. Siguiendo el símil, un compositor regio como Mozart, quien destila una orquestación de belleza arcádica llevada con fina mano por un pastor inmejorable, William Christie, que se nota disfruta de una música despreocupada y encantadora sin mayores pretensiones dramáticas. La batuta del pastor guió con brillo a un reparto que se mantuvo a la altura de una formación en estado de gracia, pero también, igual que en los rebaños más aplicados hubo una oveja negra que dio la nota desde el principio hasta el final…y no fue otro que Rolando Villazón.
Desde la sencilla y encantadora obertura Christie imprimió dinámicas, teatralidad y transparencia sonora en una obra que pide naturalidad y fluidez a raudales. Les Arts Florissants son un dechado de virtud de calidad instrumental en todas sus secciones y su complicidad con la batuta de Christie es sencillamente deslumbrante, ofreciendo un sonido colorista, descriptivo y empastado que brilló desde la primera intervención solista de Aminta Intendo amico mio, hasta el tutti final Viva, viva l’invitto duce. Poco más a añadir a la excelencia mostrada por la formación y su director fundador. Así las cosas, los criterios del estilo mozartiano quedaron evidenciados con una protagonista de voz mórbida y línea de canto irreprochable como fue la checa Martina Janková, para quien el rol no tiene ningún secreto y supo combinar una dicción limpia y articulación precisa con un timbre característico siempre musical y sensible, su gran aria con solo de violín obbligato, L’ameró saró constante fue como se esperaba uno de los momentos de la ópera, si bien en la cadenza con la estupenda concertino no cuajó con la complicidad deseada. Cristalino y hermoso el timbre de la soprano suiza Regula Mühlemann, ideal Elisa por la candidez de un canto siempre fácil y musical y la seguridad de un registro de gran homogeneidad que descolla en las coloraturas y sobreagudos brillantes cual gotas de lluvia, bordó sus dos arias. La tercera voz femenina del reparto fue seguramente la más interesante por la generosidad del instrumento, de cuerpo y densidad sobrados que la puede llevar a interpretar roles de compositores de mayor envergadura orquestal. De registro dúctil, timbre pulido y esmaltado, la mezzo estadounidense Angela Brower brilló como Tamiri con un Di tante sue procelle impecable. La voz suena siempre fresca y limpia con un color que se muestra ideal para los roles de repertorio en travesti que van desde Händel pasando por Mozart o los roles franceses como el Niklaus que ya ha cantado con éxito, una voz a seguir. El Agenore del tenor suizo de origen chileno Emiliano González Toro, es conocido por los amantes del barroco del que es un reconocido especialista. Siempre con una declamación precisa y un control del estilo inmaculado dio la réplica al Alessandro de Rolando Villazón con elegancia canora y una implicación escénica generosa buscando el punto de comicidad del segundo tenor del reparto con clase y tablas.
El caso del tenor mexicano Rolando Villazón es digno de estudio y seguramente pasará a la historia como ejemplo paradigmático de carrera fulgurante, retiro temporal y retorno como cantante mozartiano reconvertido. Su reciente discografía mozartiana que incluye los papeles de tenor de Don Giovanni, Così fan tutte y el Belmonte de El Rapto, no dejan duda que es un cantante que conoce el estilo y las formas, pero eso no es lo que ofreció en el Palau de la Música. Con una emisión con tendencia a los sonidos abiertos, intenciones y fraseos más cercanos al verismo o al belcanto sobreactuado, su Alessandro fue de la corrección de su primera intervención, Si spande al sole in faccia, al manierismo y golpes de glotis del resto de intervenciones. Sus dos arias restantes fueron un cúmulo de cambios de color, histrionismo vocal y problemas de registro que convirtieron al que en principio era el gancho mediático de la velada en una caricatura de si mismo. La gravedad del caso se produjo al estar acompañado por un reparto y una formación que siempre cuidaron el estilo y las formas, ya que su actuación totalmente desbocada y errática llamó todavía más la atención. El éxito de la propuesta fructificó en la repetición del finale de la ópera con todos los solistas de nuevo dando su mejor prestación vocal y un Rolando Villazón, de nuevo hiperactivo y cantando ‘Viva Barcelona’ con las últimas notas del bis… Puede que no fuera su día, pero el que era el reclamo de cartel de Il Re Pastore acabó convirtiéndose en su alter ego más oscuro y olvidable.