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La música como reflexión atemporal 

Barcelona. 15/03/2016, 20:30 horas. Palau de la Música Catalana, ciclo Palau 100 Bach. Bach: La Pasión según San Mateo. Cor infantil de l’Orfeó Català, Monteverdi Choir, English Baroque Soloists. M. Padmore, tenor (Evangelista), Stefan Loges, bajo (Cristo), Hannah Morrison, soprano, Eleanor Minney, contralto, Alex Ashworth, bajo, Nicholas Mogg, bajo, Ashley Riches, bajo, Jonathan Sells, bajo. Glòria Coma i Pedrals, directora del Cor Infantil de l’Orfeó Català. Sir John Eliot Gardiner, director. 

Todavía se acuerdan los afortunados asistentes de l’Auditori de la última visita del gran Sir John Eliot Gardiner en Barcelona el pasado mes de enero con una Misa en Do menor de Mozart que causó furor. Siempre acompañado de sus inseparables y superlativos English Barquee Soloists y, sobretodo, por ese dechado de pureza de sonido y matices que son los Monteverdi Choir, cada visita del maestro Gardiner supone una peregrinación de un público entregado que quiere comulgar con el arte de entender la música como lo hace este director británico. Desaparecido recientemente Harnoncourt, Gardiner queda como representante y guardián de las esencias de la música interpretada con criterio historicista, con Bach como buque insignia. Si en ópera Wagner hoy en día en manos de Thielemann supone una garantía, o Verdi con la batuta de Riccardo Muti una master class de ópera, con Sir John la experiencia no es menos gratificante, y ¿porqué no? catártica viendo los resultados de esta Pasión.

Desde el inicio la capacidad de concentración del maestro británico con la partitura (¿realmente la necesita delante?), y su complicidad con el coro y la orquesta es abrumadora, el sonido se recrea con ligereza y colores, matices y expresión variados, siempre desde un punto de vista ascético con la austeridad bachiana en primer plano, una austeridad sin embargo que no huye del drama, ni de los estados de ánimo, al revés, el recogimiento interpretativo realza más si cabe la fuerza de la música y el texto. 

No parece existir otro cantante más idóneo que el irresistible tenor Mark Padmore, como impoluto Evangelista, en un alarde de dominio de estilo, articulación y memoria (cantó, como todos los demás solistas, sin partitura). Su interpretación fue memorable, por la incisión en el texto, el dominio del fraseo y los colores, a pesar de lo blanquecino del timbre en algunos pasajes, y sobretodo por la identificación con un personaje que ilumina y guía una partitura monumental con la claridad y naturalidad de un verdadero evangelista musical. Esta superioridad interpretativa dejó algo en evidencia al resto de solistas, la mayoría miembros del Coro Monteverdi, a excepción del bajo Stefan Loges, quien como Cristo lució un timbre cálido e intentó con suficiencia recrear la humanidad y pureza del hijo de Dios. Puede ser cuestión de presupuesto, o elección de Gardiner, pero lo cierto es que los arsolistas brindaron buenas interpretaciones pero sin llegar en ningún caso a las cotas del Evangelista-Padmore. De justicia mencionar la voz clara y de diáfanos acentos de la soprano Hannah Morrison, excelsa en “Aus Liebe", donde combinó austeridad y profundidad expresiva con una declamación previa conmovedora. También destacó en la inefable “Erbarme dich” la contralto Eleanor Minney, más por la sobria declamación musical que por la profundidad expresiva con un solo de violín nostálgico y memorable por parte de Kati Debretzeni. La tercera voz en llamar la atención fue la del contratenor contralto Reginald Mobley, que si bien comenzó algo justo de fiato en “Buss und Reu”, supo resaltar sus solos posteriores en “Ach! nun int mein  Jesus hin!” pero sobretodo en “Können Tränen meiner Wangen”, donde la belleza homogénea de su registro brilló mimado desde el podio por Gardiner y la orquesta dibujando las lágrimas de la piedad reclamada a los torturadores de Cristo.

Hablar o mencionar partes destacadas del coro sería hablar de toda la Pasión, los dos coros enfrentados con sus correspondientes orquestas, y el tercer coro infantil en medio, bravo por el Cor Infantil de l’Orfeò Català, quienes vivieron una experiencia que seguramente no olvidarán. Desde el contemplativo y amoroso coral “Ich will hiere bei dir stehen”, dulcísimo y de una suavidad susurrada inolvidable, pasando por el preciosista “O Mensch” con Padmore como uno más en la sección de tenores, o el dramatismo casi agresivo reclamando la sangre de Cristo “Lass ion kreuzigen” (…) “Sein Blut komme über uns und unsre Kinder!”, o las gradaciones de volumen y dinámicas marca de la casa en el Coral “O Haupt voll…” o en un sobrenatural “Wenn ice einmal…” sencillamente sublime Monteverdi Choir.

Otro tanto se puede decir de los English Baroque Soloists, de sonido flexible, colores infinitos y calidez interpretativa mayúscula. Destacar por su expresividad la viola da gamba de la japonesa Reiko Ichise, los oboes i oboes da caccia, de Michael Niesemann y Mark Baigent o la otra concertino de la Orquesta II, Catherine Martin, quien interpretó el solo “Gebt mir mienten Jesum Wieder!”, por mencionar solistas instrumentistas ovacionados en los saludos finales. Con este concierto memorable queda oficialmente inaugurada la “semana Santa” musical y en la memoria quedará esta Pasión, donde palabra y música se reivindicaron como reflexión única del arte en su máxima expresión.