Arteta Butterfy Liceu19 A.Bofill

 

Prueba superada

Barcelona. 20/01/2019. Liceu. Puccini: Madama Butterfly. Ainhoa Arteta, Rame Lahaj, Justina Gringyté, Gabriel Bermúdez, Moisés Marín, Felipe Bou, Isaac Galán, Mercedes Gancedo y otros. Dir. de escena: Moshe Leiser y Patrice Caurier. Dir. musical: Giampaolo Bisanti.

La historia de la ópera está plagada de episodios que no sucedieron como se esperaba. Ainhoa Arteta se prometía un debut tranquilo y meditado de su Cio-Cio-San, protagonizando el reparto alternativo de Madama Butterfly en el Liceu, añadiendo con ello un nuevo rol a su ya extenso repertorio pucciniano. Sin embargo, de acuerdo con la versión respaldada por el propio teatro, una laringitis le hizo posponer este esperado debut, cancelando las dos primeras representaciones previstas. Las malas lenguas dicen que no había podido preparar el papel con suficiente antelación. Sea como fuere, lo cierto es que la presente función, la de su debut con esta partitura, terminó siendo una suerte de ensayo general para Arteta, ya que fue la primera ocasión en la que la soprano tolosarra cantaba la ópera completa, y por descontado en escena.

El resultado fue satisfactorio en líneas generales. Vocalmente la partitura no presenta mayor dificultad para una voz de emisión consistente y segura como la que Arteta se ha forjado en los últimos años, cuando vive a buen seguro el momento de mayor y más feliz madurez vocal de toda su carrera. Arteta domina su instrumento -amplio y bien timbrado- prácticamente a placer, abundando en logrados pianissimi de bella y lograda factura. Es evidente que a su aproximación como Cio-Cio-San le falta hondura, no podía ser de otra manera en el caso de una primera tentativa y más aun en unas circunstancias tan particulares como las aquí descritas. Arteta tiene por delante consolidar el fraseo y con ello el impacto emocional de su encarnación como Madama Butterfly. También faltó seguridad en algunos ataques, como el frustrado agudo final del primer acto, en el que tenor y soprano no parecieron entenderse con el foso, firmando una suerte de coitus interruptus para un duo que había transcurrido con bastante fluidez. Sea como fuere, Arteta posee un arte genuino en escena; es una gran artista y no se ha embarcado en este debut por azar. No en vano dos de las más relevantes heroínas puccinianas, Tosca y Manon Lescaut, ocupan ahora buena parte de su agenda. En resumen, prueba superada la de esta primera tentativa como Cio-Cio-San, dejando Arteta prueba evidente de que podrá consolidar una notable lectura de este papel no tardando mucho.

Un limitado plantel de secundarios completaba el cartel. El tenor albanés Rame Lahaj ofreció un timbre fácil, aunque un tanto corto de medios, de color más bien anónimo, en manos de un fraseo más entusiasta que verdaderamente elaborado, con desigual fortuna a la hora de transitar por el tercio agudo e irregular factura a la hora de apianar su emisión. Discreta la Suzuki de la mezzo lituana Justina Gringyte y prácticamente inaudible el Sharpless de Gabriel Bermúdez.

En el foso, impresión irregular con la dirección musical firmada por Giampaolo Bisanti, quien alternó momentos más inspirados y detallistas con otros instantes de irrefrenable y excesivo vigor tímbrico. Respondió con seguridad, salvo algún desliz en los violonchelos, la orquesta titular del teatro, con unos metales firmes y unas maderas expresivas. Faltó un punto de preciosismo y poesía a la intervención del Coro del Liceu, especialmente en un coro a bocca chiusa que sonó más bien como unas suerte de vocalisePor último, plana hasta el hastío la producción firmada por Moshe Leiser y Patrice Caurier, repuesta por tercera vez en el escenario de Liceu. Leiser y Caurier reducen al tópico en demasía la referencia japonesa del libreto, sin apenas poesía, sin elaboración alguna de la tragedia.