MahlerPalauValenciaKundeTebarMcMaster EvaRipoll 02

Contra las cuerdas

Valencia. 08/02/2019. Valencia. Mahler: Adagio de la Décima sinfonía. La Canción de la Tierra. Zandra McMaster, mezzosoprano. Gregory Kunde, tenor. Orquesta de Valencia. Dir. musical: Ramón Tebar.

Las partituras de Gustav Mahler suelen dejar al descubierto las vergüenzas de las mejores orquestas. Sus sinfonías son una verdadera prueba de fuego: no basta con una ejecución exacta, hace falta aproximarse a una expresividad que no está al alcance de todos. Desde su llegada a la titularidad de la Orquesta de Valencia hace menos de dos años, sucediendo a Yaron Traub, el maestro Ramón Tebar ha logrado consolidar y mejorar el sonido de la formación valenciana de manera evidente. Pero quizá no lo suficiente aun para abordar un Mahler de convincente consistencia. Saltaron la alarmas, desde luego, con el desatinado ataque de las violas en el Adagio de la Décima de Mahler que abría este concierto. Desubicadas, sin la afinación exacta, muy lejos de ofrecer un sonido compacto y homogéneo, todo este Adagio discurrió de manera un tanto desconcertante. No fue un desastre, pero la Orquesta de Valencia no pareció cómoda en ningún momento, como peleando por situarse en mitad de un inercia que amenazaba con ponerles contra las cuerdas una y otra vez. Ramón Tebar dirigió con oficio y buen conocimiento de la partitura, buscando precisamente coordinar y controlar ese mar de inseguridades.

Afortunadamente, todo pareció encauzarse para la segunda obra de la velada, Das Lied von der Erde, con las voces de la mezzosoprano irlandesa Zandra McMaster y el tenor estadounidense Gregory Kunde. La Orquesta de Valencia sonó aquí más segura, menos timorata, lastrada por menos inercias. Tebar buscó resaltar detalles y exponer la riqueza de la orquestación. Si bien las cuerdas siguieron sin brillar todo lo debido, es obligado poner en valor el impecable trabajo de los metales, seguros y firmes en todo momento. En comparación con el insatisfactorio Adagio de la Décima, podría decirse que esta Canción de la Tierra volvió a entroncar con el sonido más consistente y elaborado que la Orquesta de Valencia venía mostrando en sus conciertos con Ramón Tebar.

De las voces citadas, soprendió una vez más el talento de Gregory Kunde para superar sus límites naturales. Es verdaderamente increíble pensar que estamos ante una voz de raíces rossinianas, un belcantista que no siempre era bien recibido por las críticas en los años ochenta y noventa, cuando comenzó a forjar su trayectoria. Lo cierto es que su voz sonó amplia y sonora, brillante incluso al resolver la punzante tesitura de esta Canción de la tierra. Su dicción en alemán no es pluscuamperfecta, pero su fraseo en cambio sí revela una extraña familiaridad con el repertorio alemán, por el que nunca ha paseado, excepción hecha de esta partitura, que incluso grabó en 2009 con la Houston Symphony.

En más de una ocasión, entre unos y otros, hemos tentado a Kunde con la idea de abordar un papel de repertorio alemán, siquiera un primer acto de Die Walküre, para escuchar su voz campaneando por los compases de Siegmund. Incluso me consta que le han llegado propuestas en este sentido desde algún importante teatro, pero Kunde parece conocer mejor que nadie sus facultades; a la vista está su trayectoria como la mejor prueba posible de que sabe bien lo que se hace. A su lado Zandra McMaster tardó en mostrar sus mejores armas. De hecho su voz sonó verdaderamente caldeada solo al final, en el emocionante Abschied. Su fraseo fue desigual, con instantes inspirados, bien atenta al texto, alternados con otros pasajes más distantes, demasiado pendiente de la partitura.