Aida Malaga Daniel Perez

 

Made in Spain 

Málaga. Teatro Cervantes. Verdi: Aida. Maribel Ortega, Alejandro Roy, María Luisa Corbacho, Luis Cansino, Felipe Bou, Christian Díaz. Dir. de escena: Ignacio García y Aurora Cano.

Acudir a representaciones en teatros de provincias -lo digo sin connotación despectiva; es una forma consensuada para referirse a las temporadas líricas que tienen lugar más allá de Madrid, Barcelona, etc.- es una excelente experiencia para confrontarse con lo mejor y lo peor de la lírica. Es ciertamente un milagro que un título tan popular como la Aida de Giuseppe Verdi pueda verse en una localidad como Málaga. Y quien dice Málaga podría decir Zaragoza, Dijon, Kansas o Karlsruhe. Es fantástico que el patrimonio lírico pueda cruzar de esta manera las fronteras y llegar a públicos que sus autores a buen seguro jamás imaginaron. Pero el made in Spain tiene sus riesgos, sus virtudes así como sus defectos. Y montar una Aida no es cosa fácil, ni mucho menos. El Teatro Cervantes de Málaga se ha atrevido con ello, teniendo más éxito sin duda en el plano musical que en el escénico.

Estrenada en El Cairo, en diciembre de 1871, un teatro no demasiado grande, lo que conviene tener en cuenta a la hora de comprender cuál es la clave de bóveda que sostiene esta partitura, que no es tanto la monumentalidad de sus escenas corales como la intensidad dramática de sus dúos y escenas en solitario. Esto es precisamente lo que no han parecido entender desde Telón Producciones, con una nueva propuesta escénica que no parecía otra cosa que un remedo de algunas de sus producciones anteriores, un desafortunado corta y pega, donde el video mapping sustiuye al cartón-piedra. La impresión general era más propia de una de estas compañías del este de Europa que visitan nuestro país de tanto en tanto, con giras itinerantes por localidades sin actividad lírica regular. Desde luego, una propuesta muy menor para tratarse de una nueva producción. Y esto por cuanto hace a su mero código visual, porque de dramaturgia como tal no hubo el más mínimo rastro, claro. No me explico cómo Ignacio García, a quien tan espléndidos trabajos teatrales le hemos visto, estampa su firma sobre algo tan poco logrado.

Aunque ya había cantado la parte en Jérez, hace unos años, estas dos funciones de Málaga han supuesto una suerte de segundo debut como Aida para la soprano Maribel Ortega, quien ha superado la prueba con creces. Su voz se escuchó cómoda en estas lides, con margen para recrearse en apreciables reguladores, controlando bien la intensidad de su emisión y conformando un retrato muy sólido de la esclava etíope. Más allá de algún leve vaivén en la afinación, Ortega sonó valiente y convencida, reconociendo y recreando la clave belcantista en la que Verdi concibió su Aida. Creo que es un papel que le puede traer muchas alegrías a Maribel Ortega si continúa profundizando en él por esta afortunada vía exhibida en Málaga.

Sorprendió por su empaque el Radames de Alejandro Roy, con una voz sumamente desenvuelta en el agudo, de caudal amplio y apreciable metal, si bien la emisión en el centro y en el grave tiende a quedarse atrás. En todo caso, y más allá del impacto de su registro agudo, no hizo otra cosa que pintar un Radames cargado de testosterona, siempre impetuoso, demasiado envarado y carente del aliento romántico que le es connatural al rol. Me temo que la voz de Maria Luisa Corbacho no está en buena forma. El material de partida es apreciable pero la voz, a día de hoy, está un tanto cuarteada, emitiendo cada sonido con un resorte distinto, sin que haya homogeniedad propiamente dicha en su instrumento. El agudo está muy mermado, la afinación no es precisa y sus dotes escénicas, muy de vieja escuela, tampoco ayudaron a rematar una interpretación convincente de la parte de Amneris.

Impagable el oficio del barítono Luis Cansino, regalando frases de gran cuño con su Amonasro. La suya es una voz robusta, amplia y bien timbrada, ideal para estas lides verdianas. Buena labor de Felipe Bou como Ramfis, a pesar de un instrumento algo opaco y de mermada proyección. Muy desigual, cerrando el elenco, el Rey de Christian Díaz, forzando un tanto las costuras naturales de su instrumento. 

Por último, efectista pero básica la dirección de Arturo Díez Boscovich, al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Por lo general más intenso que refinado, más grandilocuente que lírico, aunque logró un sonido bastante solvente de la formación local. El Coro de Ópera de Málaga hizo sus mejores esfuerzos, aunque su  era claramente insuficiente -los presos etíopes eran los mismos coristas que minutos antes habían ocupado la escena como tropas egipcias-.