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La resistencia

Peralada. 04/08/19. Festival Castell de Peralada. Arias y canciones de Verdi, Donizetti, Massenet, Puccini. Tosti y Tchaikovsky, entre otros. Vincenzo Scalera, piano. Josep Calleja, tenor.

Cámaras, luces y regidores. Todo a punto para retransmitir, casi en un falso directo, el recital de Joseph Calleja y Vincenzo Scalera por La2 de Televisión Española, con apenas un par de horas de diferencia desde su finalización hasta su emisión. El tenor maltés abriá la "semana lírica" del Festival Castell de Peralada, tras la cancelación el día anterior de la soprano Camilla Nylund, cuyas responsabilidades en Bayreuth sobresaturaban su agenda. Todos los focos, pues, sobre Calleja... y una clara afección vocal o malestar en su garganta que afeaba y hacía sufrir por él en sus ascensos al agudo. Otros hubiesen cancelado también. Él optó, sin comentario alguno al público, por la resistencia.

No cabe duda de que Joseph Calleja posee una voz plenamente mediterránea, de dicción clara y timbre cálido, amplio, luminoso, aunque las formas, a menudo, no terminen por acompañarle en un fraseo que pierde su sentido, o un juego de dinámicas más bien escaso, que terminan por dibujar intervenciones un tanto planas. Por lo demás, lo del tenor es puro caudal en un derroche de potencia que la acústica de la Església del Carme no ayuda a dar forma. Quizá por todo ello, el programa de este recital se conformaba de forma un tanto peculiar: arias de ópera en la primera parte y canciones en la segunda, cuando suelen estructurarse justo al contrario. El de Malta parece saber que su fuerte está en las napolitanas, que son gozada en su timbre, antes que por ejemplo en colegas como Flórez o Kaufmann, a quienes por latitudes parecen escapárseles más.

Un Quanto é bella, quanto é cara de L'elisir d'amore para abrir la noche, nada sutil, como el Werther que presentó con Pourquoi me réveiller; Carmen que se ajusta más a sus posibilidades vocales, un sentido E lucevan le stelle y una muy bien presentada Ah, la paterna mano, de Macbeth, yo diría que lo mejor de la noche junto a Tosti y Leoncavallo. Contaba además Calleja con un handicap: la reminiscencia sonora del recital de José Bros justo un año antes en este mismo espacio y con un programa similar, donde se dieron numerosas coincidencias: Werther, Carmen, La tabernera del puerto, L'elisir d'amore, Tosti... Allí parecía que las ovaciones eran más espontáneas, las propinas verdaderamente más demandadas y sin el efecto de la televisión... No comparo a los cantantes porque es un absurdo comparar voces, cada uno en su sitio, pero la coincidencia en un tiempo tan breve de dos programas tan parecidos, obligaba a recordar.

Al lado de Calleja, el piano de Vincenzo Scalera, que es un sabio pianista, uno de los mejores en su terreno (hace unos meses estuvo espectacular con Jessica Pratt - también epectacular- en La Scala) y que, una vez más, supo medir los tiempos y necesidades de la voz que tenía a su lado, adaptándose, ya digo, a un fraseo además tan peculiar. Entre tanto, regaló una coqueta Méditation de Thais, de Massenet, y Tres preludios de Gershwin. Una noche bonita, agradable; una noche de resistencia.

Foto: Joan Castro / Iconna