Con sal gorda
Salzburgo. 14/08/2019. Festival de Salzburgo. Offenbach: Orphée aux enfers. Kathryn Lewek, Joel Prieto, Martin Winkler, Marcel Beekman, Anne Sofie von Otter y otros. Wiener Philharmoniker. Dir. de escena: Barrie Kosky. Dir. musical: Enrique Mazzola.
En el 200 aniversario del nacimiento de Jacques Offenbach llama la atención la escasa atención que su figura está recibiendo en su país natal, donde los homenajes y guiños han sido prácticamente anecdóticos. El Festival de Salzburgo, en cambio, sí ha tenido a bien dedicar al padre de la opereta una de sus nuevas producciones de esta edición de 2019, con Orphée aux enfers. Para ello, en coproducción con la Komische Oper de Berlín, se ha puesto en escena una propuesta firmada por Barrie Kosky -intendente del teatro berlinés desde 2012-, ciertamente muy reconocible y propia de su estilo: vistoso, colorista, dinámica... aunque un tanto superficial y poco unitaria. Kosky resuelve su Orphée como una suerte de espectáculo de variedades, a medio camino entre el cabaret y la revista, que no termina siendo otra cosa que una risible sucesión de gags, sin una idea de fondo verdaderamente consistente. El humor es indudable, aunque aderezado con sal gorda, sobre todo en las alusiones sexuales, demasiado fáciles y repetitivas.
Para el devenir del espectáculo resulta determinante la presencia del actor Max Hopp como John Styx, el criado de Plutón. Este ingenioso actor berlinés ejerce de narrador, doblando a todos los demás personajes en sus diálogos, de una manera ocurrente y divertida. Sin duda, la representación habría perdido muchos enteros de no ser por su inspirada intervención, de principio a fin de la velada. Hay algo de genial sinsentido en toda esta paródica producción, que a pesar de su humor grueso se disfruta a carcajadas. Quizá sea una ocasión perdida para plantear algo más hondo, en clave con el espíritu satírico original de Offenbach, pero no hay duda de que funciona como comedia y como espectáculo de variedades.
Del notable reparto reunido para la ocasión, con voces habituales en anteriores producciones de Barrie Kosky, destacó por méritos propios la Eurydice de la norteamericana Kathryn Lewek, quien se entrega sin reparos al juego escénico propuesto por Barrie Kosky. Vocalmente suena brillante y desenvuelta, tanto en los momentos líricos como en los de mayor pirotécnia. Tuvo una consistente réplica en el Jupiter de Martin Winkler, de timbre sonoro y contundente. No terminó de despegar en cambio el Orphée de Joel Prieto, muy esmerado en escena, pero con una voz que no terminaba de correr en la sala. Todo lo contrario que Marcel Beekman, dueño de una voz muy singular, pero bien emitida y empleada con tino en su doble desempeño como Aristée y Pluton. Del resto del extenso elenco destacaría la Diana de Vasilisa Berzhanskaya, una voz sin duda a seguir de cerca. Fue todo un lujo contar en el reparto con Anne Sofie von Otter, en la parte de la Opinón pública, con una presencia escénica apabullante.
En el foso, al frente de una esmerada Filarmónica de Viena, el maestro Enrique Mazzola dirigió con convencimiento pero sin ese aire desenfadado y canalla que tanto pide esta música, que sonó aquí cuadriculada y compacta en exceso. El resultado fue un Offenbach demasiado brillante y redondo, sin esas bienvenidas asperezas y claroscuros. En cualquier caso, una versión musical sumamente solvente, aunque desde un enfoque un tanto conservador.