DiDonato Winterreise Vilabertran19 MartiArtalejo 2

 

Lacrymosa 

Como si se tratase de Charlotte que llora a su amado perdido leyendo el diario de un figurado Werther. Así aborda el Winterreise de Schubert la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato, quien presentó en la Schubertiada de Vilabertrán su personal aproximación a este emblemático ciclo de veinticuatro lieder. "Él me dejó su diario", con estas escuetas palabras ponía en marcha DiDonato su singular performance, de una intensidad indudable, agarrada a un escueto atrezzo: una silla, una mesa y un diario, donde seguramente contaba también con el apoyo de los textos de Wilhelm Müller sobre los que se eleva este extenso ciclo de canciones. El enfoque de DiDonato no admite medias tintas: o se entra en su propuesta o todo parecerá un artificio demasiado fingido. Afortunadamente su manera de leer este singular diario posee una fuerza casi magnética que tiende a arrastrar consigo al oyente. 

La mezzosoprano de Kansas ya había interpretado ese ciclo con anterioridad en tan solo un par de ocasiones, en su país natal, con Yannick Nézet-Séguin al piano. Y la Schubertíada de Vilabertran se ha anotado todo un tanto al contar con el estreno europeo de su propuesta. No es, por descontado, Joyce la primera intérprete mujer que se adueña de este ciclo originalmente concebido para voz masculina. La gran Brigitte Fassbaender, nada menos, inauguró precisamente este ciclo de conciertos de Vilabertran fundado por Jordi Roch, el 25 de agosto de 1993, con el Winterreise de Schubert en el programa.

DiDonato Winterreise Vilabertran19 MartiArtalejo

 

Vocalmente, Joyce DiDonato se exhibió en plena forma, con un timbre esmaltado y pleno; y con un canto rico en colores y acentos. Verdaderamente es un lujo escuchar una voz de tantos quilates, con este repertorio, en una sala tan escueta. Al piano, Daviz Zobel sonó algo plano y parco en colores, aunque contenido y relativamente preciso. Lo suyo fue más un acompañamiento en segundo plano que un verdadero diálogo con la voz. En conjunto, diría que la suma de buena voluntad, amor y entrega por la obra terminó pesando más en la balanza que las imprecisiones e inexactitudes, que las hubo y no pocas. En cualquier caso, no se si Joyce DiDonato será una gran liederista, ni siquiera creo que aspire a serlo, pero ha demostrado una vez más que es una gran artista.

Desde una óptica un tanto purista, habrá quien vea en este espectáculo un cierto exceso, una sobreactuación demasiado teatral e innecesaria, para justificar una aproximación muy personal a un ciclo que podría tener una naturaleza distinta, leído el pie de la letra. Yo les confieso que engaché con la propuesta desde el primer minuto. Es cierto que el margen de mejora es amplio por lo que hace al puro conocimiento de la partitura y sus textos, donde Joyce DiDonato se adentró con demasiada libertad y alguna que otra inseguridad -hubo como media docena de entradas a destiempo-. Pero me parece relativamente lógico y disculpable, tratándose de su tercer concierto con el Winterreise en programa, y más si pensamos que se enfrentaba por vez primera a este aforo y a la sala de la Canoniga, que va camino de consagrarse ya como un templo para el lied.