Anna Alas

Admiraciones mutuas

Barcelona. 21/4/16. Cicle Intèrprets Catalans. Palau de la Música Catalana. Obras de Enric Granados, Felip Pedrell, Camille Saint-Säens, César Cui, Jules Massenet, Edvard Grieg, Isaac Albéniz y Manuel de Falla. Anna Alàs, mezzosoprano. Albert Guinovart, piano.

El jueves 21 de abril volvíamos al Palau por tercera semana consecutiva para escuchar un recital de canción; a veces los astros nos hacen estos regalos inesperados en el calendario. Si en las dos ocasiones anteriores los cantantes eran dos figuras consagradas, Mark PadmoreMatthias Goerne, esta vez asistíamos al debut en recital, en el Palau de la Música, de una joven cantante: la mezzosoprano Anna Alàs. El concierto, en el Petit Palau, se enmarcaba dentro del ciclo Intérpretes Catalanes y acompañaba a la cantante un pianista experimentado, Albert Guinovart.

El programa estaba planteado como un homenaje a Enric Granados, uno más en el centenario de su muerte, e incluía tanto obras suyas como de compositores que él había admirado o que le habían admirado, como explicaban los intérpretes en el vídeo de presentación del concierto. Así, el programa era una mosaico de compositores e idiomas: catalán (Pedrell y Granados), francés (Saint Säens, Cui y Massenet), alemán (Grieg), italiano (Albéniz) y castellano (Granados y Falla), que nos permitió hacer al menos una pequeña cata de algunos compositores nada frecuentes en los recitales antes de centrarnos (después, en el caso de Falla) en la obra del homenajeado. A esta sucesión de piezas hay que añadir una selección de los Valsos poètics (homenatge a Enric Granados) compuestos (e interpretados en esta ocasión, por supuesto) por Albert Guinovart.

Anna Alàs, a quien pudimos escuchar hace unas semanas en un contexto muy diferente, como una de las hijas del Rin en las funciones de El ocaso de los dioses del Gran Teatre del Liceu, explicaba también el vídeo de presentación que interpretaba por primera vez la mayor parte de las piezas del programa y seguramente por eso apareció en el escenario el temido atril. Teniendo en cuenta que nos encontrábamos ante una primera interpretación, las sensaciones que dejó la cantante fueron buenas. La voz tiene un timbre cálido y se mueve con con facilidad por todo el registro, como demostró por ejemplo, en Descúbrase el pensamiento de mi secreto cuidado, de las Canciones amatorias de Granados, aunque ocasionalmente la voz se oscurece de manera artificial en los graves. Lo que faltó, en general, fue expresividad; las Tonadillas, de las que escuchamos cuatro, piden una gracia y una espontaneidad (que pongo en cursiva porque es cualquier cosa excepto espontánea) que en este recital se quedaron cortas; en cambio, en los momentos que la cantante se deshizo del lastre de la partitura (por ejemplo en las dos canciones de Falla, El paño moruno y Polo, o la repetición de El majo tímido, ofrecida como propina), el canto fue mucho más expresivo y liberado; es cuestión de tiempo que Anna Alàs haga suyas estas obras. En cuanto a Albert Guinovart, fue un buen acompañante en un programa en el que el piano, aunque sólo fuera por Granados y Falla, tenía un protagonismo especial, protagonismo reforzado por la oportunidad de escuchar una obra interpretada por su autor, unos valses poéticos que sí, tenían reminiscencias de Granados y, sí, sonaban de manera inconfundible a Guinovart.

Decía al principio que por tercera semana consecutiva asistía a un recital de canción en el Palau. La primera vez los espectadores dispusimos de los textos y las traducciones de las obras en el programa de mano; la segunda, como la proyección de los vídeos de Kentridge no era compatible con mantener las luces encendidas, los textos estaban disponibles en la página web; esta tercera vez, ni rastro de los textos, ni en papel ni en formato digital. ¿Qué criterio sigue el Palau con los textos de los recitales?